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«Putin no va a parar. Después va a ir por Polonia», así advierten algunos de los casi 300 ucranios que viven en la provincia de León lo que está ocurriendo en su país de origen.
Detrás de cada uno de ellos hay una historia, ... pero todos confluyen en pedir a Putin que pare la invasión de su país. Todos se unen en la preocupación por sus familiares que viven allí y que no saben qué va a pasar.
«Mi familia no sabe cuándo va a ir a comprar, no hay mercancías y el banco no les da dinero. Yo tampoco sé cómo mandarles dinero y que lo puedan recibir», aseguraba una de las manifestantes durante la concentración que las personas ucranianas que viven en León han celebrado en la tarde de este jueves a los pies de Botines.
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«En la ciudad vivimos unas 40 familias», destacaban aunque el INE censa más de 200 personas procedentes del citado país en toda la provincia. «Ucrania es un país muy pequeño al lado de una potencia tan grande como Rusia que necesita ayuda de Europa. El ansia de imperio de Putin no parará aquí. El mundo no lo frenó en 2014, cuando comenzó la guerra civil y ahora ha llegado hasta aquí» ha destacado Oresta quien lleva más de una década en León.
También Olga lleva más de 15 años en la ciudad y denuncia el engaño de los medios de comunicación rusos. «Tengo amigos rusos y no saben qué está pasando porque sus medios de comunicación no dicen la verdad. ¿Qué derecho tiene Rusia a entrar en Ucrania?», se pregunta.
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Sara I. Belled
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OLATZ HERNÁNDEZ
Todos juntos no dudaron en entonar el himno de su país porque, aunque habitan en León, sienten como están invadiendo sus raíces y cómo su familia está en peligro sin saber cómo ayudarles. Por eso hoy, Botines, se ha cubierto de lágrimas.
Javier Vivero es leonés de nacimiento pero su corazón está en Ucrania, al norte de Kiev.
Allí es donde viven las dos hermanas a las que acoge en verano y en Navidad. «En 2019 trajimos a una niña, en 2020 por el Covid no pudo hacerse y en 2021 ya hemos traído ea ella y a su hermana, de 7 y 11 años», relata Javier quien mantiene el contacto con los padres de las niñas y aseguran que han visto pasar los tanques en dirección a la capital de Ucrania, pero que, aunque las han oído, no han visto ninguna explosión. La preocupación y el miedo si que lo sienten en sus carnes.
«Estaban acostumbrados a la tensión desde 2014 pero ahora están preocupados», asegura Javier quien no sabe si podrán traer a las niñas para alejarlas del horror de la guerra. «Solo vienen en estos periodos, excepto a partir de los 12 años que pueden estudiar aquí», destaca mientra sigue en contacto continuo con su 'familia' ucrania.
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