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Las minas de carbón en España tuvieron que echar el cierre por Real Decreto Ley en 2018. Aunque hubo excepciones. Mientras en el caso de León las explotaciones cancelaron la producción en su totalidad, en el suroccidente asturiano, todavía dos explotaciones mineras, NMR en Pilotuerto (Tineo) y Mina Miura (Ibias), siguen extrayendo antracita, el tipo de carbón que caracteriza a las cuencas de esta comarca.
«La antracita, debido a sus cualidades, tiene otros usos aparte del térmico con mucha demanda en el mercado», explica Roberto Valdés, ingeniero de mina Miura.
En 2021 la Ley de Cambio Climático y Transición Energética prohibía la comercialización del carbón para usos térmicos, pero la antracita encontró otro nicho de mercado, de mayor valor añadido, en la industria siderúrgica. «Nuestros clientes son acerías de Asturias, Valencia, País Vasco y Navarra», enumera Valdés.
Después de comprobar en 2017 que las vetas de antracita en Miura tenían un potencial altísimo, entre dos y tres metros de ancho, la empresa leonesa, Carbones la Vega, diseñó un plan con el objetivo de extraer 50.000 toneladas anuales con una plantilla de 48 mineros, cien más, contando trabajadores indirectos: electricistas, mecánicos, transportistas, empresas madereras, metalúrgicas y de gasoil.
Mina Miura, bajo titularidad leonesa, comenzó a pleno rendimiento en 2020, con una previsión de explotación hasta 2038. Aquel mismo año, a escasos kilómetros, el Instituto de Transición Justa encomendó a la empresa Tragsa el proyecto de restauración ambiental de la mina a cielo abierto de Tormaleo, un proyecto que se desarrollará hasta 2026 empleando a 74 personas, muchas de ellas procedentes de la minería.
Uno de los mineros que se apuntó a la bolsa de empleo de la restauración de la mina de Tormaleo fue Víctor Santos, despedido en 2018, a los 41 años, tras veinte como minero en Cerredo, otra empresa de titularidad leonesa y con numerosos trabajadores de la zona.
«En 2021 me llamaron para trabajar en Miura», dice ahora contento Santos, que tras dos años en paro, prevé jubilarse en 2032, como su padre, de minero. «A mí me respetan la jubilación a los 65, gracias al convenio de la minería de antes de 2008», apunta Santos ,que tendrá 52 años cuando se jubile. Pero «este chaval tendrá que esperar dos años más», dice señalando a su compañero, David Llano, que empezó a los 22 años como minero en Carbonar.
Llano, tercera generación de una familia minera, tiene ahora 29 años y sigue en la minera, pero no sabe si, como Santos, podrá jubilarse en esta profesión. «Mi madre
no quería que trabajara en la mina, por los accidentes y porque los sueldos, como los de todos, han bajado. Pero este trabajo lo llevo en la sangre», remarca este joven cangués, que aprecia la oportunidad de seguir en el mismo sector que su padre y abuelos.
Mientras, las explotaciones leonesas siguen a la espera de conocer si en algún momento podrán revivir. «Hay material para más de un siglo de explotaciones y puede ser rentable», se remarca desde los empresarios del sector. Sin embargo, su predisposición para recuperar actividad cae en saco roto: «Es un mineral que es un recurso energético de emergencia, más en tiempos como los actuales, pero falta previsión y decisiones en firme».
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