Secciones
Servicios
Destacamos
Una mujer asesinada, dos autoras y una cómplice. Un relato que bien podría ser el argumento de una película que dividiría al público en el cine. Más allá de la figura polémica de la víctima, Isabel Carrasco, o de los motivos -reales o no- expuestos por Montserrat y Triana para cometer el crimen hay una protagonista de la historia que siempre sembró la duda: Raquel Gago.
Finalmente, fue condenada como cómplice, pero siempre defendió su inocencia. Joven, tímida, pero con una personalidad que transmitía confianza.
Dentro de la Policía Local, el intendente jefe Martín Muñoz, reconoció la «absoluta incredulidad» al enterarse de la posible participación de Gago en el crimen de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. Una situación de la que reconoció «te cuesta reponerte» al no entender cómo una personas «cuyas funciones son salvaguardar a las personas comete un delito de estas características».
La expolicía local de la capital leonesa no dudó en alzar la voz, en múltiples ocasiones, para remarcar su inocencia en el caso por el crimen de la presidenta de la Diputación y el Partido Popular de León, Isabel Carrasco. «Soy inocente». Estas dos palabras salieron de su boca en cada una de las oportunidades que tuvo, una de ellas haciendo uso de la última palabra en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de León. Entre lágrimas y con la voz entrecortada, Gago se dirigió a los presentes, especialmente al jurado popular, y manifestó que «un día por la mañana, fui a trabajar y al día siguiente cambió mi vida».
La polémica por su participación en el crimen duró años y se reflejó en la sociedad. Nadie quedó ajeno al crimen, al caso y al juicio, por lo que una parte defendió que Raquel Gago conocía desde el principio todo el plan para asesinar a Isabel Carrasco y otros clamaron por su inocencia. Tanto fue así que se llevaron a cabo recogidas de firmas pidiendo «libertad para Raquel Gago». Todos estos actos hicieron que con los meses la figura de Raquel fuese cada vez más mediática y eso se convirtiera en un acicate para ella misma, que luchó hasta el final para defender su inocencia. Aunque nada le sirvió.
La expolicía local de León siempre defendió su inocencia y argumentó durante el juicio en la Audiencia Provincial que todo lo que apuntaba a ella eran meras casualidades. Su presencia en la calle Lucas de Tuy -donde estacionó el vehículo en el que Triana dejó el arma del crimen- fue para ir a una tienda de pinturas y allí abrió el coche «de manera instintiva» y sin ser consciente de que su amiga dejase nada en el vehículo.
Escondió ese encuentro ante la policía «porque mi cabeza no era capaz de creer que eso era real» y en todo momento negó cualquier tipo de participación.
Tal y como había asegurado fue hasta el final con los recursos y peleó en la Corte Europea por su inocencia, pero allí -del mismo modo que había pasado en instancias previas- la reclamación no se admitió y Raquel Gago mantuvo la condena por «cómplice» en el asesinato de Isabel Carrasco.
El veredicto del jurado popular en la Audiencia Provincial consideró a Monterrat Gutiérrez, Triana Martínez y Raquel Gago culpables del crimen y cooperadoras de un plan para ejecutarlo. Sólo 19 días después se conocía la sentencia donde el magistrado de la Audiencia corregía a los nueve miembros del jurado -cinco hombres y cuatro mujeres-. Carlos Álvarez Fernández condenaba a la policía local a cinco años, porque cambiaba el delito de «cómplice» por el de «encubridora». Un posterior recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León volvió a corregir la situación de Gago. En sentencia de apelación la condenó a 12 años de prisión, al considerar, de nuevo, que sí era «cómplice» del asesinato y dar la razón al veredicto popular. Tras ese incremento la ya expolicía local de León comprobó cómo se producía un nuevo incremento en la pena hasta los 14 años.
Fue el 16 de mayo de 2014, cuatro días después del crimen de Isabel Carrasco, cuando Raquel Gago ingresaba en la prisión de Mansilla de las Mulas, donde permaneció durante 258 días, a pesar de que se valoró su trasladó a una prisión gallega. Tras 684 días de libertad, la expolicía volvió a la prisión de Mansilla de las Mulas en diciembre de 2016 cuando el Tribunal Supremo ratificó su condición de cómplice en el asesinato de Isabel Carrasco. Lo hizo con un protocolo antisuicidios y la compañía de una presa de confianza.
Noticias relacionadas
J. I. Foces
Su comportamiento fue «ejemplar» y meses después fue trasladada al Centro Penitenciario Madrid I Mujeres de Alcalá de Henares a petición propia. Ahí cumplió su condena y obtuvo sus primeros permisos penitenciarios. El verano de 2022, Raquel Gago visitó la capital leonesa y con un nuevo aspecto físico intentó pasar desapercibida en el barrio de Eras de Renueva.
En la actualidad, la expolicía vive en Madrid controlada por una pulsera telemática y esperando su libertad condicional que llegará, previsiblemente, en 2026. Tras varios intentos de comunicación con Fermín Guerrero, abogado de Raquel Gago durante el proceso judicial, no ha querido participar en la información.
Publicidad
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.