Ceremonia de las Cabezadas en San Isidoro.

El pueblo tumba el foro

Un «peleón» síndico convoca cortes refrendarias en el claustro de San Isidoro para dar voz a los leoneses sobre el eterno debate de Las Cabezadas | El cabildo firma las tablas, se queda con el cirio y los hachones «aunque nos corten la mano» y niega que la visita municipal sea libre y voluntaria

Domingo, 18 de julio 2021

El Ayuntamiento de León volvió a chocarse contra un muro. De poco le valió dar voz al pueblo en unas improvisadas cortes refrendarias, en el mismo lugar donde en 1188 se les convocó a dar su voto, y sus reiteradas peticiones por probar el milagroso ... vino que se custodia en San Isidoro.

Publicidad

El cabildo volvía a igualar la contienda y acababa llevándose el cirio de un arroba bien fundida y los dos hachones de cera y todo quedaba en tablas. El eterno debate de si la ofrenda al santo se hace de forma libre o voluntaria o cumpliendo un foro u obligación tendrá que buscar solución en 2022.

La Ceremonia de las Cabezadas cambió de fecha, incluso de hora, pero no de guión en una cita que reunió a decenas de leoneses para vivir el 'foro u oferta' que la pandemia obligó a retrasar hasta este 18 de julio.

El debate: dos vasos, un gallo y la voz del pueblo

Como síndico municipal tomó la palabra un reconocido laico, Nicanor Pastrana, que ofreció la cristalería para darse un 'homenaje' con el caldo que esconden las barricas de los muros románicos. Uno de chupito para él; uno de sidra para el clero, en muestra de la generosidad del pueblo de León.

Pero Teodomiro Álvarez, canónigo de San Isidoro, no quiso entrar al juego y le avanzó que tuvieran «la fiesta en paz» y le reclamó haber vuelto a invocar al santo para que pusiera paliado la pandemia.

Publicidad

Ver fotos

Galería. Las mejores imágenes de Las Cabezadas Peio García

En el segundo turno, el representante del Ayuntamiento le lanzó el primer reto: «Si el gallo de San Isidoro canta, aunque solo sea una vez, nos daremos por convencidos de que estamos aquí obligados». Se hizo el silencio y el gallo no cantó. Tiró entonces de documentos, como la obra de Lucas de Tuy sobre los milagros de San Isidoro «una prueba tan imbatible como el chuletón, de carne, de Pedro Sánchez».

Advirtió el concejal de su 'cazurrez', y le replicó el cabildo: «Usted dice tener la cabeza muy dura, pero no sabe cómo la tenemos nosotros». Y le pidió que hicieran el favor de hacer «lo más fácil», que era reconocer que el foro era obligado. «Hacen lo difícil, que es montar una fiesta, venir hasta aquí y darnos el cirio y los hachones; y no lo fácil».

Publicidad

Un desenlace en 1188... y una autonomía para León

El desenlace quiso hacer parte activa al público, al igual que lo hizo Alfonso IX en 1188. Pastrana -mientras el gallo seguía sin cantar- convocó cortes refrendarias para que el pueblo de León decidiera si el cirio de un arroba bien cumplida y los dos hachosnes de cera eran una oferta libre, a lo que algunos presentes alzaron la mano, lo que le valió al edil. «Secretaria, haga constar en acta que el pueblo decidió la entrega libre, voluntaria, generosa y gozosa. Pero también que el debate queda en tablas para poder seguir viniendo a celebrarlo». Además, el síndico pidió a su rival que interceda por el alcalde para que siga reivindicando por León hasta lograr el derecho de una autonomía propia.

La despedida del cabildo sirvió para ironizar sobre el poco éxito de la consulta popular y le invitó a seguir discutiendo, pero siempre recordando a Antonio Viñayo: «Él nos decía: vosotros discutir, pero que el cirio quede aquí. Y es que hace poco se cayó la estatua, o la tiraron, pero el brazo del canónigo quedó bien agarrado al cirio». Teodomiro se comprometió a encender el cirio para «permanecer unidos, quitar división y dedicarnos a sumar todos los esfuerzos».

Publicidad

Con una lectura al himno de San Isidoro terminaba el acto. El alcalde se dirigió al obispo y le entregó la ofrenda para poner punto y final «a una fiesta en paz y armonía».

La historia de Las Cabezadas

Lucas de Tuy fue el encargado de dejar por escrito los hechos que 862 años después la ciudad de León seguirá recordando, a pesar de que siempre conoce el resultado final antes de empezar.

Fue en el año 1158, con Fernando II de León, y en Trobajo del Camino. Hasta allí tuvo que acudir la anciana Doña Sancha para que sus plegarias fueran escuchadas. No llovía en León, y llevaba sin hacerlo muchos años, por lo que los ciudadanos empezaban a pasar hambre.

Publicidad

Por aquello de que uno solo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena -y en este caso cuando no- se optó por llevar los restos del santo Isidoro desde su basílica en procesión y fue en zona trepalense cuando los mozos que lo pujaban no pudieron más. Empezó a llover, y llovió sin parar, hasta que no había quién pujara por el arca de regreso a León. La reina rezó y el milagro se hizo: tres jóvenes, de cinco o seis años, lograron devolver los restos a la colegiata bajo una firme promesa: nunca más volverlo a mover.

De ese milagro nació el 'foro u oferta', la obligación o la voluntad, aquella que cita desde 1693 Francisco Cabeza de Vaca Quiñones y Guzmán en su escrito 'Protocolos que rigen la ceremonia' y en el que se explica el acto de 'Las Cabezadas', una tradición secular que lleva al pueblo de León cada último domingo de abril -no siempre fue esa fecha- hasta San Isidoro, donde es recibido por el cabildo para iniciar un debate que nunca acaba ni acabará. Un día que, en esta ocasión, la pandemia obligó a retroceder hasta este 18 de julio.

Noticia Patrocinada

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad