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Una miscelánea de postales, cuidadosamente colocadas, da idea de la «familia de la radio» que a lo largo de los años ha ido creciendo en León. Desde Japón hasta la Antártida, desde Lationoamérica hasta Australia, los amigos de los radioaficionados leoneses se cuentan por miles.
Antes de que existiera Facebook, mucho antes de que pudiéramos mandar mensajes directos por Instagram o compartiéramos nuestro día a día por Twitter, años antes de que las parejas se crearan por Tinder, las ondas llegaban a establecer relaciones que superaban el espacio. Porque la radioafición es «la primera red social del mundo». Así la define Miguel Ángel Yugueros, presidente de la Unión de Radioaficionados de León (URLE) y de la sección de la Unión de Radioaficionados Españoles (URE) en la provincia, que explica que su esencia «es la misma». «Puedes hablar de lo que quieras con una persona que no conoces y está al otro lado del mundo», cuenta con los equipos de la unión a sus espaldas.
Se suma a esta 'red social' una variable que hace más emocionante la conexión: los elementos externos. «No es tanto el país más lejano con el que hemos conseguido hablar como las circunstancias que rodean la conexión», cuenta Yugueros, que explica las dificultades para establecer contacto con Corea del Norte, con zonas remotas o protegidas o con lugares donde en ocasiones se puede complicar la comunicación por voz y hay que recurrir a la telegrafía.
La radio cumple este 2024 cien años en España, y la Unión de Radioaficionados Españoles, 75. Tres cuartos de siglo en el que la tecnología ha avanzado, pero la esencia del contacto a través de las ondas se ha mantenido intacta, llegando a alcanzar todas las partes del mundo... y del espacio. Con una pantalla que indica la órbita de la Estación Espacial Internacional, el grupo de León colabora con la Agencia Espacial Europea en los experimentos que los astronautras realizan a nivel de comunicación. «Tienen equipos de radioaficionados a bordo e intercambiamos comunicados con ellos», cuenta Miguel Ángel.
Esta conexión con el espacio hace obligatoria la siguiente pregunta: ¿se imagina la Unión de Radioaficionados de León hablar desde su sede en el Instituto Giner de los Ríos con los astronautas leoneses Pablo Álvarez y Sara García? «Es algo que no se descarta», asegura el presidente, que afirma que, en el caso de que se diera la oportunidad, la URE «organizaría algún evento porque es algo a conmemorar».
Un grupo de 50 entusiastas de esta nativa red social conforman la Unión de Radioaficionados de León. Cada uno guarda una historia de cómo comenzó su andadura en este mundo. Mientras Antonio, uno de los más veteranos del grupo que este año cumple 50 años como radioaficionado, recuerda sus inicios en la dictadura, sus compañeros Julio, Juan Carlos, Modesto y JoseK hacen memoria de aquellos años en los que conseguir permiso para practicar su afición era complicado.
Los más jóvenes del grupo, Alejandro y el propio Miguel Ángel, unen sus primeros recuerdos de la radio a la infancia. «En mi caso lo heredé de mi padre», cuenta Yugueros, con la mente en aquella emisora de la casa y del coche de su infancia. «Te va picando el gusanillo y te metes en el mundillo», tanto que conoció a su mejor amigo gracias a la radioafición. «Tiene su romanticismo», asevera.
Cada jueves el grupo se reúne en su ahora recién estrenada sede en el Giner de los Ríos, en un espacio cedido por el centro y la Consejería de Educación, a los que la Unión de Radioaficionados de León están «sumamente agradecidos», para que puedan seguir realizando su labor y la acerquen a las nuevas generaciones, estableciendo sinergias y abriendo un nuevo mundo a los estudiantes de electrónica y telecomunicación.
Hablan, se ponen al día y establecen contacto con cualquier parte del mundo y de España, como observamos en directo con un saludo de un radioaficionado de Girona. La forma de certificar estos contactos es a través de tarjetas que funcionan como postales. «A través de la URE se envían unas postales, las tarjetas QSL, en las que nosotros ponemos los datos de la comunicación, la fecha y la hora , y el corresponsal del otro lado hace lo mismo, así certificamos que hemos hablado», cuenta, al tiempo que muestra la amplia colección que suma la Unión de León.
Una afición «bonita y sana» que va mucho más allá de un micrófono con el que hablar con desconocidos y aborda temas de electrónica, telecomunicaciones, informática o programación. «Da una cantidad de posibilidades incontables», reconoce Yugueros. Porque la radioafición, con sus matices y anécdotas, es una forma de entender la vida y las relaciones humanas para los románticos de las ondas.
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Algunas de las tarjetas QSL más especiales de Miguel Ángel Yugueros son las que certifican sus comunicaciones con la Estación Espacial Internacional. Los indicativos que aparecen en ellas son los dos que utilizan en la actualidad en función de qué astronauta la opere: NA1SS si es americano, RS0ISS si es ruso.
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
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