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Inés Diago, en una imagen de archivo.
Vuelva usted mañana

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La portavoz de Izquierda Unida en León toma la palabra

inés diago

Viernes, 22 de noviembre 2019, 12:55

Me permito tomar prestado el título de este artículo del autor romántico Mariano José de Larra, porque aunque en él, el periodista hacía referencia al pecado de la pereza, es muy significativo también de otro pecado (aunque no capital) que es el fraude. En el ... sentido más amplio de su palabra, como acción contraria a la verdad y la rectitud, con fines o no económicos, y que causa un perjuicio para un tercero (en este caso la sociedad).

Vivimos un momento político, en el que a la sociedad no sólo no parece preocuparle la mentira o la corrupción, sino que además, no la sanciona, e incluso la premia volviendo a confiar una y otra vez en aquellos y aquellas candidatas que utilizan la mentira para acceder a puestos de poder por pura ambición personal. Tenemos malos políticos, y tenemos malas políticas, decisiones que afectan a una parte mayoritaria de la población, delitos que la justicia pena con cárcel e inhabilitaciones, y que a nosotros, como sociedad, se nos olvidan de un día para otro.

¿Quién va a asumir responsabilidades políticas si la ciudadanía no las exige? ¿Cómo espera el pueblo acabar con la corrupción cuando sigue premiando a los mismos responsables una y otra vez perpetuándoles en el cargo? Poco nos pasa para lo que merecemos...

El Partido Popular quiere privatizar la enseñanza para que las élites puedan beneficiarse de la educación privada a coste de educación concertada, y que es privativa para las familias más humildes. Nos indignamos, pero mañana se nos olvida. También esa gente que vive en las ciudades va a reorganizar la Sanidad de los que vivimos en las zonas rurales, eliminando servicios y haciendo que nuestra salud dependa de un transporte que por experiencia sabemos que no suele llegar a tiempo. La España vaciada nos indignamos, pero mañana se nos olvida. En Andalucía, dirigentes socialistas, malversaron 680 millones de euros con el caso de los ERE. Nos indignamos, pero mañana se nos olvida. El partido político que gobernaba la nación fue calificado en la sentencia de la Trama Gürtel como organización criminal. El pueblo se indigna, pero mañana les vuelve a votar en esa y otras instituciones.

El PP y el PSOE modifican la Constitución para que se priorice el pago de deuda bancaria a la inversión en los derechos básicos, rescatando a la banca y saqueando 60.000 millones de € de la hucha de las pensiones. Nos indignamos (y escandalizamos), pero mañana se nos olvida. Nadie paga las consecuencias de la falta de transparencia de los Fondos Miner, del desmantelamiento de servicios en las zonas rurales, de la falta de inversión en infraestructuras y telecomunicaciones en nuestra provincia, de la deslocalización de empresas después del cobro de subvenciones millonarias, de la sangría poblacional que hace que León pierda cerca de 4.000 habitantes por año, siguen subiendo los impuestos a «los de abajo» y bajándoselos a «los de arriba», cada día hay más necesidad y más desigualdad, más desahucios, más agresiones machistas,... Nos indignamos mucho. Muchísimo, pero mañana se nos habrá olvidado.

Los líderes políticos lo saben, y lo aprovechan. Se saben impunes, y cualquier artimaña es lícita si pueden lanzar la piedra y esconder la mano un par de días. Porque al final, ¿a quién le importa? Mañana (o como mucho pasado mañana) nadie se acordará de ello.

Dice la prensa que «el secretario general del PP de León y diputado electo, falseó su currículum». Falsear es la forma amable de decir falsificar, mentir o estafar. Incluso haciendo parecer que maquilló unas calificaciones cuando en realidad lo que parece haber hecho ha sido inventarse una carrera universitaria. No ha sido el único en su partido, por supuesto, aunque sí el más cercano en el tiempo y en el espacio. Un candidato a la presidencia del gobierno tiene un máster que no se sabe si es real o falso porque la justicia decidió no investigarlo a pesar de ver indicios. La ex presidenta de la Comunidad de Madrid por el PP es procesada también por un falso título de máster. Una líder de Vox acumula ya 9 demandas por irregularidades urbanísticas llevadas a cabo sin tener la titulación de Arquitectura. La concejala de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís, se autoalquila el chalet de una sociedad mercantil que ocultaba (seguramente cobrando dietas del Ayuntamiento por ese alquiler).

El vicepresidente primero de Vox, Víctor González Coello de Portugal (son muy de apellidos compuestos esta gente) fue condenado e inhabilitado para gestionar bienes ajenos por haber llevado a la ruina a Marmolería Leonesa, y ahora es diputado nacional por Salamanca. La expresidenta de las Cortes por el PP, Silvia Clemente, y su marido gastaron más de 1 millón de euros de origen desconocido en reformar una casa, y hasta sus suegros llegaron a denunciar al matrimonio porque sabían que algo no encajaba en esa inversión. ¿Alguien se acuerda de todo esto? ¿Alguien va a pensar mañana en el título «inventado» del líder popular leonés José Miguel González? ¿Alguien piensa en todos estos casos a la hora de votar con la memoria cortoplacista de la que, además, muchas veces nos jactamos? Cuando tengáis la tentación de pensar que todos los políticos son iguales, recordad por qué cosas les imputan a ellos y por cuáles nos imputan y penalizan políticamente a nosotros: por defender a los trabajadores de Alcoa frente al Congreso, por parar desahucios, por participar en protestas ciudadanas, por denunciar tramas de corrupción, por defender el medio ambiente y una gestión eficiente de residuos...

Estimado lector: si ha llegado a este punto, habrá podido sentir indignación, empatía o aversión hacia mis palabras. Pero no se preocupe. Mañana se habrá olvidado, tanto de la forma como del fondo. Mañana será un nuevo día y todo habrá vuelto a su sitio: el chalet de Galapagar seguirá siendo un insulto, somos unos chavistas y deberíamos irnos todos a Venezuela, en Bolivia no hay ningún golpe de estado, eso del cambio climático es un invento de una niña sueca y el comunismo de la URSS hizo mucho más daño a nuestro país que los 114.000 compatriotas que siguen en las cunetas.

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