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Que el sueldo medio en León haya subido es una gran noticia y que lo haga cerca de un setenta por ciento lo es aún más. Que lo haya hecho en un cuarto de siglo le resta bastante valor; y que ese porcentaje se quede por debajo del incremento que sufren gastos tan vitales como la vivienda, la electricidad o la alimentación, lo hunde.
El salario medio de los leoneses ha pasado de contarse en pesetas a comienzos de 2000, 2.132.237 (12.815 euros), a hacerlo en la moneda común europea y alcanzar los 21.389 con los que iniciamos 2025. Sí, es un 66,9% más. Una ganancia importante que no se puede valorar si no se tiene en cuenta a ese indicador tan mencionado cuando se negocia un convenio o un contrato de alquiler.
El IPC, el Índice de Precios al Consumo, nos dice lo que sube el coste de la vida. Y en León ha subido, y mucho. Sólo en Barcelona, Lleida y Girona lo ha hecho más que el 85,5 por ciento que lo ha hecho en León entre enero de 2000 y enero de 2025, según los datos del INE.
La resta entre ese IPC disparado y esos sueldos ofrece un resultado nada positivo: una pérdida de poder adquisitivo de 18,6 puntos. O lo que es lo mismo: aunque nuestra nómina o las facturas que expidamos nos aporten más ingresos, podemos gastar menos en comprar o contratar servicios. Pero, ¿qué es lo que más se ha encarecido en León?
Aunque su porcentaje no es el que más asuste, que lo hace, sí que implica la mayor cantidad de gasto para cualquiera que tenga que alquilar una vivienda, sobre todo en León capital.
En el centro de la ciudad, el metro cuadrado ha pasado de valorarse en unos tres euros y medio a acercarse a los nueve: un 140,5 por ciento más. Un piso de unos 90 metros cuadrados, de media y sin tener en cuenta otros factores como el garaje o el equipamiento, requiere de 800 euros mensuales de media según un estudio de un portal inmobiliario.
Si el sueldo mensual (haciendo el cálculo a neto) se acerca a los 1.500 euros de promedio, haría falta más de la mitad de lo ingresado para hacer frente a este gasto.
Aunque aquí entran en juego otros factores como el dinero ahorrado, las condiciones de la hipoteca y los impuestos a los que hay que hacer frente, en León se cumple aquello de que «comprar casa es mejor que alquilar». Menos caro, pero más difícil que hace un cuarto de siglo.
En concreto, un 86 por ciento más caro ahora que a comienzos de siglo (815 euros el metro cuadrado), y eso que el máximo (1.898 euros) se marcó en febrero de 2011, justo antes de que explotara la burbuja inmobiliaria. Ahora, después de que bajaran los precios hasta 2016, el metro se sitúa en la provincia de León en los 1.507 de media.
Si hay algo, sobre todo durante los últimos años, que ha pisado el acelerador de los precios y ha vaciado los bolsillos de los leoneses es la cesta de la compra. Aunque hay productos que han subido como los sueldos, el pan lo ha hecho en torno al setenta porciento; o incluso por debajo como la carne de vacuno o de cerdo en torno al cuarenta por ciento, o el arroz o la leche un cincuenta, hay otros que han subido casi cinco veces más que los sueldos.
Es el caso de las patatas, quizá el producto más básico y habitual de todas las despensas, han pasado de costar 32 céntimos el kilo a un euro con 40 céntimos: un 351,6 por ciento de incremento. Cerca, y con subidas casi igual de espectaculares están los huevos con un 227 por ciento y el aceite de oliva que, tras llegar a superar los diez euros el litro hace meses, se ha moderado aunque casi triplica lo que costaba a principios de siglo.
A pesar del aumento de cuota de las energías renovables y una mayor competencia, y de que vehículos y electrodomésticos hacen gala de ser más eficaces y sostenibles, las facturas de elementos como la electricidad o los carburantes son cada vez más insostenibles.
El kilovatio hora ha subido de los 0,082 euros en 2000 a los 0,159€ en 2025. Un 94 por ciento más de media a los que habría que sumar otros conceptos que también se encarecido más de lo que ha subido el salario de los leoneses como la potencia contratada, los impuestos y el alquiler de equipos (contadores).
Muchos más fácil de medir es el coste de los productos derivados del petróleo como los carburantes. Un litro de gasolina sin plomo de 95 octanos costaba hace 25 años 77 céntimos mientras que ahora se paga de media en la provincia de León 1,46 euros. Un 89,6 por ciento más, que queda por detrás del incremento del combustible diésel del 107,4 por ciento. El gasóleo ha pasado de los 68 céntimos a más del doble: 1,46 euros.
Y la bombona de butano, que para muchos hogares sigue siendo necesaria y asequible, a pesar de que un par de años antes de que entrara el euro en circulación costase 8,47 y ahora sea necesario desembolsar 17,64 euros. Un encarecimiento del 108,3 por ciento.
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Ejemplos de cómo ha cambiado la vida, económicamente hablando, para miles de leoneses en estos últimos 25 años. Un empobrecimiento lento pero continuado que, echando cuentas y tomando perspectiva, es demasiado cuantioso y hace cada vez más complicado llegar a fin de mes con algo de dinero para ahorrar.
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