«Tener un infarto cambió mi vida. Ahora soy feliz, sonrío más y estoy motivado»

Era un domingo de invierno, uno de los últimos de frío intenso en León. Álvaro Llamazares, un joven leonés de 33 años, dormía tranquilamente en casa, en su dormitorio de siempre. Su vida estaba a punto de cambiar y no lo sabía: le estaba dando un infarto.

A las 6:00 horas se despertó con un dolor «súper fuerte» en el pecho. Avisó a su padre y le subieron al Hospital. «Llevaba varios días con molestias, pero no le daba importancia. Había ascendido en el trabajo y estaba ilusionado con ello. Pensaba que era ansiedad o miedo por ese cambio. Pero no, era otra cosa, era algo que no estaba yendo bien», explica Álvaro a leonoticias.

En el Hospital de León comenzaron a hacerle pruebas y, al principio, no veían nada, «era muy raro que un joven de 33 años le estuviera dando un infarto». Así que los médicos siguieron buscando la causa de ese dolor hasta que dieron con este infarto agudo de miocardio: Álvaro fue llevado a quirófano para instalar un stent de urgencia.

Su vida era, hasta ese momento, «un poco desequilibrada», como él mismo reconoce: «No hacía deporte, fumaba, no era alcóholico pero bebía y no cuidaba la alimentación. Desde que dejé hace diez años de jugar a baloncesto empecé a vivir la vida de una manera, digamos, nada sana».

Y a ello se sumó la «importancia abismal» que daba a los problemas, algo que no le dejaba dormir por las noches «pensando que no iba a tener solución». «Sí me di cuenta que este ritmo de vida no era lo mejor para mí en algún momento. Y, sobre todo, mis padres me advertían de que no me cuidaba y de que me podían conllevar problemas de salud», explica.

Al salir del quirófano, Álvaro, aún con los efectos de la anestesia, preguntaban únicamente «cómo estaba mi corazón y si iba a poder seguir trabajando». A continuación, estuvo dos días ingresado en la UCI: «Fueron momentos muy duros. Estaba solo mucho tiempo, mi familia apenas podía visitarme media hora dos veces al día. Y piensas mucho».

Fueron multitud de cosas las que se le pasaron por la cabeza como el tren de vida que había llevado, cómo quería vivir a partir de ahora y, sobre todo, «si iba a poder seguir disfrutando la vida a partir de ahora». «Te haces varias preguntas, muchas sin respuesta y, sobre todo, que por qué me había tocado a mí con 33 años», expresa.

Algo había hecho 'clic' en su cabeza. Cuando salió de la UCI, en planta, los médicos le explicaron más detalladamente qué había sucedido y qué pautas seguir a partir de ahora. Y fue un cambio «radical» en su vida que ha ocasionado que se vea un 'nuevo' Álvaro.

«Cambié mi vida. La alimentación ahora es saludable, hago deporte todos los días, disfruto de la vida como nunca lo había hecho antes y no doy tanta importancia a los problemas, ya tendrán solución», señala Álvaro que, desde marzo, ha perdido 27 kilos de peso.

«Veo las fotos antiguas y me pregunto cómo podía ser yo ese», bromea este joven leonés, que se ve «más feliz, sonrío mucho más y estoy motivado para seguir viviendo». «Es un ejemplo de que algo malo tiene un final feliz. Me he tenido que dar cuenta de todo esto después de un infarto, pero voy disfrutando de todos los pequeños momentos», indica.

Pese a que el inicio de este cambio de vida fue «complicado», especialmente, detalla, dejar de fumar ya que «fumaba un paquete al día», se fue animando poco a poco porque «está en juego tu vida». «Tuve el apoyo de mis padres, mi hermana, mis amigos, mis compañeros de trabajo… Pero sé que ya no tengo margen de error, no puedo cometer el fallo de fumar, volver a beber o comer lo que me dé la gana», asegura.

«Ha sido un cambio drástico, pero un cambio a mejor. Ahora tengo dos cumpleaños: el 27 de octubre y el 3 de marzo», sentencia Álvaro, que vuelve a recordar a su 'yo' previo al infarto, vuelve a pensar y formula la mayor enseñanza que le ha dejado todo este proceso: «La vida es muy corta y hay que disfrutar el momento».

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