Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en León
«Querían llamar la policía pero me negué, estaba enamorada de él»Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en León
«Querían llamar la policía pero me negué, estaba enamorada de él»La violencia de género, no solo cambia la vida de la persona que la sufre, sino también de todo el entorno que la rodea. En el último año, en España, han sido 52 las mujeres que han sido asesinadas a manos de sus agresores, dejando ... familias vacías, casas en silencio, y hogares que encierran el sufrimiento, que en muchas ocasiones, se alarga en el tiempo.
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Verónica Rayo y Jimena Martínez, dos jóvenes de la provincia de León, han sido testigos en primera persona de lo que esta violencia te cambia la vida. «Estás tan ciega, que no sabes diferenciar lo que es amor, porque te conformas con cualquier cosa, mientras estés a su lado», aseguraba Martinez al hablar de su última relación, mientras Verónica asentía y añadía: «piensas que algún día cambiará, pero las cosas solo terminan yendo a peor».
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Una lacra social, que encierra el silencio del sufrimiento, el miedo y la desesperación. Medidas que muchas veces, llegan tarde, o que nunca llegan, porque las víctimas deciden no tomarlas. Fueron más de 10.000 las llamadas recibidas este año al teléfono de atención a las víctimas. Un teléfono, que busca ser el medio de rescate de muchas de las vida,s que sin posibilidad de escapar, esperan que alguien les coja el teléfono para poder sacarlas de ahí.
«No recuerdo exactamente el momento en el que todo empieza», así es como Verónica, una joven tarraconense de tan solo 23 años comienza a relatar su historia. Verónica Rayo llega a León con su madre cuando apenas tiene 13 años, en busca de un hogar en el que sentirse libre y sobre todo, en el que no volver a tener miedo.
«Las discusiones y las agresiones ya estando mi madre embarazada de mis hermanos eran continuas. Mi madre llegaba de trabajar y mi padre la agredía por celos», añade emocionada al hablar de estos momentos. Desde niña, intenta romper con su pasado, un pasado que no deja de acompañarla cada día. Aunque no recuerda muy bien el momento en el que todo comenzó, si que recuerda muchas de las situaciones que ella misma vivió con su madre y sus hermanos.
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La infancia de Verónica se vio envuelta en dolor y miedo. Desde que era una niña, conoce lo que es la violencia de género en sus propias carnes. «Mi madre, por lo que yo sé, aguantó durante 15 años violencia de género», asegura Rayo. «Realmente no sabes diferenciar cuando es violencia o cuando estás tan enamorada, piensas que es normal», explica la joven. Su madre, compartía sus días con la violencia en casa. Cuatro paredes que no solo escondían golpes, sino la historia de vida de una madre que intentaba por todos los medios, proteger a sus hijos, «yo creo que ella aguantó porque tenía tres hijos», indica Rayo.
«Yo realmente soy la hija más mayor. Entonces, era la más consciente. Mi madre siempre nos lo intentaba ocultar, tenía moratones en la cara, o aparecía sangrando, y yo le decía: 'mamá, ¿qué te pasa?', y siempre lo justificaba con algún golpe, caída o accidente», añade la joven al relatar una situación que asegura que «a día de hoy me sigue doliendo».
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«Mi madre se lo contó a mis abuelos a raíz de una de una paliza. Cuando ya estaban en trámites de separación, mi padre quiso entrar en casa para pegar a mi madre,mi madre se tuvo que disfrazar de mi abuelo para que no supiera que estábamos solos en casa», recuerda Rayo intentando hacer memoria de situaciones que ella misma asegura 'no he podido olvidar'. La madre de Rayo, se mantuvo durante años en silencio, el miedo a perder a sus hijos, y el apego emocional que tenía hacia su ex pareja, generó que esta situación se alargase en el tiempo, poniendo en riesgo no solo su vida, sino también la de su entorno. «Mi abuela cuando se enteró y le pidió que tomase medidas, le intentó hacer ver que eso no era amor, pero cuando quieres a alguien, es difícil de entender todo el daño que te hace», explica la joven.
«De pequeña, me metía en el medio de las discusiones y de las agresiones, yo también recibía golpes, hasta que un día mi madre nos dijo: ' 'nos vamos de casa'», explica al intentar recordar el momento que cambió su vida para siempre.
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«Llegué a León con once años, era la única solución, o mi madre ponía tierra de por medio, o al final, la historia iba a acabar mal», añade Rayo. «Recuerdo que cuando todo acabó, no me lo podía creer», explica mientras intenta hacer memoria en muchas de las situaciones que vivió. «Un día vi a mi madre tirada en el suelo, sangrando. Me quise poner en el medio, y ella misma me quitó, me dijo que no me pusiera, y yo aún así lo hice», asegura la tarraconense, porque para ella, hay algo por encima de todo «es mi madre».
La vida de la joven, su madre y sus hermanos, cambió totalmente cuando su padre desapareció de sus caminos. «Solo le he vuelto a ver cuando voy a ver a mis abuelos», añadiendo que «no quiero volver a saber nada de él». Rayo ha podido recuperar una vida sin miedo, al lado de su madre, sus hermanos y un nuevo miembro en la familia procedente de la nueva relación que tiene su madre con su actual pareja. León ha sido hogar para ellas, una nueva oportunidad y un futuro sin miedo. Una vida que asegura que no hubiese cambiado si no se llegan a «tomar medidas» que como ella misma asegura «la mejor medida es avisar a gente de tu alrededor y que las fuerzas de seguridad del estado te puedan ayudar».
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«Yo nunca esperé que me hiciera eso. Él me decía que me iba a curar, y salvarme de todo lo que había vivido antes», esas son las declaraciones con las que Jimena Martinez, víctima de violencia de género comienza a hablar del momento que le cambió la vida para siempre.
La joven leonesa de tan solo 24 años, confiesa haber sido víctima de violencia en dos ocasiones. «He tenido dos relaciones serias, y los dos chicos fueron violentos conmigo, seguían un mismo patrón», explicaba Martinez al recordar sus relaciones. «Al principio todo es muy bonito. Te tratan como si fueras la reina, pero con el paso del tiempo, es como si te conocieran desde siempre, y supieran cómo hacerte daño», indica emocionada.
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Martínez asegura que «no estaba en mi mejor momento» cuando comenzó su última relación. Problemas personales llevaron a que su autoestima, y la confianza que tenía en sí misma, se viese afectada en ese momento. «Quería que me viese como la mejor, pero nunca llegaba a serlo para él», añadía tras recordar el momento en el que todo empezó.
La leonesa decidió denunciar a su expareja, el ya condenado. «Recuerdo que un día, yo estaba con mis amigas y le vi irse de la mano con una chica, me volví loca, y fui a por él. Mis amigas me agarraron para que no fuera detrás, pero no les hice caso», asegura recordando el comienzo de su infierno. «Le cogí del brazo, y el se dió la vuelta. Me empezó a dar puñetazos en el pecho, y a mi amiga, que quería defenderme, también la empujó. De un golpe caí al suelo, pero yo aún así, solo quería irme con él», explica Martinez.
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Fueron varias las ocasiones en las que la joven recuerda rectificar a la hora de interponer medidas legales. «Les pedí a mis amigas que no denunciasen. Me daba igual lo que hubiera hecho, querían llamar la policía y yo no quería por nada del mundo, porque estaba enamorada de él y me daba igual. Yo solo quería protegerle a él», recuerda emocionada. Un recuerdo que a pesar de la insistencia de sus amigas, se convirtió en otro episodio de violencia sin tomar medidas legales. «Me monté con el coche, y le dije: 'te perdono, no pasa nada tranquilo , nadie va a llamar a la policía, yo me voy contigo'», explica la joven.
Pero la historia volvía a repetirse meses más tarde. «Me llamó una noche para asegurarse de que estaba en casa, me dijo que no se lo creía, que iba a venir a comprobarlo. Me llamó al timbre, pero yo no quería abrirle. Me decía que no estaba sola, que quería comprobarlo», recuerda del momento que lo cambió todo. «Despertó a mi vecino, le abrí la puerta para evitar problemas, y a partir de ahí, empezó a decir que nos iba a matar a todos; a mis padres, a mi mascota y a mi», asegura Martinez. «Me volví loca, me cogió el movil, y empecé a gritar socorro. Mi vecino, sabía lo que estaba pasando, y llamó a la policía», asegura la joven.
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La policía acudió al domicilio donde se encontraba la joven mientras su expareja intentaba escapar. Auque la joven necesitó asistencia sanitaria, ella misma asegura que «no quería denunciarle, segía queriéndole.»
Tras esta agresión, se interpuso una orden de alejamiento, la cual ninguna de las dos partes cumplió. «Dejaba el aparato en casa para poder estar con él, mentía a mis amigas, a mis padres y al todo el que intentaba separarnos», asegura Martínez. «Cuando la historia volvió a repetir patrones, sabía como podía acabar y decidí pararlo», recuerda la joven del momento en el que decide poner un punto final a su historia.
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«Es difícil salir de ahí, yo he tenido mucha ayuda, y no he hecho las cosas bien. Pero solo hay una cosa que tienes que tener claro, eres tú la que tienes que querer hacerlo», termina asegurando Martinez.
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