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Álvaro Gil-Robles, en su visita al Albéitar de la Universidad de León. C.P.
Álvaro Gil-Robles | Ex-defensor del Pueblo

«El que vive en León es tan ciudadano como cualquier otro, tiene los mismos derechos y merece las mismas oportunidades»

Retirado de la política en la actualidad y jubilado en un pueblo de Segovia, Álvaro Gil-Robles visita León, la provincia de sus antepasados, donde analiza los grandes retos a los que se enfrenta España y el mundo rural

Domingo, 12 de diciembre 2021, 09:12

Álvaro Gil-Robles hace años que se encuentra alejado de la vida política, sin embargo, sigue siendo un apasionado de la misma. Hace un seguimiento de los debates que tienen lugar en el Congreso de los Diputados porque asegura que la situación actual se encuentra ... en un punto «muy interesante, con muchas perspectivas abiertas», y considera que España se encuentra en un momento de reconstrucción a nivel económico, social y territorial:

«Hemos intentado crear una España basada en los núcleos grandes de población, donde está el movimiento económico y donde es más fácil el desarrollo, pero nos hemos olvidado al resto de España. Eso crea desestabilidad, desigualdad y desequilibrios importantísimos», señala a Leonoticias el que fuese Defensor del Pueblo. «El que vive en León es tan ciudadano como cualquier otro y tiene los mismos derechos, merece las mismas oportunidades de desarrollo, tanto en León capital como en cualquier población pequeña».

«Hemos intentado crear una España basada en los núcleos grandes de población, donde está el movimiento económico y donde es más fácil el desarrollo, pero nos hemos olvidado al resto de España»

La España sin opciones de desarrollo

Tras haber vivido en el corazón de Europa en su etapa en el Consejo de Europa, este defensor de los derechos humanos disfruta de su jubilación asentado en Castilla, en un pueblo de Segovia, desde donde sufre en primera persona estas diferencias, causantes de la gran despoblación que sufren esta zona y otras similares: «Los grandes servicios públicos están muy lejos y todo eso parece que no, pero no anima a fijar población. Si no tienes colegios, ni sanidad, ni comunicaciones buenas, no tienes opciones para su familia y su desarrollo. Difícilmente se van a quedar así», lamenta.

«Me parece que hay muchas respuestas que dar a la España rural por desarrollar, a la España que quiere seguir estando allí y a la que se está empujando para que se marche»

Su pasado familiar, ligado al escritor berciano Enrique Gil y Carrasco, le ata a la provincia de León, a la cual comprende en su lucha por alzar la voz contra el olvido: «No hay la suficiente inversión, o por lo menos el estudio que hay qué hay que hacer para que este territorio no se sienta maltratado», asegura, ilustrando la idea con un ejemplo sangrante: «Yo veo la carretera entre Valladolid y León y no está especialmente bien. ¿Por qué está así para llegar a León? Seguramente habrá mil razones, pero, ¿cómo en tantos años no hemos sido capaces, de un color y de otro, en mejorar estas comunicaciones? Nos tenemos que hacer preguntas y buscar las respuestas, porque me parece que hay muchas respuestas que dar a la España rural por desarrollar, a la España que quiere seguir estando allí y a la que se está empujando para que se marche».

Menos agresividad, más pactar

Sin embargo, en la búsqueda de estos objetivos, para este político nacido en el exilio tras la Guerra Civil, es necesario inculcar una mayor cultura política entre los españoles: «Para ser política no es necesario ser tan agresivo, porque los españoles no somos tontos, no nos vamos a dejar llevar porque alguien sea más agresivo con el político 'A' o porque se acuerden de la familia del político 'B'», explica. «Lo que nos interesa de verdad es que se ponga encima de la mesa ideas y proyectos».

«En mi generación lo supimos hacer durante la Transición y nos dejamos muchos jirones de nuestras ideas, porque había que ir con todos, y no era agradable sentarse con los que te habían metido en la cárcel»

El respeto, una de las piezas fundamentales que no encuentra en el panorama político actual, es para Gil-Robles la herramienta que debe ayudar al político en su misión de canalizar el enfado de los ciudadanos en alternativas: «Discrepar significa ser firme en las ideas, pero también saber pactar en lo esencial y encontrar un camino donde ir todos», asegura a Leonoticias. «En mi generación lo supimos hacer durante la Transición y nos dejamos muchos jirones de nuestras ideas, porque había que ir con los exfranquistas, con los no-franquistas, con todos, y no era agradable sentarse con los que te habían metido en la cárcel, pero lo importante es el objetivo al que queremos ir, el futuro que queremos, cada uno con sus ideas, para convencer a los españoles con ideas, no con agresividad».

Líneas rojas

Y es que, especialmente ahora tras la Crisis del 2008 y la pandemia, lo importante es avanzar: «Hay fuerzas políticas que realmente todavía no han asumido la idea de que se trata de un momento donde debemos remar todos juntos», lamenta Álvaro Gil-Robles, que teme que se puedan perder los apoyos económicos de Europa en debates estériles. «Aunque no te guste el compañero de barca o discrepes de él, lo importante es llegar al otro punto, aunque se pongan condiciones, pero hay que remar. Y esto parece que hay fuerzas que no lo tienen claro y lo único que quieren es cambiar al timonel por las buenas».

«Los que tienen un discurso antidemocrático. Ese es el límite. La extrema derecha y la extrema izquierda. Ahí no me encontrarán»

Eso sí, él también tiene su línea roja: «Los que tienen un discurso antidemocrático. Ese es el límite. La extrema derecha y la extrema izquierda, porque ambos niegan el principio esencial de la democracia para establecer un pensamiento totalitario y ahí no me encontrarán», asegura en un llamamiento al entendimiento. «En lo que no sean esos extremos, nos podemos encontrar todos».

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