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Las restricciones y medidas higiénicas condicionan este año la celebración del Ramadán, el mes más sagrado para los musulmanes, noveno en su calendario. Este martes arrancaba la cita clave para los más de 6.000 miembros de la comunidad islámica de León que, a diferencia del año pasado en el que el confinamiento domiciliario obligó a renunciar a la unión característica de estas fechas, pueden acudir a las mezquitas, pero sin librarse de las limitaciones propias de la pandemia.
El toque de queda es el principal obstáculo para la celebración del Ramadán en León, ya que, debido a ello, los musulmanes regresan de las mezquitas a sus domicilios tras rezar la Magrib, la cuarta de las cinco oraciones diarias del Ramadán. Los aforos reducidos marcan este rezo que coincide con la caída del sol alrededor de las 21.00 horas y tras el que se debería romper en comunidad el ayuno típico de este mes sagrado.
El Ramadán es uno de los cinco pilares del culto en el Islam, que se practica durante este mes lunar que ha comenzado el 13 de abril y se extenderá hasta el 12 de mayo. Tiene un importante significado religioso para ellos, ya que fue en este mes en el que comenzó la revelación divina del Corán. Es respetado por musulmanes en todo el mundo como el mes de ayuno, oración, reflexión y comunidad.
Los fieles, desde que llegan a la edad en que obligan las observancias religiosas, deben abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales en las horas comprendidas entre el alba y el ocaso del sol. La ruptura del ayuno con el crepúsculo se celebra con una gran cena acompañada de dulces típicos del Ramadán, que permita recuperar energías y acumularlas para el día siguiente.
En algunos municipios como Leganés, los musulmanes cuentan con un salvoconducto para poder exprimir la llegada a casa y rezar durante la noche en la mezquita como es tradición. Sin embargo, aquí en León esta excepción no está prevista y los musulmanes leoneses vuelven a casa antes de las 10 de la noche para no saltarse esta norma.
Además, ahora cada uno debe acudir a su mezquita a rezar con las alfombras individuales, mientras que el suelo sobre el que se arrodillan durante los rezos ya no cuenta tampoco con alfombras para poder limpiar la superficie con seguridad. La ablución, el proceso de limpiarse con agua para purificarse antes de la oración, tampoco puede llevarse a cabo en los baños públicos por razones sanitarias.
Un Ramadán donde lo más importante no será de puertas para fuera, si no dentro de cada uno de estos musulmanes a los que el coronavirus no les dejará sin su mes de pureza y conciencia.
uso de mascarillas
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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