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«Es un café que tiene mucha historia», así lo define Pepe Muñiz, un leonés que lo frecuentó «muchos días y noches». Por eso, lo recuerda con añoranza y nostalgia.
«Era un bar elegante y señorial, como los de Madrid» comienza explicando, «allí la gente se juntaba para hacer sus tertulias». El negocio se inauguró en el año 1940 en un edificio que era toda una reliquia. «Llevaba construido dsesde el siglo XVIII» recuerda Muñiz.
Fue un tal Florencio, que antes era taxista, quien decidió darle una nueva vida y convertirlo en un café. Y fue un acierto, porque desde entonces el Café Nacional se convirtió en uno de los más frecuentados por leoneses y, sobre todo, por turistas.
«Era el lugar donde se reunían los tratantes a hacer negocios en las ferias de ganado» relata el leonés. El café se convirtió en el epicentro de los ganaderos de toda España. Tanto es así, que se decía que «la fería estaba en el Café Nacional».
«León tenía dos ferias muy importantes a nivel nacional, la de San Juan y otra ya en invierno, la de San Andrés» y era, más que nunca, en esas fechas cuando el establecimiento se abarrotaba de feriantes dispuestos a hacer todo tipo de tratos y tertulias.
También ayudaba que el resto del año el edificio que se encontraba justo encima era el Sindicato Español Universitario (SEU), una organización sindical estudiantil de carácter fascista. Fue creada durante la Segunda República Española por Falange y era la única organización de estudiantes permitida por Franco.
Tan solo unos metros más adelante estaba también situada la academia de San Raimundo de Peñaflor, antesala de lo que hoy conocemos como la Universidad de León propiamente dicha, y que permitía a los estudiantes adscritos a la Universidad de Oviedo realizar ahí sus exámenes.
Quizá por eso el café siempre estaba lleno de vida y universitarios que también mantenían sus propias tertulias.
Se acuerda perfectamente Muñiz, además de todos estos detalles, del lugar exacto donde se ubicaba. «Al final de Ordoño II, justo en la esquina con la Avenida de la Independencia. Ahí donde está ahora ese edificio de Unicaja».
Ordoño II era por aquel entonces un lugar más parecido al Húmedo que a lo que ahora conocemos. «Había un montón de cafeterías y todas estaban muy cerca» por lo que se aglomeraba aún más ese ambiente festivo.
A pesar de que, aunque parezca un disparate, Ordoño durante los años 50 no era, ni mucho menos el centro de León, era más bien el final de la ciudad. «León se acababa en la Calle Ancha, justo a la altura de la Diputación y todo lo que han ido haciendo después era el ensanche».
Precisamente fue esa ampliación lo que le hizo desaparecer. El café cerró sobre el 1969 o 1970, recuerda Pepe vagamente, «justo cuando se construyó el edificio de Caja España».
Pero con toda la historia que tiene detrás, es normal que en aquella época a los leoneses les gustara presumir de lo suyo. Por eso el dicho que era tan popular y que tanto recitaban a los cuatro vientos: «Tres cosas tiene León que no tiene Madrid: San Isidoro, la Catedral y el Café Nacional».
El Café Nacional y todos los cafés que lo acompañaban en la zona han sido el germen de lo que hoy es esta ciudad. «León siempre tuvo fama de tener muchos bares, decían que uno por cada tres habitantes y yo creo que así sigue siendo» apostilla Pepe para recordar uno de los mayores atractivos de toda la provincia.
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