«Ni siquiera he terminado de sacar a todos mis trabajadores del Erte y los que habían vuelto se quedan otra vez sin trabajar».
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El pesimismo inundó a última hora de este lunes a los propietarios de establecimientos hosteleros en la provincia.
«Así es ... imposible, es la ruina y el fin de muchos de los establecimientos. Del Erte muchos de los trabajadores se irán al paro, es insostenible la situación», remarcaba uno de los implicados al límite de las 22:00 horas, coincidiendo con el toque de queda.
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La decisión de la Junta de Castilla y León de aplicar nuevas medidas «de castigo al sector» ha sentado como «una puñalada por la espalda y la altura del corazón».
No hay margen de recuperación porque, según advierten, la medida está rodeada de incertidumbre: nadie sabe si los 15 días iniciales en los que se aplicará el cierre del interior de los establecimientos serán exactamente ese periodo de tiempo «o si se irá a más semanas, como es previsible».
Con ese entorno las sensaciones son las peores. Mantener abiertas las terrazas «no sale a cuenta». «¿Pero vamos a ver, quién se va a tomar un café a menos cinco grados? ¿Estamos locos?», se añade.
El presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, destacó hoy que «solo desde la seguridad sanitaria» Castilla y León «podrá activar la economía», después de que el Comité de Crisis haya acordado esta tarde extender a todas las provincias de la Comunidad las medidas restrictivas ya aplicadas en Ávila, Segovia y Palencia y que afectan al interior de la hostelería, a las grandes superficies comerciales, a los establecimientos del juego y a los centros deportivos.
«Apostamos por la prevención y la anticipación para frenar el avance de la tercera ola de la pandemia, ampliando la vacunación, impulsando más cribados masivos y extendiendo medidas excepcionales a toda la comunidad», expuso el jefe del Ejecutivo en su cuenta de la red social Twitter.
El presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería y Turismo de la provincia de León, Martín Méndez, asegura que la medida «es otra piedra más en el camino para los negocios».
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Un anuncio que Méndez lamenta «no afectará mucho a los negocios porque ya de por sí está habiendo muy poca gente», aunque asegura «está claro que en una zona como León con el clima que tiene en invierno es inviable mantenerse solo con las terrazas».
En la actualidad de las 1.200 licencias de hostelería con las que cuenta la capital la asociación estima que un 25% de los establecimientos «aún no han podido levantar la trapa».
De esos 300 bares más de la mitad no volverán a abrir nunca más. Algunos ya lo han anunciado y otros simplemente esperan a un milagro que les permita salvarse en el último instante, quizá alentados por la esperanza de que las vacunaciones, cuando sean efectivas, tengan un efecto salvador.
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En la provincia otros 2.800 establecimientos tienen un futuro comprometido por la llegada del invierno, la ausencia del turismo y ahora el temporal de frío. Si se aplicara la misma medida que en la capital cerca de 700 no volverían a la actividad.
Los números son terribles para el sector que ha pasado del pesimismo a la indignación.
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