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Un lugar «antihigiénico», foco de «ratas y abandono» y punto de «trapicheo». Así definen los vecinos del barrio leonés de La Palomera el solar que ocupa el chalé de Los Osorios, en el número 27 de la vía que conecta el barrio con el Espolón y que, en estado de ruina, espera su derribo definitivo tras años de abandono.
Zona habitual de paso entre los vecinos que vuelven al barrio del centro o que hacen el camino a la inversa, las miradas siempre se posan en el chalé, tapiado desde la pasada semana tras ejecutar la orden de desahucio, y que presenta un estado ruinoso.
Uno de esos vecinos que siempre se fija en la vivienda es Manuel Iglesias, que cree que el chalé «ya tenía que estar tirado de hace tiempo porque trae muchas cosas malas». En sus paseos por la zona ha visto «ratas» y «de todo», y no entiende «por qué lo tenemos ahí» ya que opina que «las casas que están abandonadas las tenían que haber tirado hace mucho porque es antihigiénico para los ciudadanos de León».
Opinión similar comparte Julia Sousa, otra vecina de toda la vida del barrio que reconoce que recuerda el mal estado de la casa «siempre así». Se remonta un par de años atrás para recordar el derribo de la casa aledaña, y no entiende «que no aprovecharan la oportunidad para tirar esta también», y cree que la solución momentánea de tapiarlo solo es «un remiendo».
Muy cerca del chalé viven Antonio Alonso e Isabel Tascón. Han visto la evolución de la casa, cada vez en peor estado, y reconocen que ha sido en el último año cuando la situación se ha complicado más. Aseguran que el vecino que vivía con su perra no causaba mayor problema, y ponen el foco en las personas que se instalaron en la parte baja de la casa. «Ha habido muchos problemas, ha venido en varias ocasiones la policía, provocaron un incendio y había mucho trapicheo de drogas, básicamente», señala el matrimonio.
Reconoce Isabel que haber visto los ladrillos cubriendo los accesos al edificio le ha «alegrado mucho», especialmente «por la seguridad de todos, del barrio y de las personas que estaban dentro porque esa casa no es segura».
El deseo de los vecinos una vez se acometa la demolición de la casa sería avanzar hacia una posible obra que permitiera abrir un corredor que conectara la calle con Nocedo, un proyecto que en su día ya se puso sobre la mesa y que sería positivo para «limpiar el solar» y mejorar la conexión del barrio.
Julia Sousa reconoce haber pensado en más de una ocasión lo positivo que sería abrir una calle nueva para evitar dar el actual rodeo para llegar a las calles posteriores,y cree que sería una solución muy adecuada para un solar que ya espera la ejecución del derribo de la última casa en ruinas que queda en pie.
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