Usuario de Feve: «Prendería fuego al cercanías Cistierna-León si tuviera que usarlo habitualmente»

La indignación se palpa en la estación de Asunción-Universidad de León. Enfado, frustración, silencios y eternas esperas copan desde hace tiempo esta estación de Feve que conecta la ciudad con los pueblos de la montaña.

Pero si hay algo que sobresale por encima de todo, es el desconocimiento. El no saber cuándo salen los trenes (si es que salen), con cuánto retraso llegarán y si les tocará sufrir alguna avería en su tren es el pan de cada día de los usuarios que habitúan a hacer uso de esta línea.

La mecha está muy corta entre los viajeros habituales. «Es una vergüenza que esto esté así y que la vía estrecha no funcione a la perfección», comenta renegada Maria Jesús. «Algunas paradas están un poco escondidas», explica, por lo que los conductores de los autobuses que Renfe fleta para paliar los problemas de sus trenes no ven si hay pasajeros o no esperando. «Estamos despistados y no sabemos si sube, si baja o qué», se queja. «Tendría que haber diez millones de reclamaciones», dice la mujer, natural de Matallana.

La calma reina en la estación. No es una zona muy concurrida y tampoco acoge de normal mucha aglomeración de viajeros, pero la mañana avanza, los pasajeros llegan a cuentagotas y lo único que pueden hacer es armarse de valor y de paciencia para esperar su medio de transporte, que podrá ser tren, autobús o taxi. Sabe Dios qué tocará esta vez. El poco movimiento generado a media mañana se limita a tres autobuses. «¿Esto es así todos los días o qué?», preguntan dos jóvenes de Burgos a una de las conductoras de bus, que contesta con un breve «no lo sé».

Los dos burgaleses se encuentran de vacaciones en León y acuden a la estación para preguntar si el día que tienen pensado hacer uso del tren habrá servicio por vía. «Hemos venido a preguntar porque hemos venido ya otras veces y sabemos que a veces sale y a veces no», señalan desconcertados, «pero sólo nos han dicho que hoy no iba a salir».

Con el carrito de la compra y mirando a un lado y a otro estaba Generosa, habitante de Villasinta de Torío, que tras bajar a hacer unos recados a la capital quería volver a su casa, pero no sabía cómo. Porque allí el único tren que había llevaba parado toda la mañana. «Para bajar hoy he tenido que ir en el de Cistierna, pero otros han venido y subirán en taxi», comenta mientras camina acelerada hacia el autobús, que en dos minutos saldrá dirección San Feliz. «Esto del tren anda muy mal», reconoce.

Otra viajera afectada era Ester, de Matallana. Nada más verla se notaba su indignación y el cansancio que supone estar así siempre que baja a León. Al preguntarle a qué hora salía el tren, niega con la cabeza y lanza una pregunta al aire: ¿Quién sabe a qué hora sale, si cada dia vienen a una hora?«. Ester baja cada dos semanas a la ciudad, pero su frecuencia sería mayor de no haber los continuos problemas que asolan a estas líneas. »Yo bajaría más y como yo muchísima gente, pero estando así no«, advierte.

«Si tuviera que cogerlo habitualmente le prendería fuego», comenta irónicamente. Recuerda hace dos semanas cómo ella y otras cuatro personas más estaban esperando en el andén a que llegase el tren. Era casualmente una de esas jornadas donde no se prestaba ese servicio, pero nadie había avisado. «Tuvo que venir una pasajera a avisarnos de que no había trenes y la única forma de viajar era en tren», recordaba.

Su enfado es tal que incluso se atreve a explicar el problema: «Están por quitar esto, quieren quitar esta línea», dice, «y no se dan cuenta que los autobuses no caben en algunos pueblos». «Ahora a ver cuánto nos tienen esperando, eso nunca se sabe», finaliza.

No es cosa de un día ni cosa de dos. Esta línea de cercanías da problemas continuamente, obligando a los vecinos de las localidades afectadas a tener que buscarse la vida en algunos casos y a sufrir retrasos en su día a día. «No me quiero imaginar lo que tiene que pasar la gente que coge este tren para ir a trabajar», añadió otra mujer a modo de conclusión.

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