Tequila, rancheras y cempasúchil para honrar a los muertos en León

El color del papel picado y las flores inunda la sala. Mecidos por el sonido de las rancheras y los boleros de ilustres mexicanos y envueltos por el aroma del incienso de resina de nopal, los visitantes que entran en el Museo de la Emigración Leonesa se mimetizan con la tradición mexicana más auténtica.

Declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el Día de Muertos se ha convertido en la fiesta más representativa de la cultura mexicana que mezcla la tradición de la época prehispánica con los símbolos del cristianismo. El vínculo entre León y México lo establece la Fundación Cepa y su Museo de la Emigración Leonesa, el sueño de sus fundadores y que vive intensamente esta celebración.

Porque el Día de Muertos no es más que otra razón para mantener el legado de los seres queridos vivo, y el altar que este año el equipo del museo ha preparado así lo evidencia. Bajo el nombre de 'Música para el alma', el altar del MEL rinde homenaje a los músicos mexicanos fallecidos. Con Chavela Vargas y Vicente Fernández en la memoria, el altar se decora con elementos clásicos de la cultura mexicana.

El vaso de agua que calma la sed de los muertos al cruzar el río que separa los dos mundos, el perro xoloitzcuintle que acompaña a los difuntos en la travesía, las catrinas o las calaveras de azúcar forman junto a las flores el lenguaje de esta festividad. Todo tiene su porqué en el altar, explica Nuria Alonso, directora de la Fundación Cepa. «Las flores naranjas imitan el cempasúchil, flor característica de México con la que se adornan todos los altares estos días», cuenta, al tiempo que señala que las moradas representan la muerte y las amarillas la vida. Todas las flores que decoran el palio han sido hechas a mano, una a una, por el personal del museo desde el mes de agosto.

Tampoco faltan, igual que en el resto de familias de México, los detalles dedicados a los seres queridos que permitieron la creación de la Fundación Cepa: la familia González. El vino favorito de don Cesáreo comparte espacio con el tequila y el mexcal y cómo no, la Coronita, junto a los dulces típicos y las frutas. Como buen amante del mus, la familia de la Fundación Cepa también deja en el altar su tapete y su baraja, para «tenerle presente estos días y procurar recordar todo lo que le gustaba».

La cultura mexicana vive de una forma muy distinta a la europea la muerte. «Lo nuestro es más luto, tristeza. Ellos entienden este Día de Muertos como un regreso de los seres queridos con nosotros, que vuelven para vernos y para celebrar», cuenta Nuria Alonso. Una filosofía de entender la vida y la muerte que cada vez se hace más popular y llega a los más pequeños con películas como 'Coco', que todos los niños que visitan en altar mencionan nada más verlo.

Visitar el altar de muertos puede ser una ocasión perfecta para sumergirse también en la propuesta de un museo que combina el encanto de un edificio «espectacular» neorrenacentista de principios de siglo XX con la historia de los miles de leoneses que dejaron la provincia en busca de un futuro mejor.

Hasta el 19 de noviembre el altar de muertos se podrá visitar en el Museo de la Migración Leonesa con un coste de dos euros que irán destinados a Alzheimer León. También se ofertan visitas conjuntas y guiadas al museo y la casa para el público general con un coste de seis euros, entrada reducida por cuatro y para grupos de 15 personas tres.

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