La historia, tan implacable como cíclica y caprichosa, marca la superviviencia de hechos y personajes de forma más o menos azarosa.
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Desconocemos la existencia de auténticos genios que, por no pensar lo que tocaba, pasaron al más absoluto de los olvidos ... y exaltamos a personajes que el relato se empeña en no olvidar a pesar de haber pasado por el mundo con más penas que glorias.
Y a veces, en ese ir y venir de vidas y hazañas, hay capítulos que se salvan de la quema porque directamente nadie se acordó de que existían.
Un buen día, en una fecha indeterminada de la década de los 80, Wenceslao Álvarez Oblanca bajó al almacén que la Diputación Provincial de León tiene en los bajos del Palacio de los Guzmanes.
Ante él se presentaba un rompecabezas cubierto de polvo y tiempo. Un puzzle de no se sabe muy bien qué que no iba a pasar por alto en la mirada del historiador leonés, que ha dedicado gran parte de su vida al Instituto Leonés de Cultura, del que fue director en dos ocasiones.
«Vi las piezas de cemento ahí tiradas y las cogí para llevarlas al Edificio Fierro (sede del ILC), donde las uní con ayuda de Valentín Yugueros, ordenanza de la institución». Wenceslao hace memoria de aquel buen día en el que se topó con una alegoría de la II República ante sus ojos.
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Corría el mes de abril del 1932 en tricolor. León celebraba el primer aniversario del nuevo régimen, en unas fechas en la que instituciones y prohombres de la ciudad impulsaron diversas actividades para conmemorar el advenimiento de la II República, el 14 de abril del año anterior.
En esas, el reconocido escultor leonés Manuel Gutiérrez Álvarez era un joven becario de la Diputación Provincial que decidió sumarse a la causa festiva de la mejor forma que supo.
Así dio a luz a 'La Libertad', un conjunto escultórico en el que se representa la República con una mujer vestida con toga romana (conocida popularmente como 'La niña bonita', en una simbología que ya comenzó a utilizarse en el primer periodo republicano en España), sosteniendo una antorcha (detalle curioso, ya que en la gran mayoría de las representaciones sostiene una balanza). Junto a ella descansa un león recostado como símbolo de la fuerza del pueblo español, con mayor simbolismo si cabe por estar en la ciudad en la que está.
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La Diputación, entonces dirigida por una comisión gestora colocada por el gobernador civil tras la presidencia de Ricardo Pallarés, no tardó en recibir de buen grado el regalo de Manuel Gutiérrez para el aniversario, como se recoge en el acta plenaria de la institución, presidida en aquellos días por Crisanto Sáenz de la Calzada.
Con toda la educación, la comisión gestora acordó «dar las gracias más expresivas a don Manuel Gutiérrez por su generoso donativo y autorizarle para que de acuerdo con el Sr. Arquitecto provincial proceda a la instalación de la mencionada escultura».
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Así, el patio del Palacio de los Guzmanes contó con esta alegoría que recordaba la adhesión de la ciudad y su provincia, encarnada en la Diputación, al régimen repúblicano establecido en 1931.
Tal fue la admiración que generó la obra, que contó con mención en uno de los periódicos de la época. La Democracia publicó una primera reseña, con promesa de ofrecer más información al cabo de unos días.
La obra de Manuel Gutiérrez permaneció un tiempo indeterminado en su nuevo emplazamiento, seguramente durante el periodo que durasen los fastos republicanos.
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«No sabemos quién la almacenó después de estar expuesta», comenta Carlos, hijo del escultor responsable de la creación de Marmolería Leonesa.
Aunque evita dar más detalles, el hoy responsable de una empresa de restauración sí que hace memoria del taller que tuvo después Manuel Gutiérrez, ubicado en Puerta Moneda.
Cincuenta años después, Wenceslao daba la luz del almacén, donde encontraba las piezas de 'La Libertad'. No tardó en montarla. «Siempre tuve la idea de que fuera restaurada porque tiene piezas y fragmentos rotos, pero nunca se llevó a cabo el arreglo», recuerda. De hecho, no son pocas las voces que comentan esta posibilidad, aunque hasta el momento la 'niña bonita' siga manca y sin antorcha.
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Al colocarla en el patio del Edificio Fierro, Wenceslao leyó la inscripción del pedestal en el que se levanta la mujer junto al león. 'Manuel G. Álvarez. León 14 de abril. 1932'. Ahí comenzó una labor investigadora que traza esta historia. El periódico La Democracia cumplió días después su palabra, aunque no se hiciera realidad su deseo de poner en un mejor lugar al conjunto histórico «para que tenga la visualidad que hoy no tiene».
Sea como fuere, en lo que sí acertó el artículo es en la interesante trayectoria del escultor, que dio vida a la piedra con el monumento a Fernando I en Valencia de Don Juan, la tumba de Julio del Campo o la talla de la Virgen de las Lágrimas que procesiona la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad.
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Tras el hallazgo, medio siglo después de ser expuesta, 'La Libertad' vigila el patio del Edificio Fierro del ILC desde entonces.
Ubicada en una de las esquinas, bajo techo, la mujer y el león ven la vida pasar, siendo una de las pocas representaciones artísticas de una República que celebraría pocos aniversarios después de aquel en el que el joven Manuel Gutiérrez plasmó sobre la piedra el espíritu del nuevo régimen.
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