La vuelta a las clases «será presencial», dice la Consejería de Educación, pero en la misma frase del protocolo enviado a los equipos directivos (que deben aplicarlo y adaptarlo a cada centro) ya se incluye una excepción: «Salvo que las condiciones sanitarias lo impidieran». Y no está muy claro cómo evolucionarán esas condiciones en los próximos días. A principios de esta semana, el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, ya advirtió de que estos días son «clave» en la evolución de la pandemia y que, si las cifras se desbocan, será complicado retomar las clases presenciales. De momento, los colegios e institutos trabajan con estas premisas. Esto es lo que hay, hoy. La incertidumbre es mucha entre profesores y familias y casi son más las dudas que las certezas. ¿Preguntas? Muchas. Aunque para algunas ya hay una respuesta.
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Sí, aunque con excepciones. Los estudiantes a partir de segundo de Primaria deberán ponerse la mascarilla (y llevarla cada uno de casa, el centro solo las facilitará en caso de repuesto) si no se puede garantizar una distancia de metro y medio respecto a otros alumnos. Esto supone que será obligatoria en el tránsito por zonas comunes (pasillos, aseos, al acceder a las instalaciones, al subir y bajar del recreo...) y que solo se la podrán quitar dentro de clase si hay esa separación de metro y medio entre pupitres. Si no, también la deberán llevar puesta en el aula, anque sea incómodo, y durante toda la jornada escolar. Los únicos que se librarán son los alumnos más pequeños, los de Educación Infantil y los de primero de Primaria, que tienen un protocolo especial.
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Los más pequeños estarán en clases burbuja, en grupos cerrados (con un máximo de entre 22 y 25 alumnos y su profesor) que no tendrán contacto ni interacción con otros. Como a ellos no les afecta la obligación del uso de mascarilla ni el respeto de la distancia de metro y medio, tendrán espacios de uso exclusivo y unos horarios restringidos de acceso o movimiento por los pasillos, para que así no se crucen con alumnos de otros cursos. Cada uno de estos grupos de convivencia tendrá asignado un aseo propio. Ya hay centros que han planteado dificultades en este sentido, ya que no disponen de cuartos de baño para tanto grupo. Los profesores pedirán a los padres que potencien en casa la «autonomía» de los pequeños al ponerse y quitarse la ropa, para que haya menos contacto entre docente y alumno. Se retirarán de estas clases los objetos que puedan ser manipulados por varios niños (muñecos, juegos de construcción) y habrá espacios individuales de almacenaje (para que no compartan material). No podrán llevar juguetes de casa.
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La premisa fundamental, a partir de segundo de Primaria, es que los alumnos se muevan lo menos posible de su clase. Tendrán una asignada y en ella no podrán entrar alumnos de otros grupos. Así, se intentará reducir el uso de las aulas de música, de tecnología o los laboratorios (por las que hasta ahora pasaba casi todo el colegio) para que la mayor materia posible se imparta en el mismo espacio. Serán los profesores quienes se muevan entre clases. Cada alumno tendrá un pupitre asignado. Se retirarán todos los muebles, mesas y estanterías que no tengan uso, para que así haya la máxima separación entre los puestos de estudio, que deberán mirar todos en la misma dirección (en ningún caso se podrán sentar dos estudiantes cara a cara). Se intentará que esa distancia sea todavía mayor entre la primera fila de pupitres y el espacio del docente, que evitará moverse entre los asientos de los estudiantes. Habrá marcas de dirección dentro la clase, para evitar cruces. Si el aula tiene dos puertas de acceso, los alumnos deberán entrar y salir por la más cercana a sus asientos. Estas puertas estarán siempre abiertas o entornadas (incluso mientras se está impartiendo la lección) y, si hay que cerrarla, solo podrá tocar el picaporte el profesor (con limpieza posterior). Las aulas deberán ventilarse entre diez y quince minutos antes del inicio de las clases (incluso en invierno, lo que disparará el consumo en calefacción), así como en el descanso entre asignaturas y en el recreo. Se recomienda que los alumnos no dejen material en el colegio (libros, mochilas...) y que al terminar la jornada despejen por completo sus mesas para facilitar la desinfección. A la entrada de cada aula habrá un dispensador de gel hidroalcohólico, ya que el lavado de manos es obligatorio. Varios centros aconsejan a las familias que cada escolar lleve su propio gel de casa, ya que se temen que hacer cola para usar el dispensador pueda retrasar el inicio de las clases. No se podrá compartir material (pinturas, tijeras, libros...).
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En principio, su uso quedará reducido, ya que la idea es que los alumnos trabajen lo máximo posible en su aula de referencia. Si hay que usarlas (y entonces varios grupos pasarían por ellas), habría que llevar a cabo «medidas extra de desinfección y ventilación» antes de la llegada de un nuevo grupo. Muchos centros ya han decidido que estos espacios serán los que se usen en el caso de que haya que desdoblar grupos para cumplir con las ratios (que en ningún caso podrán superar el máximo fijado). La Consejería de Educación ha anunciado que enviará docentes de refuerzo para poder afrontar estos desdobles. Sin embargo, hay centros que aseguran que, a estas alturas, todavía no han recibido la confirmación de que recibirán ese apoyo de profesores.
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Escalonado. Si el centro dispone de varias entradas, deberán estar todas abiertas, para evitar aglomeraciones. Se fomentará la llegada escalonada. Antes del inicio del curso, los colegios e institutos se pondrán en contacto con las familias para informarles de las nuevas medidas, cuál será la puerta que deben usar y los horarios a los que tendrán llegar (la puntualidad será más importante que nunca). Se recomienda que los pequeños solo vayan acompañados por un adulto (estarán el tiempo imprescindible y mejor si no acceden al recinto) y se aconseja que los mayores acudan solos. Cada centro establecerá los protocolos de acceso en función de sus características. La mayoría ya ha avisado de que utilizará los patios (con marcas en el suelo y otras señales) para que cada grupo se coloque en fila (guardando distancia de seguridad) para entrar, en orden, al interior del edificio. Las puertas permanecerán abiertas en todo momento, para que ningún niño las toque. También habrá que evitar rozar los pasamanos, las paredes. Algunos colegios han comprado alfombrillas para desinfectar el calzado. Los pasillos y escaleras, en la medida de lo posible, serán de una sola dirección y se marcarán los recorridos autorizados.
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Aforo limitado. No se permitirán aglomeraciones y se deberá entrar a ellos por turno, pidiendo la vez. No habrá toallas. Para secarse, papel. Lo ideal sería que cada clase tuviera el suyo y lo llevara al baño cuando lo necesitara, para que tampoco se compartiera entre todos los que usen ese baño, sino solo por el grupo de conviencia. Las papeleras serán de pedal y siempre habrá jabón en los dispensadores. Tendrán que ser desinfectados al menos tres veces al día.
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El protocolo de la Junta permite «adaptar o reducir el recreo en función de las necesidades». Habrá turnos horarios (así se limitan las algomeraciones de entrada y salida en los pasillos) y los patios se segmentarán, para que cada curso tenga su espacio y se evite la interacción entre clases. Se impedirán los juegos que conlleven contacto o material compartido (adiós al partidillo de fútbol). Si las autoridades lo recomiendan, se colocarán señales que impidan usar porterías, bancos... Habrá más vigilancia.
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Es la gran pregunta y el protocolo diseñado por la Junta no ofrece respuestas claras. El llamamiento principal es que el niño no acuda a clase si tiene síntomas compatibles con el coronavirus (fiebre, tos...) o si ha estado en contacto con personas que han dado positivo. En ese caso, deberá guardar cuarentena en su casa. Si, una vez en la jornada escolar, un alumno comunica que tiene esos síntomas, deberá ser trasladado a una sala covid. El colegio o instituto deberá habilitar un espacio exclusivo (y que se pueda ventilar ) para confinar a los alumnos sospechosos. Allí dentro tendrá que haber una papelera de pedal con bolsa de plástico para tirar la mascarilla o los pañuelos desechables que haya usado. Un responsable del centro deberá atenderlo hasta que su familia acuda a recogerlo (será la familia quien llame enseguida al centro de salud).En los casos graves, el centro comunicará directamente con el 112. Ya hay directores que han anunciado que comprarán, a título particular, equipos EPI para los profesores que tengan que atender estos casos sospechosos, ya que no se ha facilitado ese material extra de protección por parte de la administración. Esa sala deberá ser limpiada después de cada uso. El alumno no podrá volver a clase hasta recibir el alta médica. La duda está en qué ocurrirá con el resto de estudiantes. El objetivo de esas clases exclusivas, del patio parcelado, es que se pueda poner en cuarentena solo al grupo sospechoso y que el resto pudiera seguir trabajando «en estrecha vigilancia». El protocolo recoge, no obstante que, «ante un rebrote, las autoridades pueden decretar el cierre del centro educativo». En ese caso, «se suspende la actividad presencial».
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Sí. En cualquier momento. Y los centros tienen que estar preparados para ello (y presentar ante la dirección provincial de educación un plan de digitalización antes del 30 de septiembre). Durante las primeras semanas, habrá formación al profesorado en el uso de herramientas 'on line' y también clases para que los alumnos saquen el máximo provecho a las plataformas de educación a distancia. Los centros deberán identificar al «alumnado desconectado», aquellos que no disponen de Internet o dispositivos en casa para poder seguir las clases a distancia, y la consejería «tomará las medidas oportunas para dotar de equipos y conectividad al alumnado que más lo necesite». Ante este posible segundo confinamiento, los profesores deberán «fijar claramente los aprendizajes imprescindibles para el desarrollo de las competencias clave, que tendrán carácter prioritario» y, en la programación del año se podrán hacer «ajustes curriculares» para incluir aquellos contenidos que quedaron cojos al no haber podido ser impartidos de forma presencial entre marzo y junio del curso pasado. Además, las actividades diseñadas para este curso que ahora empieza tendrán que poderse realizar no solo en el aula, sino también a distancia. La recomendación es que las herrameintas digitales se usen en clase incluso aunque la educación sea presencial (por ejemplo, para evitar que se comparta material entre alumnos). A la hora de evaluar, se intentará que «las pruebas con mayor peso en las calificaciones se lleven a cabo de manera presencial». Así, «si hay suspensión de actividad lectiva, se evaluarán a la vuelta de la actividad presencial o serán sustituidas por trabajos y tareas». La prioridad es fijar criterios de evaluación continua que no dependan de una prueba concreta.
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Las menos posibles. «Se recomienda a las familias minimizar las actividades extraescolares por el incremento de riesgo de contagio que supone para el alumnado», aseguran desde la Consejería de Educación, quien propone su «uso preferente para las familias con necesidades de concialición». La Junta pone la pelota en el tejado de los equipos directivos, «que deberán tener en cuenta el riesgo/beneficio de estas actividades». Si son deportivas, se evitarán las que supongan actividad compartida, uso de vestuarios... Se dará prioridad al deporte individual. Si se puede, las extraescolares se organizarán por grupos de convivencia, para que no se mezclen alumnos de diferentes clases. Si tuvieran que compartir aula, se colocarían en espacios separados. Algo similar ocurrirá para los programas de Madrugadores y Tardes en el Cole, con partes diferenciadas para alumnos de distintas clases, que evitarán la interacción entre sí. En la medida de lo posible, estas actividades se harán en sus aulas de referencia. Si no, en espacios que luego no sean usados para la docencia. En las bibliotecas, se desinfectarán los libros. Hay centros que han decidido suprimir los préstamos o dotar a cada clase de unos libros acordes a su edad, para que no los toquen los alumnos de otros cursos.
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Espacios asignados. El transporte público, en principio, mantendrá sus rutas, sin refuerzos para mejorar los aforos. Sí que pueden variar los horarios, si el centro fija accesos escalonados. Cada alumno tendrá un asiento asignado en el autobús. Todos deberán entrar en él con mascarilla (primero subirán los que se sienten al final y luego, en orden hasta las primera filas;la salida será al revés). Habrá desinfección diaria del vehículo, con especial cuidado de asideros, reposabrazos, asientos, marcos de las ventanas ... Todos los autobuses tendrán hidrogel. Las esperas en las paradas se tendrán que hacer guardando la distancia de seguridad. En los comedores, se colocará a los alumnos (siempre en el mismo puesto) por clases y grupos de convivencia, en espacios alternos para que nunca haya uno enfrente de otro. Si un monitor tiene que ayudar a comer a un niño, deberá llevar mascarilla. Estará prohibido compartir comida, bebida, cubiertos, vasos... Los comensales esporádicos solo podrán hacer uso del comedor si hay espacio suficiente para garantizar el protocolo. Si no, deberá informarse a las familias al inicio del curso de los centros donde hay plazas disponibles.
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Telemática. La idea es que pise el centro el menor número de personas ajenas posibles. Por eso, las reuniones con los padres serán por teléfono o telemáticas. Si no fuera posible, siempre con cita previa y en espacios abiertos y bien ventilados.
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Habrá limitación de aforos en la sala de profesores y cada uno ocupará siempre el mismo sitio. Hay centros que han decidido ya que las reuniones del equipo docente se harán en espacios más amplios, como el gimnasio. Tendrán que evitar compartir material (ordenadores, productos de oficina) y desfinfectarlo después de cada uso. En los despachos, se suprimirá el material decorativo.
Los testimonios de quince familias de la región
Una de las mejores noticias del verano para la familia Bayón García fue que su hijo mayor, Rodrigo, obtuvo plaza en el instituto de Arroyo, donde comenzará primero de ESO. En este municipio vallisoletano hay más demanda que plazas, y era una preocupación latente. Martina, la pequeña de la familia, cursará cuarto de Primaria en su colegio Margarita Salas de La Vega.
«Tengo muchas ganas de volver al cole, pero tengo miedo de que con las ganas de abrazarnos que vamos a tener no podamos mantener la distancia de seguridad o nos saltemos las normas, porque va a ser muy difícil». Lo dice Andrea Guido, que va a estudiar tercero de Primaria en el Padre Claret de Palencia.
«Será un curso diferente, porque tendremos que estar con mascarilla y no podremos compartir», apunta Elisa Martín, alumna de sexto de Primaria del colegio Claret de Segovia, consciente de que «si la pandemia empeora, habrá que volver a casa».
Jasmín Morchón Salido empezará en septiembre quinto de Primaria en el CRA La Besana, en Mota del Marqués, y está convencida de que este curso tendrá que estudiarlo desde casa. «Lo que más echaré de menos es a mis amigas y el recreo. Los profesores se han interesado por nosotros durante el verano y nos han dicho que no nos desinstalemos la plataforma Teams», dice.
A Rebeca Cardillo (12 años) hablar del próximo curso le genera ilusión y miedo. A partes iguales. Hasta ahora, estudiaba en el colegio El Páramo, de Villanubla. El 14 de septiembre empezará primero de ESO en el instituto Vega de Prado, en Valladolid. «Me gustaría que fuese un curso normal, pero lo veo difícil por la cantidad de brotes que hay. Me preocupa no conocer a los profesores y al resto de compañeros. Todo será nuevo para mí, incluso el edificio del instituto porque por el estado de alarma se suspendió la jornada de puertas abiertas».
La visita en Villabrágima a su bisabuela, Natividad Sanabria, de 103 años, después de hacer su primera comunión en julio, es uno de los mejores recuerdos de este aciago verano para Marcos Pardo (8 años), de Medina de Rioseco. Marcos espera empezar cuarto de Primaria en el colegio Campos Góticos. Prefiere presencial: «Te enteras mejor de la explicaciones y estás con tus compañeros».
Alejandro Villahoz, de ocho años, sabe que el virus «se desplaza muy fácilmente entre las personas a menos que cumplamos las medidas de seguridad» y «es muy contagioso». Cuando empiece tercero de Primaria en el colegio Santa Clara de Cuéllar (Segovia) tiene «un poco de miedo» a infectarse, por lo que no le importaría volver a las clases 'on-line', pero sí estar mucho tiempo sin ver a sus amigos.
Manuel Sánchez atiende desde la localidad vallisoletana de Pollos, donde pasa el verano con sus abuelos y facilita la conciliación laboral a sus padres. En unos días volverá a Ciudad Rodrigo, donde dará el paso al instituto.
Raquel Cabeza, alumna de quinto de Primaria en el colegio Villalpando de Segovia, sabe que el virus es «muy contagioso y ha cambiado mucho la forma de jugar». Tiene ganas de recuperar la normalidad y no cree que volver al centro implique infectarse.
y que tiene que seguir escrupulosamente «muchas normas y medidas para evitar que nos contagiemos». Aún así, quiere volver a su cole, a quinto de Primaria en las Angelinas.
La familia Galván Lorenzo ha suspendido este verano las vacaciones que tenían reservadas en Gran Canaria por un fin de semana en Santillana de Mar y por tardes de diversión en la piscina. Ahora, las trillizas Claudia, Sara y María (10 años), de Medina de Rioseco, se preparan para empezar quinto de Primaria en el colegio San Vicente de Paúl.
Las medidas de higiene las tiene claras porque su madre es sanitaria, pero a Daniela Encinas Herrero, del colegio Maristas de Segovia, le preocupa la vuelta al cole. Teme contagiar a su familia y «me va a costar estar en clase con mascarilla porque me agobia y me cuesta respirar».
A Juan García, del segoviano colegio Claret, no le molesta llevar mascarilla. Solo se la quita para hacer deporte, porque « si todos hubiéramos respetado las normas, no estaríamos así». Su madre, Cristina Sánchez, critica la incertidumbre, las contradicciones y la manipulación.
«Me gustaría que fuera presencial, pero tiene pinta de que será 'on-line'. Este será mi último curso en el colegio antes de ir al instituto y quiero disfrutarlo con mis amigos y jugar en el patio como hemos hecho siempre», dice Daniel Sandoval Gutiérrez.
Diego sabe que por causa de la pandemia ha habido «bastantes muertos» y recientemente están surgiendo nuevos brotes en las diferentes comunidades. Afirma que no tiene miedo a contagiarse, pero que es necesario estar cautelosos. «No tengo miedo, pero no quiero contagiarme para no contagiar a mi familia, sobre todo por mis abuelos, pero también por mis padres y por mi hermano», sostiene.
Aitana Martín Abad no quiere volver a la educación a distancia, aunque sus padres, Carlos y Natividad, le han regalado un ordenador y una impresora por su comunión, «por si acaso». Dicen desconocer aún cómo funcionará el comedor y el transporte escolar y si podrá asistir a inglés y a las escuelas de gimnasia rítmica y danza.
Este verano tan extraño y atípico está a punto de concluir para la familia vallisoletana Marcos Frías, que ha hecho pequeñas escapadas vacacionales «de pocos días y con mucho cuidado» por Cádiz, Galicia y el pueblo de los abuelos, Rodilana. La principal preocupación de los padres, Cristina y Santiago, es la vuelta al cole de María, Santiago y Beltrán.
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