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Confiesa que lo asume como un «peaje a pagar» para todos aquellos que ostentan un cargo público y ha acabado asimilándolo como un 'gaje del oficio'.
Andrea Fernández no se ha librado del acoso mediático y de la agresividad en las redes sociales por defender ... sus ideas. De hecho, ha optado por hacer de la debilidad una fortaleza y verlo como una «motivación» entre personas que tienen opiniones públicas, «incidiendo en mujeres jóvenes que hablamos de feminismo», donde se encuentra el mayor bastión de 'haters' de la red social Twitter.
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La diputada confiesa que tuvo que dejar una temporada de tener actividad política en redes porque se le hacía «insoportable» y le estaba generando problemas a nivel personal.
«Hay una reflexión desde una perspectiva democrática: si las mujeres no podemos utilizar un espacio público para hablar de cuestiones de la comunidad a la que pertenecemos, estamos teniendo un problema de calidad democrática», analiza la responsable de Igualdad del PSOE.
Fernández rechaza que haya opiniones que generen «tantísima intolerancia» y en especial aquellas que tienen que ver con los derechos de la mujer.
Y pone el foco sobre Irene Montero, una de las personas más expuestas y criticadas en este tipo de situaciones. Defendiéndola como una mujer «fuerte, determinada y que lleva de la mejor forma posible esto porque entiende que lo que hace es bueno», la leonesa se manifiesta contundente para asegurar que «más allá de lo bien o mal que nos caiga Irene o las feministas, nadie merece recibir acoso y violencia».
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Del mismo modo, pone el foco en el Congreso de los Diputados, donde en los últimos meses se vive una escalada de tensión política que ha llevado a instaurar el término 'violencia política' para referirse a los insultos que se emiten desde el atril.
«La nueva política está más en generar contenido que en el debate sustantivo de la norma. Si a eso se suma intolerancia e incapacidad para reconocer la legitimidad del parlamento y el gobierno, y me refiero con esto a VOX, nos situamos en escenarios como el que provocó Carla Toscano con Irene Montero, que más allá de lo que pensemos de ella, nadie merece recibir esas descalificaciones públicas y una humillación manifiesta», relata la leonesa.
Por último, Andrea Fernandez mira con positividad a esta situación y señala que en el Congreso de los Diputados, más allá del ruido, existe el trabajo en los pasillos, un «buen trabajo y buen diálogo» que lleva a tener relaciones «más sanas» que permiten que las cosas del día a día funcionen.
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