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Los obispos españoles han hablado durante esta semana de cómo evitar la propagación del coronavirus entre los fieles y han destacado algunas medidas a partir de las recomendaciones de las autoridades sanitarias que ya promueven varias diócesis españolas. Entre ellas, apuntan a la ... «conveniencia» de retirar el agua bendita de las pilas que hay en las entradas de las iglesias y evitar el contacto con otras personas al dar la paz.
Así lo manifestó este viernes el secretario general y portavoz de la Conferencia, el obispo auxiliar de Valladolid Luis Argüello, en la rueda de prensa final de la Asamblea Plenaria que ha reunido esta semana a los prelados españoles en Madrid, cita que se ha destinado, en gran parte, a renovar los principales cargos del Episcopado para los próximos cuatro años, y de la que ha salido elegido como presidente el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.
En este contexto, el portavoz recalcó la importancia de tener en cuenta los criterios de las autoridades sanitarias y de la «conveniencia» de retirar el agua bendecida de las pilas de las iglesias; que «en vez de estrechar las manos» se haga «un gesto más reverencial» en el momento de darse la paz en la misa; que en actividades de devoción popular a imágenes «tome protagonismo la mirada y la inclinación del cuerpo sobre el tocar con las manos y el besar»; y que los ministros que distribuyen la comunión se laven las manos «antes y después» de repartirla.
No obstante, Argüello subrayó que les parece «importante» mantener los templos abiertos como lugares donde hay «confianza», se destaca «el significado de la fragilidad y la esperanza», en un contexto «del otro virus» que acompaña al coronavirus, el del «miedo» y la «preocupación», las «noticias falsas» y la «desconfianza» porque «la ciencia no tiene la última palabra sobre la existencia».
«Seguramente no nos van a curar la enfermedad, pero sí van ayudar que el otro virus encuentre su verdadero sitio», dijo en referencia a mantener los templos abiertos y mostrar estos otros gestos de devoción a advocaciones marianas como las de la Virgen de las Angustias y de los Dolores, promovidas a partir de la peste negra en el siglo XIV.
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