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La vida sencilla de Amancio Ortega, el hombre que soñó con vestir al mundo

La vida sencilla de Amancio Ortega, el hombre que soñó con vestir al mundo

El magnate y filántropo atesora desde su juventud la clave del éxito empresarial. Rehúye de los medios por celo a su intimidad y ninguna crisis económica arrebata su puesto de español más rico

Bárbara Parreira

Lunes, 10 de agosto 2020, 19:38

Amancio Ortega Gaona es el empresario español más conocido del mundo y, según la revista Forbes, el quinto hombre más rico del planeta. Hasta el año 2000 nadie le ponía cara, pues a lo largo de su carrera profesional ha destacado por ser un hombre ... discreto, celoso de su intimidad y con aversión a los medios. Pero a pesar de sus esfuerzos por pasar desapercibido, no ha podido esquivar los focos que alumbran su ingente fortuna.

En 2001 creó la Fundación Amancio Ortega, a través de la cual ha destinado más de 320 millones para el tratamiento del cáncer y 63 millones para el combate contra la Covid-19. Su programa de becas para estudiantes y sus generosas contribuciones al sistema sanitario han levantado por un lado, una lluvia de alabanzas entorno a su figura y por el otro, una tormenta de críticas. Pero lejos de las opiniones de cada uno, lo que no se puede negar es que Amancio es un hombre que se ha hecho a sí mismo.

Se estima que su fortuna actual supera los 79.000 millones, pero nada de esto le cayó del cielo. Fueron muchos años de sacrificio, dedicación y, sobre todo, una mente comercial muy estratégica para llegar hasta donde ha llegado. Lo que se sabe sobre él y de su vida personal es poco, pero lo que sí se puede decir con certeza es que este leonés afincado en Galicia atesora desde su juventud la clave del éxito empresarial.

A los pocos meses de nacer, en 1936, la familia Ortega se trasladó de un pueblo de León a otro de Gipuzkoa, y al cabo de unos años, cuando Amancio rondaba la adolescencia, se mudaron a La Coruña, lugar en el que empieza a trazar su trayectoria en el mundo textil. Con tan solo 14 años Amancio ya había trabajado en dos tiendas de ropa en la capital gallega. En una de ellas conoce a su primera mujer, Rosalía Mera (1944-2013), con la que más adelante inaugura su primer negocio en Arteixo, Confecciones GOA: una tienda de albornoces y vestidos que tuvo una gran acogida entre la población de la región.

Marta Ortega y su padre.

Confecciones GOA observó durante su primera década un significante y progresivo aumento en el gráfico de ventas, por lo que Ortega expandió su producción y el número de empleados. Al ver el éxito de su negocio, la pareja decidió inaugurar, en 1975, una segunda tienda en La Coruña: ZARA. Un lugar en el que el consumidor podría encontrar tanto ropa para mujeres como para hombres, niños y niñas. Al cabo de un año, Confecciones GOA se constituye como propietaria de Zara y nuevos establecimientos empiezan a emerger por toda España.

En 1985 las tiendas al mando del señor Ortega se unificaron bajo un único nombre, el grupo Inditex. A partir de ese momento, la marca textil empieza a traspasar fronteras durante los noventa, iniciando una exitosa trayectoria internacional en continentes como América y Asia. Bajo el dominio del grupo Inditex, aparecen otras firmas como Pull and Bear en 1991, Massimo Dutti en 1995, Bershka en 1998 y Lefties y Stradivarius en 1999.

A pesar de tener una labor empresarial muy destacada, Ortega siempre ha sido un hombre sencillo, de pocos excesos y cercano. Quizá esa sea una de las claves de su éxito. Las personas de su entorno alegan que Ortega es alguien humilde, que contradice todos los estereotipos de un empresario de su talla. Sus conocidos afirman también que vivió la mayor parte de su vida en un barrio de clase media, en un piso enfrente de la playa de La Coruña. Le encantan las camisas azules y aborrece los despachos. Se pasa buena parte del día paseando por su fábrica en Arteixo, charlando y compartiendo mesa con sus empleados en el comedor de las instalaciones.

Amancio y su padre.

Claro está que el celo que tiene por su intimidad siempre ha despertado la curiosidad de la prensa. Pero ni siquiera los periodistas del 'The New York Times' tuvieron éxito a la hora de persuadirle para conceder una entrevista. Mientras el imperio Inditex crecía de forma vertiginosa en los noventa, Ortega era un fantasma del que muchos hablaban pero pocos habían visto. Cuando el mundo todavía desconocía su imagen pública, algunos periodistas, que le reconocían por la calle, en un restaurante o en el aeropuerto, confesaron sentirse impactados; impactados al pensar que aquella persona tan normal y corriente, era ni mas ni menos que el propio Amancio Ortega, uno de los hombres más ricos del mundo.

La gente deseaba ponerle cara y el mayor anhelo de la prensa internacional era conseguir una exclusiva con el hombre que desde la sombra había levantado el mayor imperio textil jamás conocido. Pero el señor Ortega no concede entrevistas ni comparte su intimidad. Sin embargo, allá por el año 2000 en Galicia siempre corrían rumores sobre su vida cotidiana y aficiones. Se decía que era un aficionado al fútbol y todas las semanas jugaba una pachanga con sus amigos. Sus amigos señalan que Ortega es un hombre de poca ostentación al que, como a todo el mundo, le gusta tomar un buen café en su bar de siempre.

La hija de Amancio y su marido.

Pero si por otra cosa destaca este gallego de alma, además de por su éxito empresarial, es por su devoción a la familia. De su matrimonio con Rosalía Mera nacieron los primogénitos Sandra, en 1968, y Marcos, en 1979. Sandra le ha dado tres nietos: Martiño, Antía y Uxía.

De su actual relación sentimental con Flora Pérez Marcote (64 años) tuvo, en 1984, a su hija más mediática, Marta Ortega. Marta es la aclamada heredera del imperio y está casada con Carlos Torretta. El pasado mes de marzo dio a luz a su primera niña, a la que ha llamado Matilda. La niña es la hermana pequeña de Amancio, fruto del matrimonio de Marta con el jinete asturiano Sergio Álvarez Moya.

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