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En un sencillo acto, sin exceso simbolismo y cargado de respeto y sentimiento. Así es como Luis García Gutiérrez se ha convertido en el nuevo abad de la Real Colegiata de San Isidoro.
Sin alardes, sin querer ser el foco de demasiadas luces, al igual que ha vivido durante los últimos años junto a su antecesor, Francisco Rodríguez. El canónigo desde 2010, y ahora abad de la basílica, escuchó atentamente la lectura de su nombramiento, que finalizó con la fórmula: «Tomó quieta y pacífica posesión».
Familiares, autoridades, asociaciones isidorianas y fieles se citaron en la basílica para dar la bienvenida a su nuevo abad. Junto a ellos, el obispo de León, Luis Ángel de las Heras, quien destinó al joven abad tres palabras: «gratitud, fraternidad y sabiduría».
El obispo invitó a su vicario general en la Diócesis de León, y párroco de Villaturiel y cinco parroquias más, a ser «servidor de la eucaristía como manantial de acción de gracias» en una casa como San Isidoro que debe ser «escuela de fraternidad» con todos aquellos que frecuentan el templo. Citó al santo, doctor de la Iglesia, como fuente de sabiduría y guía hacia «el centro de la vida cristiana». De las Heras también agradeció a Francisco Rodríguez sus casi 20 años de dedicación a la basílica, así como a los canónigos que la sostienen.
Luis García comenzó su intervención recordando la oración que compuso San Isidoro e hizo suyas aquellas palabras. También tuvo un recuerdo para sus padres, Jesús y Araceli, para las asociaciones y cofradías isidorianas y para los fieles. «Vuestra presencia es por el amor a la colegiata en la sociedad de León». Y reconoció al templo como «referente de la vida eucarística y del sacramento de la confesión, además del románico en España y el mundo».
Mencionando a sus antecesores que soportaron invasiones, guerras e incendios que superaron con la ayuda de San Isidoro, y a los tres «grandes abades» del siglo anterior: Julio Pérez, Antonio Viyaño y Francisco Rodríguez, también tuvo recuerdo especial para los seis canónicos fallecidos y los cuatro jubilados desde que llegara a la basílica en el año 2010.
Y terminó sus palabras pronunciando las del reciente fallecido Benedicto XVI para ensalzar una vez más a San Isidoro como «casa de la eucaristía por excelencia».
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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