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Una mujer en una residencia.
Las residencias de Castilla y León completan la vacunación y afrontan cambios en el modelo de convivencia

Las residencias de Castilla y León completan la vacunación y afrontan cambios en el modelo de convivencia

Recuperar un cierto contacto físico con los familiares es clave, aseguran, para mejorar la calidad de vida de los mayores

Lunes, 15 de febrero 2021, 10:43

Tocar. Acariciar. El lenguaje del tacto, el único capaz de mitigar la distancia que provocan las enfermedades más crueles, como el alzhéimer, o de sobreponerse a esa sordera o a esas dificultades para hablar, resulta imposible cuando entre un hijo y su madre se ... interponen dos mesas de separación. Él muestra una foto en el móvil. Ella asiente, pero es evidente que no la ve. La conversación de al lado pierde intimidad cuando hay que elevar el tono. La sala de visitas, de pronto, se desangela a pesar de los esfuerzos de los auxiliares por cantarle el cumpleaños feliz a Lali, que no aparenta los 83 que aseguran que tiene.

Las residencias padecieron la crudeza de los peores momentos y ahora anticipan la buenaventura que algún día debe llegar. En Castilla y León, estos días, está previsto que se termine de vacunar, con las dos dosis, a todos los residentes de centros de mayores y los trabajadores asociados a ellos, tanto directos como indirectos.

Están ya en la fase del 'y ahora, ¿qué?'. Y la respuesta es que ahora, hasta nueva orden, todo sigue igual.

Descorazonador. En Vitalia Castilla, en Cabezón de Pisuerga, el presidente de la Federación Castellano Leonesa de Atención a la Dependencia (Acalerte), Diego Juez, lo resume así.«Debemos aprovechar para volver antes que nadie a la normalidad». Y en esas palabras hay que matizar lo que es «normalidad» en este entorno. «Muchos familiares requieren contacto físico, hay personas con algún tipo de deterioro cognitivo y hablar con ellos a veces es difícil. Tocar una mano, una caricia, es importante. Sé que es difícil pero debemos tener en cuenta que son centros seguros».

Respuestas

La respuesta que han obtenido desde la Consejería de Familia es que «hay que esperar».

«Las salidas de los residentes de los centros y las visitas de familiares se continuarán realizando con las restricciones y precauciones previstas, hasta que desde las autoridades sanitarias, en función de la evolución de la situación de pandemia, se den indicaciones al respecto», dice el último documento que rige la actuación de estos centros, publicado el 7 de enero, cuando la tercera ola empezaba a despegar.

David Baena, director de la Residencia El Villar, en Laguna de Duero, vio cómo el miércoles le inyectaban la segunda dosis a la última persona que faltaba. Fueron de los primeros en recibir la vacuna, antes de concluir 2020, y ahora esperan instrucciones. «La esperanza con la vacuna era que, si no del todo, se abriera un poco la mano y antes de vacunarnos hubiera una planificación para que pasado un tiempo, y en función de la evolución, los centros vacunados pudieran hacer determinadas cosas. Ese trabajo no está hecho. Seguramente porque tampoco se sabe el alcance e incluso desde Sacyl nos han reiterado que se puede contagiar y seguir contagiando una persona vacunada. Y que hay que continuar con todas las medidas», asegura.

En los 1.214 centros que contabiliza la Junta –residencias, centros de personas discapacitadas y viviendas tuteladas– se han registrado 4.004 muertes asociadas a la covid-19. En los últimos datos facilitados por el Ejecutivo regional, solo 10 personas se encontraban aisladas por presentar «síntomas compatibles» con covid-19. A mediados de enero eran 44. Y en noviembre, parecido. A finales de mayo se acercaban a 80.

«Las familias están contentas de ver que no está habiendo ningún contagio adicional, hacemos cribados serológicos todas las semanas y todos los resultados son negativos», se congratula Baena.

Diego Juez aboga por «empezar una pequeña desescalada siguiendo las recomendaciones sanitarias». Pequeños avances que permitan, por ejemplo, recuperar las «partidas de cartas». Como añade Baena, «interactuar, poder jugar a las cartas, al dominó… Pudiéndose mirar a la cara, no puedes jugar al mus y hacer 'tres reyes' –dice tras la mascarilla– porque no te ven».

Esa interacción que permite, cuenta Ana Ruiz, directora de Vitalia Castillo, que una persona que padece deterioro cognitivo siga reconociendo a sus hijos. «Lo más importante de todo son las visitas, las familias deben formar parte del día a día de la residencia. Se debe continuar con ellas, con medidas de seguridad según el nivel de alerta en el que estemos, pero no nos podemos permitir que no haya visitas en los centros», señala Juez.

Nuevos ingresos

Acalerte, que ejerce como patronal de las residencias de mayores en Castilla y León, pide además que se contemple una relajación de las exigencias a la hora de que se produzcan nuevos ingresos. A principios de abril se contabilizaban 45.518 residentes en estos centros en la comunidad autónoma. Hoy son 40.843. La incidencia de la enfermedad, el temor a los contagios, las noticias terribles que se produjeron en la primera ola y las restricciones vigentes mantienen al sector alerta ante lo que viene.

Para empezar, ha acelerado algunos cambios. «Hemos apostado por las unidades de convivencia, por hacer centros un poco más pequeños y con un personal de referencia que esté siempre en contacto con las familias, con los residentes. Con la pandemia hemos tenido que hacer nuevos microgrupos, salas en las que no hubiera tanto contacto», dice Diego Juez. Y esa tendencia ha llegado para quedarse. Por otro lado, pide que se empiece a facilitar la posibilidad de admitir a nuevos residentes.

«Con estos niveles de alerta no se permiten ingresos nuevos salvo que se tenga una gran dependencia o por causa de emergencia social. Tendrían que solicitar la dependencia, ser asistido tipo 2 o tipo 3 o solicitar u informe de emergencia social de que precisa un ingreso. Nosotros pensamos que puede transmitir un virus igual una persona asistida de tipo 2 que una persona válida. Debemos liberalizar un poco los ingresos», reclama el presidente de Acalerte.

Las residencias de mayores, que fueron el gran foco de la tragedia en la primera ola, se blindaron con restricciones muy severas y con un coste emocional y físico para los mayores. «Es por lo que entendimos que se vacunaba prioritariamente a las personas mayores, porque si algo ha caracterizado a esta pandemia ha sido el aislamiento social», explica David Baena. Por eso ahora, con casi el 100% de residentes y trabajadores vacunados, piden comprensión. «Las familias se están armando de paciencia, están respetando todo, pero piden ese pequeño plus de tocarse. Y antes había que decir que no, por supuesto. Y ahora hay que decir que sí y observar». Y tratar de recuperar, en cuanto se pueda, el lenguaje del tacto.

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