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En la mañana del viernes, bajo la techumbre que reposa en la fachada del Molino Sidrón, todos coincidían. «Yo creo que va a ser un rincón muy bonito para la ciudad, hay sillares de gran tamaño en esta parte de la muralla que no se ... ven en otras partes», destacaba el arqueólogo jefe del proyecto, Fernando Muñoz Villarejo. Coincidían tanto el alcalde como la arqueóloga municipal. «Eran zonas que no estaban visibles por el público, bien porque estaban en otras manos o porque incluso había edificaciones que ya se están empezando a demoler».
La idea es clara: hacer peatonal el espacio de la Era del Moro, unos cuantos metros que unirán El Espolón con la calle Ramón y Cajal. El verano que viene es la fecha marcada, pero el proyecto es más ambicioso (al menos sobre el papel) de lo que pudiera parecer.
En esta nueva calle se encuentran distintas edificaciones de las que solo se salvará el Molino Sidrón. Este espacio, que no está en la mejor de las condiciones (se puede apreciar en las fotos que acompañan a este artículo), será un espacio aún por definir, en el que la opción cultural parece ganar enteros.
Como apuntaba este diario digital a comienzos del mes de agosto, la intervención en la Era del Moro permitirá ver la canalización y desembocadura en el molino que entroncaba con Puerta Castillo para suministrar agua a las legiones.
Esta nueva calle estará cargada de historia. Junto a ella el leonés y el visitante podrá ver los sillares de la muralla y no solo eso.
Fernando Muñoz Villarejo, arqueólogo jefe del proyecto, explicó en la visita que la intervención arqueológica realizada en la zona ha tenido dos partes. Por un lado, se procedió a realizar la excavación de la parte superior, «que ha permitido conocer los niveles de circulación y saber que habia arriba en la muralla», mientras que, posteriormente, «se hizo una lectura de paramentos para conocer su evolución a través de los 1,700 años que tiene».
Estas investigaciones han avanzado en positivo. «La muralla nos ha dado bastantes pistas, sabemos mejor que hace unos años cómo se va construyendo la muralla y el hallazgo más espectacular ha sido el de las lápidas, no en cuanto a número, porque en la Calle Carreras salieron más de 50, sino que aquí la diferencia está en que están puestas de forma que se pueden leer», señaló el arqueólogo.
En la actualidad, las lápidas están siendo estudiadas por el profesor Sánchez Lafuente, de la Universidad de León. «Una de ellas nos está hablando de una persona que falleció a los 25 años y su hermano de sangre o de armas pagó la misma».
En resumen, las murallas, según Muñoz Villarejo, «vienen a confirmar la presencia e importancia de la Legio Septima Gémina».
En definitiva, toca trabajo por delante para culminar una obra con la que rescatar, demasiados años después, una muralla a la que León dio la espalda en muchos de sus tramos.
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