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La llegada del mes de septiembre lleva a muchas familias a volver a mascar la realidad. Tras las vacaciones, toca afrontar la vuelta al cole, el pago de recibos y el aumento de facturas como la luz, el gas o la calefacción al reducirse las horas de luz y llegar el frío. A ello se une este 2022 la resaca de la pandemia y una inflación galopante que ha encarecido los productos hasta un 20 por ciento.
De todo ello se están dando cuenta en el Banco de Alimentos de León. «Septiembre siempre es un mes complicado, pero este año está siendo más complejo todavía», advierte su secretaria Juani Pérez del Blanco.
A las familias que ya vivían «al límite» se han unido aquellas que estaban «más normalizadas» y que no han podido afrontar el aumento de precios, por lo que han requerido de la ayuda de los servicios sociales.
El fuerte aumento de usuarios se debe a familias con ingresos insuficientes para abordar el encarecimiento de la cesta de la compra. «Estamos hablando de un 15 por ciento más de usuarios que estamos atendiendo a diario», precisan desde este centro en el que se solía dar cita diaria «y ahora lo hacemos para dos o tres días». «No damos a basto, no tenemos producto fresco para poderles atender. Estamos en un mes muy fuerte y hay que añadirle ese 15 por ciento de nuevos usuarios».
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Llama la atención a los trabajadores del Banco de Alimentos de León el nuevo perfil de usuario: son gente trabajadora que no llega a fin de mes con su sueldo. «Cuando pensamos en el Banco de Alimentos, pensamos en colectivos excluidos y en absoluto. Son familias normalizadas que no llegan a fin de mes».
Familias que tenían un único ingreso, monoparentales o de un solo miembro están solicitando este servicio. Crece de forma importante el número de hombres, pero también el de mujeres trabajadoras. «Gente que se pasa la mañana trabajando y no llega a fin de mes: tienen el mismo dinero y gastan un 20 por ciento más».
El Banco de Alimentos de León está viviendo estos meses de la Gran Recogida que han realizado en los últimos años con dinero. Gracias a este nuevo formato están logrando comprar lo que necesitan, que no se caduquen los productos o dirigirse a marcas blancas. De hecho, ya no cuentan con 'despensa', van día a día y no tienen carencias de productos básicos.
Las donaciones particulares se han reducido de forma drástica desde el mes de abril. Antes, suponían un 10 o 15 por ciento de los productos y ahora «han desaparecido por completo». En cuanto a las empresas, aunque en León cuentan con pocas colaboradoras sí que han seguido siendo fieles en sus aportaciones. Este contexto lo entiende su secretaria: «No es que los leoneses hayan decidido dejar de ayudar, es que no tienen para ellos».
Mientras la inflación siga sin bajar, la cesta de la compra se encarezca aún más y el duro invierno leonés que se aproxima, el Banco de Alimentos asume «que las cosas no van a ir mejor», por lo que ellos seguirán trabajando para que las clases medias, que nunca habían tenido que pedir nada y ahora lo hacen, puedan superar «el bache» y eviten caer en la exclusión.
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