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La historia de Wiwi podía ser perfectamente el guión de una película de Disney. Pero lejos de ser llevada a la gran pantalla, será contada en leonoticias como una noticia curiosa y sorprendente que tiene todo de realidad y nada de ficción. Hace unos meses en la comarca de La Bañeza una pareja se encontró un pequeño corzo junto a su madre muerta.
El pequeño animalillo, protagonista de esta noticia y con cierto parecido a la historia de Bambi, apenas tenía unas horas de vida y ya había conocido lo más cruel de la misma. Un vehículo atropelló a su madre y la hirió de muerte. La suerte estuvo de su lado, ya que la pareja que vio al pequeño animal decidió no dejarlo ahí y prestar su ayuda. Algo más difícil de lo esperado, lo cual descubrieron más tarde.
Con la mejor de las intenciones prepararon un biberón para alimentar al corzo que llevaba horas sin comer. Pero era imposible: «Tenía horas de vida y aún el cordón umbilical colgando. Durante horas intentaron darle de comer, pero no lo conseguían y pidieron ayuda», relata a leonoticias otra de las protagonistas de la historia, que más adelante les presentaré.
El corzo se había alimentado del calostro, esa primera leche que una madre produce y da a su bebé -sea cual sea la especie de mamífero- y que se convirtió en su primer y único alimento. El calostro es una leche ideal, porque está muy concentrada, repleta de proteínas y con una alta densidad de nutrientes.
A través de una asociación protectora de animales intentaron encontrar ayuda para el pequeño corzo, incluso se pusieron en contacto con la administración a través del Seprona y de Medio Ambiente, pero «decían que era un animal cinegético y que había que dejarlo en el monte para que se lo comieran otros depredadores». Algo que ninguna de las personas que tuvo contacto con el corzo en sus primeras horas de vida pensó en hacer.
Las redes sociales volvieron a servir, una vez más, para conectar personas y crear historias. A través de una publicación en la que esta pareja pedía ayuda apareció nuestra otra protagonista. Estefanía, una vecina de la capital leonesa, se ofreció a cuidar del corzo. En un primer momento con la idea de quedarse con él y mantenerlo en su finca: «Desde mi ignorancia pensé que lo podía tener si salía adelante y me lo traje a casa».
Con un guante de latex fue enseñando al animal cómo debía mamar. La paciencia, el amor por los animales y el deseo de que el pequeño saliese adelante se unieron en esta historia que tuvo un final feliz, al menos para el animal.
El animal se hizo con «un refugio» en el patio de esta leonesa. Un lugar donde descansar en solitario y del que salir cuando tenía hambre. «Ha sido facilísimo tenerlo, ha sido un animal cero ruidoso y cero problemático», relata la joven que explica que cuando él tenia ganas de comer «nos llamaba con un ruido muy gracioso que suena como 'wiii wiii' y de ahí su nombre».
Lejos de una bonita historia de película, Estefanía comprobó que no podía hacerse cargo de este animal por mucho que le hubiera salvado la vida, ya que «está prohibido tener estas especies en cautividad y las multas son muy elevadas». Con el orgullo de haber sido una 'madre' para Wiwi procedió a buscar un lugar para él, uno adecuado ya que soltarle en el monte no era una opción.
«Al estar en contacto con humanos y con perros, si lo hubiéramos soltado sería una presa fácil para zorros o lobos», relata la joven que encontró en el Museo de la Fauna Salvaje de Valdehuesa el hogar ideal para Wiwi.
No fue la primera asociación a la que llamó, pero sí la única que le dio una solución. «Ya está en Valdehuesa, come pienso y toma dos biberones diarios sin problemas», relata con orgullo la joven que asegura que «es el animal favorito del dueño y todos los trabajadores del Museo».
En el lugar, Wiwi se encuentra en un recinto individual, ya que no lo van a poder introducir con el resto de animales, porque «los ciervos y los corzos no se llevan bien». Un espacio en el que recibe a los visitantes, pero sobre todo a quien hizo de 'madre' durante semanas. Unos vídeos a los que ha tenido acceso esta redactora -y que no serán publicados para mantener en secreto la identidad de la protagonista- en los que se puede ver cómo reacciona el pequeño Wiwi cuando Estefanía acude a visitarlo.
Y si ustedes tienen la oportunidad de presenciarlo verán, que lejos de ser una película de Disney, en la realidad este pequeño corre hacía Estefanía -como si fuera un perro, más que un corzo- y se deja tocar y acariciar.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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