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Noemí García es la primera en abrir fuego en esta propuesta que leonoticias hace a ocho leonesas que vivieron el pasado 8 de marzo de 2018. Una jornada histórica de la que ya ha pasado un año pero cuyos ecos siguen presentes en la calle, los centros de trabajo, los comercios y la vida de la capital y la provincia. Que fue un día histórico es innegable. Aquella tarde salieron a la calle miles de mujeres para decir basta. Lo hicieron en grupos por la mañana y unidas por la tarde. Juntas pudieron. Una de aquellas leonesas que salió a la calle fue ella. Noemí García, joven diseñadora gráfica y responsable de comunicación, hace un hueco en su agenda a primera hora de la mañana para rememorar aquel día. «Fue una jornada que viví con mucha ilusión», confiesa en la entrevista, aunque tuvo que poner bastante de su parte para que llegara a buen fin. «Fui con una amiga íntima a la que tuve que convencer para que fuera conmigo, pero no nos arrepentimos», explica un año después. Allí Noemí y su amiga se encontraron con una marea ilusionante. «Me impactó la cantidad de gente que había, desde las movilizaciones de la minería no veía a tanta gente junta manifestándose», recuerda, confesando que «había mujeres de todas las edades y rangos sociales y también hombres, que a mí me encanta que estén ahí». Toca pues hacer una foto fija de este momento. «Se han sembrado muchas 'semillitas' que tardarán en florecer, pero se ven los brotes en muchos frentes». Mirando hacia dentro, Noemí asegura que «a mí me ha afectado, de un tiempo a esta parte leo más sobre feminismo y me acerco a muchas autoras». Y este viernes, sale de nuevo a la calle. «Voy con el ánimo de que convoque a mucha gente como en 2018, porque fue una referencia a nivel nacional e internacional. Espero encontrarme a amigos para ir juntos y convencer a más gente de mi alrededor para que se una a la huelga».
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En la sede de la Unión General de Trabajadores de León ya preparan todo para el viernes. El edificio del chaflán de la Gran Vía de San Marcos con Roa de la Vega es fiel al ir y venir de personas que pasan cada día por el sindicato, pero las banderas moradas y los carteles hacen que el escenario cambie. «Estamos ya con la pancarta y todo lo demás», comenta Karol, delegada sindical de UGT. Junto a su mesa, el cartel que imitando a una señal de prohibido reza aquello de 'hasta el ovario de tanto escapulario', con el que fue retratada por Peio García, fotógrafo de la Agencia Ical. Es una de las imágenes que pintan aquel 8M en León capital. «Fue un día muy emocionante, quedamos todas para poder salir a las calles y realizar el piquete, ir a los comercios y dar un poco de visibilidad», rememora Carolina Suárez, echando la vista atrás. Eso sí, lo mejor estaba por llegar. «Por la tarde la manifestación fue la hostia, lo vivimos con mucha unión, con mucha alegría y la pena es que ese día no fuera todos los días», explica la delegada sindical. De hecho, ese peso del sindicalismo se muestra en sus palabras. El feminismo se topa de bruces con una realidad marcada por la política. «Pensamos que se estaba avanzando, pero ahora están surgiendo una serie de partidos ante los que hay que estar unidas para lo que se nos viene». Los recuerdos vuelven a la cabeza cuando sostiene aquella foto de Peio. «Volvemos con mucha ilusión y con mucha más fuerza, esta vez se nos tiene que oír y tenemos que estar en la calle, todas a una», concluye.
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De un tiempo a esta parte se ha convertido en habitual ver a Virginia en los eventos sociales de la ciudad. Conciertos, exposiciones y actos no suelen escapar a su foco, aportando una mirada fresca y moderna a la vida cultural de un León que sigue manteniendo el pulso a pesar de los pesares. Ella, con su cámara de fotos, retrata cada detalle de una vida que fluye ante su objetivo. Y Virginia también tomó parte en el pasado 8M. «Fui a la manifestación, me comprometí con la causa, pero realmente es algo que vivo todos los días», comenta en su estudio fotográfico de la calle Sierra Pambley, junto a la calle Ancha. Allí lleva unos meses luchando por hacer de su don una oportunidad. «En mi círculo sí que noto cambios, veo muchas mujeres emprendedoras, muchas chicas que quieren hacer muchas cosas y a muchos chicos que lo apoyan», asegura, siendo ella ejemplo claro de no quedarse estancada en lo de siempre. De dar ese paso necesario del emprendimiento. «Deberíamos apoyarnos todos independientemente del género, cuando eso pase nos irá mucho mejor», relata en la entrevista. Mostrando su estudio, Virginia Aguado reflexiona sobre cómo afrontará este 8M de 2019. El viernes «tocará trabajar», pero irá a la manifestación. «Estoy comprometida con la causa y haré todo lo que esté en mi mano para que las cosas puedan cambiar poquito a poco». La vida leonesa seguirá pasando ante el objetivo de Virginia, con esa mirada fresca y moderna que aporta a un feminismo que, pese a «estar presente de forma más notable en los jóvenes, es algo por lo que tenemos que luchar todos los días».
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El 8M de Nélida de Andrés no pudo estar más cargado de emociones. Los ojos de la psicóloga brillan al recordar aquella jornada de la que han pasado 365 días. Las emociones surgen en seguida. «La verdad es que lo viví con mucha intensidad, vengo de un pueblo y logramos aglutinar a mucha gente que quizás antes no se habían movilizado», comenta en la Plaza de las Cortes, no muy lejos de aquellas calles que vibraron hace un año teñidas de morado. «Vinimos todas juntas y nos encontramos aquí con algo único», confiesa Nélida, 'Nean' para los más cercanos. Las razones parecen lógicas. «He participado en manifestaciones a todos los niveles y lo que me encontré ese día fue especial, sobre todo por la mezcla generacional, las mujeres mayores han dicho basta y la gente joven ha dicho simbólicamente 'vamos a continuar con esto hasta que lo consigamos'». «Vinimos todas juntas y nos encontramos aquí con algo único», confiesa Nélida, 'Nean' para los más cercanos. Las razones parecen lógicas. «He participado en manifestaciones a todos los niveles y lo que me encontré ese día fue especial, sobre todo por la mezcla generacional, las mujeres mayores han dicho basta y la gente joven ha dicho simbólicamente 'vamos a continuar con esto hasta que lo consigamos'». Con la convocatoria de este viernes en la agenda, la psicóloga leonesa defiende que desde Vilecha volverán a la calle «con la misma energía y mostrando los mil motivos que tenemos para salir, quizás esta vez con más énfasis, por todas esas voces que pretenden recular en los derechos de las mujeres, porque tenemos que hacerles saber que eso no va a suceder. Ahora, 365 días después, toca ver cómo es la realidad después de aquel fulgor. «La verdad es que veo muy pocos avances, han salido encuestas que dicen que seguimos teniendo sueldos inferiores y condiciones peores», lamenta Nean, que no esconde que «las cosas han cambiado poco, está bien el énfasis que ponemos pero tiene que ir acompañado de decisiones políticas y de una inversión económica importante» No puede haber mejor razón para volver a salir a la calle.
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El 8M de Marta Sofía López, conocida por todos como 'Chian', fue cuanto menos esperado. Militante feminista «desde hace treinta años», la profesora universitaria lo vivió «con muchísima ilusión, casi como si lo hubiera preparado yo». Y la razón para entender que fuera esperado tarda poco en salir en la conversación. «Tenía la tremenda frustración de ver que la gente joven no entendía la necesidad del feminismo, por lo que viví con mucha ilusión que a nivel global hubiera un movimiento muy fuerte de concienciación de las mujeres y de saber que si las mujeres paramos, el mundo se para». Aquel 8M, Chian estaba en Gradefes. «Lo viví en mi pueblo y allí me fui a ver las actividades y el teatro que organizaban las amas de casa». Y ahí tomó parte. «Les eché una pequeña 'filípica', hablándoles de los orígenes del feminismo y por lo menos hubo dos o tres que me dijeron que era interesante». Con la atalaya que ofrecen los treinta años de lucha, la profesora universitaria hace balance. «Yo creo que la sociedad ha avanzado desde el 8M, todo cambio social es lento y trabajoso, pero a nivel de docencia encuentro muchísima más sensibilidad hacia el pensamiento feminista». De hecho, a renglón seguido, Chian asegura que «hay más conciencia de la necesidad de la movilización no solo por nosotras, que somos blancas, occidentales y de clase media, sino por aquellas que no se pueden permitir hacer huelga. Las que podemos debemos parar por ellas». Ella afrontará el 8M de este año haciendo parón. «Tengo una charla en Navatejera sobre las razones del feminismo y el resto del día lo dedicaré a trabajar en mi casa, en cosas que tengo apartadas porque la naturaleza no se pone en huelga».
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El 8M de Sara tuvo la partida doble de vivirlo tanto en el mundo rural como en la capital. Su jornada, de la que guarda un recuerdo «muy emotivo» comenzó en Valencia de Don Juan. Allí, junto a las más jóvenes de la localidad («que nos ayudaron muchísimo, como asegura), puso la semilla para lo que vendría después en León. «Había un montón de gente y sobre todo me gustó el esfuerzo que pusimos todas en que eso saliera adelante», afirma orgullosa. El caldo de cultivo llamaba a no quedarse en casa. «Con todas las noticias que vivimos como la de la Manada o los asesinatos machistas, había que dar a conocer que el feminismo no da miedo». Sobre las razones de que esto ocurra, Sara señala que «es una palabra que asusta a muchos y no tiene nada de malo, es el desconocimiento y para contrarrestarlo hay que visibilizar». Las soluciones para un horizonte diferente parecen difusas. «Hay que cambiar las políticas, pero yo creo que ya no nos callamos tanto, no agachamos la cabeza y ahora pedimos más». La estudiante de Educación Social saca pecho, un año después, de lo logrado. «Visibilizamos las cosas que antes 'no eran para tanto' pero hacían una montaña, aunque políticamente no se haya movido tanto, socialmente sí». Sara volverá a la calle este 8M. «Iré igual que en la otra convocatoria, con toda la ilusión, ganas y fuerza que tenemos».
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Han pasado 365 días, pero Alba Dos Santos tiene presente la fuerza con la que salió a la calle en marzo del pasado año. «Lo viví con mucha emoción, soy de un pueblecito y en las manifestaciones siempre había cuatro gatos, pero llegué a León y vi a tanta gente que se te ponían los pelos de punta», comenta, aún con la emoción en el gesto. En León fue consciente «de toda la gente que se movilizó para decir 'estamos aquí, nos hemos levantado y no nos vamos a callar'». El análisis, para Alba, pasa porque «el problema es que muchos aún dicen que no es necesaria la manifestación, que tenemos los mismos derechos que los hombres, y en muchas cosas seguimos siendo inferiores. Nos siguen matando, torturando y violando». En la realidad aún queda por tejer igualdad. Para esta estudiante de Veterinaria «en algunos temas se ha avanzado y en otros no. Antes te ponías a hablar de esto y salía la palabra feminazi, ahora es 'anda mira la feminista', ya no nos ven tan extremistas». Eso sí, en algunos campos «nos están haciendo retroceder, pero ni yo ni muchas otras nos vamos a callar. Vamos a seguir hacia adelante». Toca volver a la calle. «Lo haré igual que el año pasado, llegaré con más ganas, con mis amigas y amigos hombres, haciendo ruido por León».
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