El 12 de mayo de 2014 la pasarela peatonal del río Bernesga, que une el paseo de la Condesa Sagasta con el Paseo de Salamanca, cambió la historia de León para siempre. El sonido de tres tiros, que acabaron con la vida de Isabel Carrasco ... minutos después de las 17:15 horas de la tarde, retumbó en una política que ese día enterró uno de los capítulos más importantes de la capital leonesa.
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Diez años después, ese mismo lugar sigue siendo un lugar de paso, la ruta elegida por muchos leoneses para retornar a sus casas. Una pasarela que forma parte de la vida de muchos leoneses y que se ha convertido en el escenario de una cruel y «fría» venganza, lo que todavía desconcierta a muchos vecinos. «No me coincidió de casualidad porque yo siempre pasaba por aquí a pasear y ese día tuve que ir a recoger el coche», explica Florentino Rico. «Todos los días pasaba por aquí un poco antes o un poco después», asegura. Recuerda cómo le impactó conocer la noticia a través de una llamada de su hijo: «Nadie se merece esto, una muerte no se desea a nadie por muy malo que sea uno».
Reconocida por los leoneses como una mujer de «gran importancia» y con un carácter «muy rígido y profesional», Isabel Carrasco dejó en la política leonesa «un gran vacío». «Pensamos que no había sido ni en León», recuerda Pepa García, quien transita por la pasarela acompañada de su marido. «A veces me pregunto qué será de esas mujeres a las que se les cruzó el cable», apunta. Pepa conoció la muerte de Isabel Carrasco tras tomar café en una cafetería cercana al lugar del crimen: «Vi una gran aglomeración de gente. Pregunté qué ocurría y así me enteré de esta muerte tan terrible». Reconoce que la mayor parte de las personas se mostraban perplejas, «no entendíamos que fuera posible que algo así hubiera sucedido en el centro de León».
Tras la sorpresa inicial, muchos leoneses sintieron «preocupación» sobre el futuro de la política en León. Así lo reconoce Carmen Natal, una vecina del Bernesga que veía a Isabel Carrasco pasear con frecuencia «como una persona normal». «Era una mujer muy profesional en lo de ella, aunque dicen que tenía temperamento», apunta, y añade que a ella no le sorprende, «los grandes genios lo tienen». Con tristeza y pena recuerda una situación de «injusticia» en la que la gente se movió «desconcertada» y «aturdida».
Al lado, su amiga Alexa Martínez recuerda el momento exacto en el que todo ocurrió y su momento de «incertidumbre» al ver tanta policía concentrada en el lugar del crimen. «La gente empezó a rumorear sobre lo que estaba pasando», indica. El recuerdo de la exdiputada leonesa llega a su mente como una persona «muy trabajadora» en la que «no a todo el mundo le gustaba su actitud». «La gente tiene que ser exigente laboralmente hablando», añade. Ambas vecinas tienen muy claro que «nadie merece ese final».
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Otro vecino que pasea por la zona, Luis Fernando Méndez, recuerda por su parte a una Isabel Carrasco llena de poder, con su paso por la Diputación y Caja España y la «cantidad de trabajos y sueldos» que la leonesa tenía en su etapa como mujer pública. Tras ver las noticias en la prensa, Méndez se quedó «impactado»: «Nada se debe solucionar así nunca, es injusto». Aún no entiende cómo un lugar público pudo ser testigo de una «atrocidad» así.
Siempre rodeada por mucha gente, según explica el leonés, se la cruzó en varias ocasiones por la zona y, ahora, es difícil que su mente no viaje al momento exacto donde todo ocurrió diez años antes. Luis Fernando tiene claro que las asesinas actuaron en todo momento con sangre fría y sin pensar: «Lo tenían todo planeado, porque en la pasarela siempre había gente y seguramente tendría a su guardaespaldas. Es mucho peor así que actuar de repente. La siguieron y la mataron a plena luz del día».
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Juan Carlos León López
Una mujer «muy inteligente» y «muy temperamental», esa era Isabel Carrasco para Julián Amaro. Con muchos más «enemigos» que «amigos», este vecino de la localidad recuerda el momento «curioso» en el que pasaron por el puente minutos antes de lo ocurrido. «Llegamos a casa, cogimos el coche y nos fuimos al pueblo», relata. Allí fue donde se enteró de todo, en un camino de 17 kilómetros la política leonesa cambiaría para siempre. «Fue una cosa rarísima», rememora, «un asesinato que dejó una sensación de shock en la ciudad».
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