El acceso a la barrica con el vino más añejo del planeta se encuentra bajo un portón con dos llaves, cada una en manos de diferentes religiosos.

Las tres llaves de San Isidoro y la barrica con el vino milenario

Cuando Luis García Gutiérrez tomó el testigo como máximo representante del colegio isidoriano su antecesor le hizo entrega de tres llaves: las de las urnas de San Isidoro y Santo Martino y una tercera del portón que da acceso a la barrica con el vino más antiguo del mundo

J.C.

León

Viernes, 31 de marzo 2023, 08:03

Cuando Luis García Gutiérrez tomó el testigo como máximo representante de San Isidoro su antecesor le hizo entrega de tres llaves, puede que las tres llaves más importantes del colegio isidoriano.

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Las dos primeras, recuerda ahora, se correspondían con las de las urnas de los sagrados restos de San Isidoro y Santo Martino, dos reliquias siempre bajo custodia de una notable importancia en el seno de la institución religiosa.

La tercera llave que le fue entregada por Francisco Rodríguez fue la de una de las dos cerraduras del portón que dan acceso a la misteriosa barrija que cobija en su interior el vino más viejo del planeta.

Limitado acceso

«Eso da una idea de la importancia que tiene», recuerda ahora Luis García, quien asegura que la segunda llave de esa puerta está en manos (y sin copia) del administrador de San Isidoro.

Así se garantiza el limitado acceso a uno de los lugares más secretos de la basílica y que permanece envuelto desde hace décadas en una nube de misterio.

De este modo y como manda la tradición el próximo Jueves Santo los religiosos volverán a acceder al interior del fortín que alberga en su interior el vino más añejo del mundo, cuya historia nace en el siglo XI.

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Se repone el doble

A la estancia en la que se encuentra la barrica que esconde sus entrañas tan singular líquido sólo se accede en Jueves Santo, jornada en la que nueve clérigos (aquellos que actualmente residen en la basílica) 'catan' ese licor casi divino. El resto del año permanece cerrada, silenciada y oculta.

El cuarto que esconde este legendario vino cuenta con una puerta doble de madera y hierro. Ambas, contiguas, casi pegadas, con doble cerrojo en la primera y bajo custodia de diferentes personas, por un lado una llave la guarda el abad de turno y la otra el administrador capitular.

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El Jueves Santo, por la mañana, ambos acudirán a la cuba de la que se extraerá medio litro de vino, en un jarra reponiendo de inmediato justamente el doble de líquiso. Se repone el doble porque el roble «se impregna» por el líquido y se bebe ese sobrante durante el último año.

Desde hace mil años

La leyenda recuerda que la barrica milenaria fue llenada por santo Martino de León hace casi mil años con «con doce cántaros de vino», unos 176 litros. Durante sus mil años de historia esta barrica ha protagonizado todo tipo de anécdotas. El Rey Alfonso XIII, por ejemplo, renunció a beber el mismo porque el día en el que acudió al templo no era Jueves Santo. La barrica, además, logró sobrevivir a las tropas napoleónicas, que se llevaron del templo sarcófagos del Panteón Real y otros bienes, pero no alcanzaron la barrica.

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El milenario y secreto vino de San Isidoro para quienes lo han paladeado es «un coñac con gran solera», con seguridad el más viejo del mundo, por la «madre que tiene». «Yo ni soy catador de vino ni especialista, pero mi opinión personal es que es coñac, es un vino muy envejecido en barrica de roble, hasta el color es muy parecido al coñac», aseguraba en su día Francisco Rodríguez, el último abad de la colegiata.

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