El policía de Villamarco de las Matas al que querían «hasta los malos»
El coronavirus en la provincia ·
Hace ocho días, el coronavirus mató a Hilario Reguera, agente leonés del Cuerpo Nacional en Segovia que este pasado lunes tenía que haber soplado 65 velas y empezado una nueva vida
Una vida se apaga de repente y entonces se enciende «la incomprensión» dolorosa ante la muerte de un padre que «no fumaba, no bebía, que nunca se había tomado una pastilla». Raquel, una de las dos hijas que tuvo Hilario Reguera Herreros con su mujer, Carolina, expresa esa incredulidad. «¿Por qué a mi padre?», se repite entre sollozos. Lo último que supo de él es que no se encontraba bien. Tenía fiebre y le animaron a que fuera al médico. Llamó, «pero no le dieron nada». Horas después decidió ir al Hospital. «Se duchó, se vistió y ya no le volví a ver más», relata apesadumbrada.
Su viuda; su otra hija, Ana Belén; sus yernos, Ricardo y Carlos, y sus compañeros en la Comisaría de Policía de Segovia no salen de esa penumbra de estupefacción y tristeza. Hoy hace ocho días que el coronavirus les arrebató a Hilario, que tenía que haber soplado las 65 velas de su jubilación este pasado lunes. «Fue horroroso, una tortura de día», se lamenta Raquel.
Sin embargo, en la oscuridad que ha dejado su partida inesperada, hay destellos que alumbran un consuelo en forma de versos, los que escribió Patricia, hija de Raquel, al saber que su abuelo había hecho las maletas para hacer su último viaje. Porque a 'Hila', como le conocían los que le querían bien, le encantaba conocer países, lugares y culturas.
Maestro de sus nietos
«Cuentan que cuando tienes a alguien que adoras en el cielo tienes un trocito de él en tu corazón para siempre. Yo lo tengo, abuelo, porque tú vives en mí y estarás conmigo toda mi vida», le dedicó la pequeña Patricia. Esas palabras son inspiradoras para Raquel, quien destaca «lo supercariñoso» que era Hilario con sus cuatro nietos, lo mismo que lo fue antes con sus hijas. Por las tardes, ayudaba a estudiar alos mayores, que cada día acudían desde Hontoria a la casa del abuelo en la avenida de la Constitución. «Tenía una gran capacidad para enseñar», ensalza Raquel. Y cuando tocaba jugar con ellos, Hilario era el primero. «Era responsable, muy generoso con la gente, sincero y sensible», recuerda así ese brillo que solo el coronavirus ha podido apagar.
«Era muy joven, se cuidaba y cuidaba mucho su imagen, era coqueto y le gustaba vestir bien»
RAQUEL REGUERA, HIJA DEL POLICÍA FALLECIDO
Como policía, sus compañeros le definen como «uno de los mejores olfatos» frente a los delincuentes. Un policía que patrulló la calle muchos años, que se conocía el paisaje y el paisanaje de Segovia y que se hizo respetar en su trabajo. Pocos podían presumir de saber tanto de las calles de la ciudad, de cómo palpitaban y de si se cocía alguna fechoría, y eso que su cuna está en León, en Villamarco de las Matas. Precisamente en León, ya que Carolina nació en la minera localidad de Villablino, conoció a la que ha sido la mujer de su vida, su amor y la madre de sus hijas. Tras un pequeño tiempo en Asturias, acabó en Segovia.
Sus colegas le admiraban y «hasta los malos le querían», cuenta Raquel. «Le paraban por la calle y le decían 'señor policía' y a nosotras que íbamos con él nos daba un poco de vergüenza. Como cuando visitábamos las ferias y le gritaban '¡jefe, jefe!'». Esa vergüenza era orgullo, concluye Raquel «porque le respetaban mucho y él respetaba a la gente».
El último viaje
Este viaje al cielo que narra la pequeña Patricia no tenía que haber sido el último de Hilario. Desde hace unos años «se aficionó mucho a viajar, creo que eso le abrió también mucho la mente», revela Raquel. La pandemia le hizo cancelar uno que tenía previsto hacer a Budapest. Cuando regresaba de esas escapadas con su mujer «siempre solía decir que qué buena gente se había encontrado». El pasaporte le corrigió prejuicios y le desmintió clichés. «Pienso que viajar le hizo más sabio e inteligente de lo que era».
«Tenía fiebre y decidió ir al médico. Se duchó, se vistió y ya no le volví a ver. A veces creo que es una película»
RAQUEL REGUERA, HIJA DEL POLICÍA FALLECIDO
Esos últimos años de oficina en la Comisaría antes de una jubilación que no llegó porque el coronavirus se cruzó seis días antes, Hilario también los volcó cada vez más en disfrutar de la familia. «Tenía que empezar a vivir, era muy joven, se cuidaba y cuidaba mucho su imagen, era coqueto y le gustaba vestir bien», evoca su hija emocionada e incrédula: «a veces creo que es una película».
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