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Siete años de prisión y 40.000 euros de pena a un cura que abusó de un niño en varios lugares de España. Tras siete años de espera por el juicio desde que se denunciaron los hechos en el Juzgado de La Bañeza y casi ... 20 años desde que se cometieron los abusos este jueves ha salido la sentencia. El acusado es un 'consejero espiritual' del Seminario de Toledo que ha sido condenado en León.
La Audiencia Provincial condena como autor de un delito continuado de abuso sexual, concurriendo la atenuante de dilaciones indebidas a una pena de siete años y un día de prisión y la prohibición de aproximarse a menos de 250 metros de la víctima, su domicilio y lugar de trabajo y la de comunicarse con él, por cualquier medio, durante ocho años y un día. En concepto de responsabilidad civil el condenado, deberá indemnizar a la víctima en la cantidad de 40.000 euros más el interés legal.
La denuncia se presentó en junio de 2016 ante el Juzgado de La Bañeza y fue remitido el caso a la Audiencia, que en sentencia firme mantiene que la víctima tenía 13 años de edad cuando empezaron los abusos. El niño acudió a estudiar al Seminario de Toledo, donde el cura se convirtió en su director espiritual, confesor y persona de absoluta confianza. Desde la Audiencia han protegido los datos del acusado refiriéndose a él como Luis, un nombre ficticio.
A partir del año 2005 y hasta el 2007, los encuentros entre Luis y el entonces menor fueron constantes. Tras la confianza ganada y «con ánimo de satisfacer su deseo sexual», durante el año 2005 Luis invitaba al acusado a que se sentara en sus piernas, le abrazaba y daba besos en la cara. En el mes de enero de 2006 le dio un primer beso en la boca. Esa situación pasó a ser constante a partir del mes de febrero en que, además de besarlo en la boca, le acariciaba. En el mes de julio de ese año, ambos se vieron en el Encuentro de Familias que se celebró en Valencia. Allí, en una plata el acusado invitó al niño a acostarse con él en el saco de dormir, comenzando a abrazarle, besarle y acariciar sus nalgas.
Los padres del menor, desconocedores del abuso, consintieron que fuera a unos ejercicios espirituales a La Bañeza. Al llegar vieron que era un convento de monjas y estuvieron allí ocho días. Según relata la sentencia, les pusieron en habitaciones separadas y durante las primeras noches el niño sí durmió sólo.
En estas jornadas, una noche Luis llamó al menor a su habitación y le dijo que no tenía que sentirse mal con lo que había pasado en Valencia, porque era normal entre personas que se querían para, a continuación, quitarse la ropa y pedirle al menor que hiciera lo mismo, cogiendo su pene y el suyo propio y jugando con ambos.
En un momento dado, cuando estaban tumbados, dirigió la cabeza del menor hacia su pene y se lo introdujo en la boca. Ante la situación de descontento del menor por lo ocurrido, el acusado le dijo que eso no era pecado y que no se lo contara a nadie.
Los actos consistentes en besos, caricias y tocamientos se produjeron hasta el verano de 2007. Estos actos han ocasionado que el varón haya tenido que ser atendido médicamente en numerosas ocasiones y que persiste a pesar de los tratamientos.
En el juicio la madre de la víctima aseguró que «por las noches no dormía. Le notaba con miedo. Antes de entrar en el seminario era normal y tenía muchos amigos». Después de aquella época le llevaron a un médico y «la psicóloga le mando a una psiquiatra de Toledo».
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