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Vuelve un clásico: 'Hay limonada'. Una década atrás los hosteleros leoneses vendían unos 50.000 litros de esta singular bebida coincidiendo con la Semana Santa, pero la cifra se ha multiplicado por cuatro al ampliarse el 'tiempo santo' en los bares de la provincia.
En la actualidad, según las propias estimaciones del sector, son 200.000 los litros que se pueden llegar a vender aunque la cifra no deja de ser estimativa.
«Lo que ocurría antes es que la hacíamos nosotros. Ni te imaginas lo que se hacía con ella. Cada uno ponía su toque personal y te la podías encontrar más dulces, con más grados, con más vino, con menos, afrutadas... de todo tipo», reconoce un hostelero en Eras de Renueva.
Hoy ya no existe la producción casera y toda la limonada que se sirve «teóricamente» está controlada y tiene su sello de garantía, se vende tanta que la tradición de 'matar Judíos' no tiene fin.
La limonada es la bebida más típica de la Semana Santa y, según los cálculos del sector, sólo en las jornadas previas al esperado tiempo santo se venderán los 50.000 litros que antes se bebían a lo largo de los días 'santos'.
La limonada no tiene secretos, o los tiene todos porque es tan personal que sobre la misma base admite mil variaciones. La receta más tradicional no deja lugar a dudas. «Vino rebajado, azúcar y fruta», se advierte en el sector hostelero. A partir de ahí las combinaciones se disparan.
Beber limonadas es la herencia de una larga tradición unida a la expresión 'matar judíos, cuyas primeras alusiones se encuentran en documentos del siglo XIV.
El origen de la limonada está íntimamente ligado a las celebraciones de Pascua cuando los cristianos de la ciudad bajaban a la judería, junto al Barrio Húmedo, para atacar a los judíos a los que consideraban responsables de la muerte de Cristo.
Hay quien advierte de entonces las alarmadas autoridades para evitarlo decidieron permitir una suave bebida alcohólica en las tabernas del camino, con la que los agresivos cristianos se emborrachaban y desistían finalmente de sus intenciones.
Sea como sea lo cierto es que hoy se disfruta como un auténtico regalo para el paladar que se puede consumir, antes, durante y después del tiempo santo.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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