'Superpositivos' en un análisis de pruebas PCR en León. La curva superior, mucho más elevada, define su presencia.

Los 'superpositivos', con enorme capacidad para el contagio, se multiplican en las PCR de León

La enorme complejidad para su localización es un factor extra de preocupación ahora que la pandemia está en 'transmisión comunitaria' | Son asintomáticos, se están multiplicando sin control, y su carga viral supera la de muchos pacientes y su capacidad de contagio es descomunal

Leonoticias

León

Jueves, 29 de octubre 2020

«Vemos casos de 'superpositivos' que en realidad son asintomáticos y su poder de transmisión es brutal», aseguraba días atrás Pablo Flórez, director de Agrovet, una de las empresas leonesas aplicadas en el control de la pandemia mediante el análisis de pruebas PCR.

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El paso de las jornadas reafirma esa inquietud y determina una línea de análisis que no estuvo tan presente en la primera ola de la pandemia: el efecto de los 'super-spreader'.

Nadie ha acertado hasta la fecha a concretar por qué existe este grupo de personas y con qué guarda relación su enorme capacidad de contagio al mismo tiempo que se perfilan como personas asintomáticas.

Problemas 'de identificación'

La realidad, sin embargo, supone un contratiempo añadido en el control de la enfermedad. A fecha de hoy es imposible saber quién es un 'super-spreader' y quién no.

«La carga viral es tan enorme que supera en cinco o más veces a la de un paciente normal», se asegura desde Agrovet, donde se han mostrado sorprendidos por el enorme potencial contagioso que tienen estas personas.

Una anécdota ejemplifica lo ocurrido. «Hace unos días al ver uno de los análisis nos pusimos en contacto con los médicos de referencia. Les comentamos que esa persona, por su carga viral, debería estar en el hospital y en una situación crítica. Su respuesta fue demoledora: es una persona asintomática y hasta ahora estaba tan normal en la calle«, se recuerda desde el laboratorio leonés.

Fuera de control

Los superpositivos siempre han dejado ver esa enorme capacidad transmisora de la enfermedad tratándose de personas que han manifestado su capacidad de contagio desde principios del año 1900, cuando una mujer infectó a 51 personas con fiebre tifoidea, aunque ella no padeciese síntomas de la enfermedad.

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Ahora han vuelto a reaparecer. Lo hacen en el peor momento, en medio de una segunda ola que está fuera de control y ante la enorme dificultad que supone en primer término su localización y posteriormente el control de las personas que han sido afectadas por su 'onda expansiva'.

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