Julia Martínez, Fundación Vicente Ferrer
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Julia Martínez, Fundación Vicente Ferrer
«Ver que el apadrinamiento cambia vidas te ayuda a entender que las cosas pueden cambiar»Todos guardamos como un juramento secreto ese destino que sí o sí queremos y debemos, como si de una imposición se tratara, visitar antes de morir. Y el viaje con el que siempre soñó Julia Martínez era la India. «Desde siempre me ha fascinado este país, su cultura, y tenía claro que tenía venir», cuenta desde la región india de Kurnool la leonesa. Es la tercera vez que visita su destino soñado gracias al proyecto 1km1vida de la Fundación Vicente Ferrer, que gracias a la Anantapur Ultramarathon recauda fondos para ayudar a los vecinos de las aldeas de la región.
Su primera vez en India fue en 2019. Gracias a unos familiares que le hablaron del proyecto no se lo pensó dos veces y decidió apuntarse a la carrera de relevos que se organiza cada mes de enero como acompañante. Porque su función en este evento que recorre 60 aldeas de la zona de Anantapur es precisamente esa, acompañar a los corredores a través de los 40 kilómetros de la marcha y familiarizarse con los vecinos de la región. «Entablamos relación con las personas que viven en las aldeas, son localidades muy pobres a todos los niveles y la gente nos recibe con mucha alegría, es una experiencia única», explica.
En 2020 volvió a India y este 2025 lo hace por tercera vez en una cita que le sigue sorprendiendo y animando a seguir colaborando. Trabajadora de Servicios Sociales en el Ayuntamiento de León, siempre ha estado sensibilizada con las personas más desfavorecidas, y encuentran en este tipo por su trabajo con los asuntos sociales y las personas más desfavorecidas, encuentra en este tipo de proyectos una forma de aportar su granito de arena para acabar con la asfixiante desigualdad que percibe en el país asiático. «Aquí todo vale más que una mujer, hasta una vaca», reconoce.
En este sentido pone en valor el trabajo que fundaciones como Vicente Ferrer llevan a cabo en la zona. Recuerda que la primera vez que participó en 1km1vida el objetivo era actuar en una aldea para reconstruirla ya que la gente vivía «en chozas, como iglús con trapos por encima, en unas condiciones infrahumanas». Gracias al proyecto al año siguiente se pudo entregar a los vecinos 36 viviendas. «Algo que me gustó del proyecto es la sensibilidad que tienen porque se ponen a nombre de las mujeres, ellas son las titulares, y es una forma de empoderarlas y de que sientan que pueden tener algo propio».
En esta edición de 2025 en la que participa un grupo de 14 leoneses el objetivo es acometer actuaciones en una región de Nepal donde trabaja la fundación, y construir centros preescolares para niños de entre 3 y 6 años.
El viaje a India es además una oportunidad para reencontrarse con una familia muy especial para esta leonesa. En 2017 apadrinó a Keerthana, una joven que tiene ya 16 años y que cursa primero de bachillerato. «Cuando nos conocimos le hice la típica pregunta de qué quería ser de mayor, y me dijo que policía. La segunda vez que la vi años después de lo volví a preguntar y me respondió lo mismo. Y este año que hemos podido estar juntas lo he vuelto a hacer, y seguía pensando igual», comenta por teléfono Julia, que confía en que gracias a los estudios que cursa pueda pasar los exámenes de acceso y ser becada para logar su sueño.
El marido de Julia apadrinó al hermano de Keerthana, Raju, un niño de 12 años que también se forma gracias al apadrinamiento para tener un futuro profesional. Las dos hijas de la pareja, a la vez, tienen también niños apadrinados. «Todo queda en casa», se sonríe la leonesa, que apunta que gracias al viaje dentro del grupo de leoneses se ha apadrinado a tres niños más.
«Gracias a esto ellos tienen sanidad y educación, pueden formarse en escuelas profesionales de enfermería, en idiomas como inglés, francés, alemán y español... está pensado para que tengan un futuro laboral, una oportunidad para ellos, para sus familias y para toda su comunidad», explica Julia.
Sus visitas a India siempre son emocionantes porque puede ver en primera persona cómo actúa la fundación y cómo repercute en el entorno. «Ves la progresión, ves cómo el apadrinamiento puede cambiar la vida para que tengan un futuro y vemos cómo actúa la fundación con los colectivos más vulnerables», relata la leonesa, que días antes de volver a casa ya sueña con la próxima vez que hará las maletas para reencontrarse con su familia india.
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