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Cuando eres niño todo es grande, incluso el tiempo. El día es inmenso, todo tiene cabida en él y los segundos parecen estirarse como si fueran de chicle. Cuando eres niño, el verano, más que una estación, parece un año aparte, una justa y prolongada recompensa a todo un curso de inmisericordes madrugones para llegar en hora al colegio. Ser niño en León durante el periodo estival se resume en dos palabras: Coto Escolar.
El Coto Escolar es, en términos exactos, un área municipal de 19 hectáreas al aire libre donde se dan cabida multitud de instalaciones dedicadas, en su mayoría, al entretenimiento y el aprendizaje infantil. Piscina, parque de cuerdas, rocódromo, horno para trabajar el barro, laboratorio de miel, aula magna, biblioteca, cine, campo de tiro con arco, banco de semillas, huerta, dormitorios, picadero con caballos y un observatorio astronómico pueden encontrarse dentro de los límites de la institución.
Sin embargo, el Coto Escolar es, antes que nada, una parte fundamental en buena parte de la infancia de los leoneses. Multitud de generaciones han pasado por este espacio natural desde que en 1983 Mario García, 'alma mater' de la instalación, le propusiese el proyecto al entonces alcalde, Juan Moreno. El Coto era, es y será un jalón fundamental en la vida de los más niños y jóvenes leoneses; un lugar de diversión, aprendizaje y amistad de esos que quedan grabados para siempre en la memoria.
Como no podía ser de otra manera, el Coto Escolar goza de una salud envidiable, aumentando cada año su extensión y añadiendo más y más actividades que convierten a esta macroinstalación municipal en la herramienta perfecta para la conciliación de las familias locales. Actualmente, se encuentra a pleno rendimiento, con todas las plazas ocupadas para lo que resta de verano y con multitud de niños correteando allá donde mires.
Durante el periodo estival, la infraestructura del Ayuntamiento de León focaliza sus servicios en tres variantes diferentes, según explica Teresa Santamarta, directora del Coto Escolar. Por un lado está el 'Pequecoto', que como su propio nombre indica está destinado a los más pequeños -entre 5 y 9 años- los cuales llegan a primera hora de la mañana (7.45 horas) y realizan actividades hasta después de comer (15:00 horas). El servicio de Albergue acoge a grupos de diez años en adelante, de lunes a viernes, y duermen en las instalaciones municipales. Asimismo, el Coto Escolar apuesta por la inclusión con su programa de usuarios con necesidades especiales, los cuales participan de todas las actividades que proyecta el Coto para «que todos los niños conozcan todas las realidades que hay en la sociedad».
Sin duda, uno de los puntos fuertes del Coto Escolar es que libera a los más jóvenes del yugo de las nuevas tecnologías. Un respiro de los móviles y las tablets en un espacio donde las actividades son al aire libre y en contacto con la naturaleza. A la llegada de este medio, unos niños de no más de 12 años se esmeran en trepar los por las presas del rocódromo, otros golpean bolos en la zona de juegos autóctonos y unos últimos saludan mientras montan a caballo. Ávidos de compartir sus experiencias y familiarizados más que de sobra con las cámaras, estos preadolescentes relatan entre piques y risas pueriles lo que más le gusta. Yael se decanta por el parque de cuerdas, Adrián nombra los viajes en Kayak y Cecilia pone el foco en la piscina, no sin antes acordarse de algún que otro compañero que revolotea más de la cuenta.
Los jóvenes permanecen activos desde la mañana hasta la noche, con actividades de toda índole «que vamos rotando para que aquellos que repiten semanas no se aburran», explica la directora del centro. Un total de 23 personas -entre mantenimiento, monitores, cocina y administración- velan porque diariamente todo funcione como un reloj.
Una de las partes más estimulantes del Coto es la presencia de las personas con necesidades especiales, las cuales son sin duda el corazón de este maravilloso paraje. Usuarios en su mayoría del Centro de discapacitados intelectuales «Sagrado Corazón», tienen en la instalación municipal un pasatiempo inmejorable para los meses de verano. Hasta siete monitores participan con ellos en las muchas actividades que desarrollan durante la jornada, si bien es cierto que todos sienten una especial predilección por la piscina. Alba y Mónica, responsables de esta parcela, precisan que si bien es cierto que requieren de una mayor atención que el resto de niños, en su mayoría realizan casi todas las actividades de forma autónoma.
El Coto Escolar se ha convertido en un recuerdo indeleble en la memoria de muchos leoneses, algunos de los cuales ya peinan sus primeras canas. Asimismo, desde el Ayuntamiento han querido orientar su acción a la conciliación familiar durante los últimos años. Durante los periodos vacacionales -Semana Santa, carnavales, Navidad y, por supuesto, verano- la afluencia a la instalación se dispara. La concejala responsable de la estructura, María Lourdes Victoria González, incide en los esfuerzos que desde la administración municipal se están reforzando estos planes con el objetivo de facilitar «la conciliación familia y trabajo de los leoneses».
Este pulmón verde dentro de la ciudad de León encara el mes de agosto a plena actividad. Tan solo un mes que se esfumará casi sin habernos dado cuenta. Una treintena más a acumular para el resto de los adultos, pero no para los niños, no para esos jóvenes que vivirán unas jornadas que llevarán consigo para siempre. Una reminiscencia inmarcesible a la que acudir recordando, ni más ni menos, que en realidad todos no somos otra cosa que niños grandes.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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