«La seguridad en Quevedo ha mejorado, pero se sigue vendiendo droga»
León, barrio a barrio ·
La Asociación de Vecinos de Quevedo muestra a leonoticias el día a día de una zona «con muchos ferroviarios jubilados» y animan a los jóvenes «a luchar por el barrio» para dar un futuro al Crucero
Lo llaman el barrio ferroviario y es uno de esos lugares populares de León, de donde siempre se tiene un amigo o un conocido.
En esta ocasión nos metemos de lleno en la ciudad y vamos a recorrer la zona de Quevedo, y lo hacemos desde su sitio más emblemático: el espectacular parque, recién nombrado uno de los mejores de España, donde se encuentra la 'casina' y donde ya nos espera una asociación de vecinos.
En los años 80, Antonio Pastor y Carmen Repiso pusieron la semilla de este espacio de reunión, de cultura y de esperanza para el barrio. Su actual presidenta, María Jesús Lomas, nos ofrece un lugar con muchas actividades, durante toda la semana, y donde se llevan a cabo trabajos manuales, tienen un grupo de teatro, otro de coro, y practican bailes regionales y sevillanas.
«La asociación, a nivel interior, funciona; y cuando vienen con problemas van derechos al Ayuntamiento de León. Hacemos lo que podemos hasta el punto que podemos hacerlo».
No escapa Pinilla ni el Crucero ni La Vega a la despoblación y al envejecimiento de sus vecinos, muchos de ellos ya jubilados. Pero la realidad es que la zona de Quevedo se ha convertido ya en un área de convivencia y de mezcla cultural. Sin ir más lejos, los vecinos de María Jesús son de Marruecos. «Aquí, de trabajo, se abren y se cierran tiendas, más o menos como en todos los barrios. Hay gente de fuera porque hay pisos asequibles para ellos, son casas viejas y más asequibles».
El parque de Quevedo sea seguramente un oasis dentro de un barrio donde los problemas, como en otros muchos lugares de la ciudad, se acumulan. Las mayores reclamaciones se centran en la limpieza, la iluminación y un 'mamotreto' que no gusta nada a los vecinos.
«Problemas hay muchos: los contenedores están de pena, hay contenedores viejísimos; la luz, la gente está protestando mucho y la están cambiando y la gente protesta porque hay poca luz; eso sí, aquí el parque está iluminado como nunca», nos reconocen desde la asociación, donde todos apuntan en una misma dirección: la fuente de la glorieta de Pinilla: «Estamos muy descontentos con ella. A lo primero, cuando la inauguraron, tenía todos los chorros y parecía aquello que yo qué sé. Ahora sólo hay un chorro y es un desastre de fuente». También reclaman que se señale la parada de bus de los autocares que bajan de Trobajo y de La Virgen, en la avenida de Quevedo.
Eso sí, no todo son problemas, también se valora la mejoría que se ha experimentado en los últimos meses. La limpieza ahora está mejor «porque ha estado muy mal», pero todavía existen deficiencias. También ha mejorado la seguridad «que está bastante bien» aunque una de las cuestiones que más preocupa a los vecinos se encuentra en la calle Laureano Díez Canseco, junto al mítico Casa Llamas, por donde muchos ahora no se atreven a pasar. «Es una casa por la que llevamos años luchando para que la cerrasen porque se metía gente ahí y vendían droga. La semana pasada le pusieron unas vallas. Está con ello la policía porque en el barrio se sigue vendiendo droga y se sabe en qué casas hay», nos aseguran.
A pesar de ello, en el barrio se vive bien, nos aseguran. Tienen un centro cívico que funciona, un ambulatorio «bastante majo», una conexión peatonal con San Marcos y están a la espera de la obra del tren que va a ser «descomunal y perfecto» para el Crucero.
Sólo les preocupa una cosa: no ven futuro a la asociación y tiran de las orejas a los jóvenes. «Los que llevamos la asociación somos casi todos mayores. Como no hay remuneración pues la gente y los jóvenes no se implican en estas cosas y deberían porque también es bueno, por el barrio, que haya gente joven que luche por el barrio».
Nosotros nos despedimos de nuestras compañeras de caminata por la zona, no sin antes descubrir una vez más uno de los pulmones de León, donde flora y fauna conviven y donde Quevedo guarda su alma en mitad de la naturaleza.
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