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- «Parece la valla de Melilla».
Un vecino de la capital se afanaba la pasada semana, con sus manos aferradas a dos barrotes de hierro, por visualizar qué se escondía al otro lado de la valla perimetral que define la integración ferroviaria.
Al otro lado de esos barrotes de tres metros de altura, efectivamente, está León, la ciudad, el entorno urbano al que el olvidado León oeste pretendía abrazar.
En realidad debería ser un espacio permeable, abierto al peatón, una conexión que permitiera una transición urbana entre el centro de León capital y su margen izquierdo.
Sin embargo, la anhelada integración ferroviaria solo supondrá que el tren físicamente no sea visible para los vecinos, y muy poco más.
El tránsito hacia la zona oeste de la ciudad, a la que se quería conectar con el centro con el fin de fomentar su desarrollo, se queda en nada en el proyecto de integración urbana porque ese anhelo choca de lleno con una valla de tres metros que de nuevo vuelve a dividir a los convecinos.
«Es un error de concepto de ciudad», ha asegurado el arquitecto que ideó el aún escaso pero elocuente León peatonal, Cecilio Vallejo. «Debería ser más permeable, abierto, un espacio para los leoneses, pero no lo será», ha añadido.
A la espera de una rectificación que parece imposible esta valla ya levantada en el entorno de la integración seguirá partiendo en dos a una ciudad que miraba con esperanza la posibilidad de reencontrarse a pie de calle con sus vecinos de la zona oeste. De momento, habrá que esperar.
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