En el Partido Popular de León las irregularidades se radiaban vía telefónica, como si fuera un cotilleo de barrio, pero pidiendo sigilo y comprensión al mismo tiempo. Así lo demuestran los audios que se han dado a conocer en la última semana, y que escandalizan.
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Tan enfangado está este partido, tan salpicado por mil corruptelas pasadas, tan endemoniadamente insensible, que hasta lo ruin parece ordinario, lo escandaloso se hace común y lo pervertido se gana un hueco como si fuera norma. Hay cosas que, por sorprendente que parezca, nunca cambian.
Todo en el PP de León es hoy una gran mentira, una montaña de suciedad, inmundicia y porquería que incluso hay quien la quiere entender como algo con lo que hay que convivir.
Las tripas del PP en León se convirtieron en un estercolero a la hora de activar sus democráticos procesos internos que deberían ser un ejemplo de limpieza y pulcritud.
En ese tiempo, clave para el orden interno de un partido y determinante a la hora de exhibir un aspecto de lo más aseado, hubo quien simplemente 'hizo trampas'. Irregularidades, por aliviar el término para los más sensibles con este tipo de cuestiones.
Fue una programación perfecta de afiliaciones, un 'suma y sigue' que atendiendo a los audios de los últimos días, permitía hacer nuevas afiliaciones, pagar las mismas, engordar el censo y de este modo alcanzar la presidencia del PP de León sin rival alguno. La victoria por la victoria y a costa de lo que sea.
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Todo en silencio, y en secreto, todo en un submundo hasta que como suele ocurrir en estas ocasiones hubo quien optó por darle al 'rec' y grabar sus conversaciones telefónicas. Cosas que pasan en los tiempos modernos.
Y de ahí emergieron unos audios que remueven las tripas del partido y las de aquellos que escuchan las grabaciones con cierto criterio.
Y allí se puede escuchar cómo se formula una pregunta directa al hoy presidente provincial, Javier Santiago Vélez.
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- «¿Juan (en referencia a Juan Martínez Majo, entonces presidente del Partido Popular en León) sabe algo de esto?»
La respuesta no deja lugar a la duda.
- «No, no, no, no... obviamente de esto no se puede enterar nadie».
Y el matiz siguiente.
- «El tema es que tiene que ser con total sigilo. En la comarca no se puede enterar nadie más que tú, Paco y Esteban que sois los que lo hacéis».
Esas y otras lindezas quedaron grabadas. Esas, y las que están por venir. El asunto es de tal magnitud, de tal calado político, tan bochornoso, que solo es tapado por quienes han perdido el olfato y creen que ser cómplices de la golfería da patente de corso para seguir ganando (o manteniendo) posiciones en el partido.
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El PP de León huele a irregularidades, corruptelas si se quiere, lo mismo que ocurría en los tiempos de Isabel Carrasco, cuando había quien sacaba una sonrisa en medio del hedor, de la podredumbre, como si todo fuera colonia.
El Partido Popular de León es un queso Gruyere y solo queda que el tiempo permita el crecimiento de moho y todo termine siendo verde y asqueroso.
Será entonces, cuando provoque náuseas el acercarse, el momento en el que algún dirigente nacional de nuevo cuño vea la necesidad de fijar un cortafuegos. Hasta entonces, los pícaros seguirán haciendo de las suyas y buscando lavar lo que en realidad es una suciedad inaguantable.
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