El Sorteo Extraordinario de Navidad es el sitio perfecto para los amantes de los datos históricos. Un acontecimiento que sucede desde 1812, que ha celebrado 212 ediciones, da para mucho juego. Por ejemplo, el Gordo suele salir entre las once y las doce de ... la mañana. Este jueves se cumplió la estadística. A las 11:21 horas, Alonso Dávalos y Ángel Abaga cantaban las dos cifras más deseadas: la de los cuatro millones a la serie y el número, el 05490.
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Los gritos y aplausos se apoderaron del patio de butacas del Teatro Real. Los niños no podían ocultar ni la sonrisa ni los nervios. Lo que todos los jóvenes del colegio de San Ildefonso habían soñado, para ellos era una realidad.
Nada más cantar el número, las miradas de la alegría se centraron en el norte del país. Galicia y Asturias fueron las dos comunidades que acapararon la millonada que da el primer premio del sorteo. A Fonsagrada (Lugo), A Coruña y Moreda de Aller (Asturias) tenían consignadas 131 de las 180 series. El 72,7% del total. Si las tres administraciones han llegado a venderlo todo, dieron 524 millones de alegrías.
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El resto de las series se repartió por todo el país, desde Las Palmas a Sa Carroca (Ibiza), pasando por Bilbao, Madrid, Ciudad Real, Soria, Jaén, Huelva o Granada. Más de treinta provincias agraciadas. El Gordo esquivó Ceuta, Melilla, Cantabria y La Rioja. Pellizcos para el resto.
A continuación, comenzó el ritual de este clásico preludio de las fiestas navideñas. Los loteros, exultantes, se enfundaron en sus camisetas conmemorativas, sacaron también carteles en forma de flecha y empezaron a agitar botellas de espumoso para mojar a todos los curiosos que se acercaban a sus establecimientos. Daba igual cuánto se había vendido. «Solo puedo llorar y gritar», afirmaba Laura García. Trabaja en la administración número 3 de la localidad asturiana de Moreda y repartió 164 millones de euros. Gran parte fue a parar al Club de Atletismo de Mieres, que hizo participaciones. La máxima de un premio muy repartido se cumplió a rajatabla gracias a esta entidad deportiva. Un poquito de este número se despachó en ventanilla.
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En A Coruña, se dividió la felicidad. La administración 56 de la ciudad gallega despachó 180 millones de euros. Dos terceras partes de las 45 series que tenía asignadas se marcharon al restaurante Gaucho Díaz I, de O Temple. «Estoy temblando y llorando de emoción», comentaba Ana, la gerente del establecimiento, a Radio Voz. Vendieron todos los décimos entre los clientes del restaurante. En A Fonsagrada (Lugo), una localidad de apenas tres mil habitantes, han caído 180 millones. «Esto es superior a los presupuestos del ayuntamiento», bromeó el alcalde Carlos López. Los décimos se vendieron en la ventanilla de la administración, con lo que estarán muy repartidos.
Yolanda, la lotera de Los Villares (Jaén), estaba exultante por solo haber vendido un décimo del primer premio «hace solo unos pocos días» y que se ha quedado «en el pueblo». La misma satisfacción mostraba Guillermo, uno de los responsables de El Elefante, una administración situada en la calle Arenal y a pocos metros del Teatro Real, que despachó una serie entera del 05490. Desde este jueves, su número favorito. Una cifra metida en la categoría de los feos porque es muy bajo. Desde 1918 no salía un Gordo con una numeración tan baja. Es la vigesimotercera vez que termina en cero en 212 ediciones.
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Una cifra que en la administración de loterías número 2 de Roquetas de Mar (Almería) pondrán en la pared de honor junto al 79140. Ese fue el Gordo de 2015 y que vendió este establecimiento. Despachó 452 millones de euros entre vecinos y numerosos turistas. Siete años más tarde, vendieron quince series del número del día. Si lograron vender todo, fueron 60 millones de euros en ventanilla y para abonados.
Mucho más controlados tenían en La Rana de Oro (Arroyo de la Encomienda, Valladolid) los diez décimos del Gordo: nueve se vendieron en octubre y uno a un cliente asturiano por internet. También sabía muy bien quién se había llevado la única serie del Gordo despachada en la administración de Hormaetxea de Bilbao Alberto, el hijo de la dueña. Explicó que se lo quedó una familia que está abonada a ese número durante todo el año. Guillermo, de El Carpín Dorado (Valencia), no sabía nada. Solo que estaba muy contento y nervioso a partes iguales. Había vendido un décimo. Se iba a pasar la jornada de ayer recapitulando más información para ver si sus cuentas eran las correctas y si había devuelto algún décimo.
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Fue un sorteo extraño porque durante 71 minutos no pasó nada. Pasaron las dos primeras tablas sin que saltara la sorpresa, sin que los bombos escupieran alguno de los trece principales premios. Eran todo pedreas -que cien euros al décimo nunca vienen mal- y el sorteo no llevaba el ritmo que en años anteriores. Bien sea por el nerviosismo de los chavales del colegio de San Ildefonso bien porque se estaba haciendo todo con demasiada calma, el caso es que la Lotería de Navidad no enganchó como en otras ocasiones.
Hubo picos, como cuando en once minutos se cantaron tres premios; o cuando la diosa Fortuna quiso que dos premios salieran de forma consecutiva. Pero la tónica general fue la de aburrimiento. El último premio, el segundo cuarto salió en el último alambre de la séptima tabla. Todavía quedaban dos tablas y pico de pedreas; y eran las 12:48 horas. Todavía quedaba una hora más de sorteo. Demasiado largo.
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