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Pablo García es argentino. Y aunque por su apariencia puede parecer un peregrino en dirección a Santiago de Compostela, las banderas que adornan su bicicleta esconden grandes las historias de casi dos décadas recorriendo el mundo pedaleando.
El inicio de su aventura se remonta a 1999, cuando trabajaba como guía turístico en Brasil, y fue entonces el momento en el que decidió dejarlo todo: «Un día me propuse salir a cumplir mi sueño, recorrer el mundo y conocer las diferentes culturas», asegura sentado frente a San Isidoro. «Pensé que con la bicicleta iba a tener más contacto con la gente, por lo que volví a Buenos Aires pedaleando, conseguí patrocinadores y me fui a África en el 2001».
Fue en ese momento en el que puso en marcha 'Pedaleando por el Globo', un proyecto que en su planificación inicial tendría una duración máxima de dos años y medio, algo de lo que ahora se ríe, pues tardó 16 años y 167.000 kilómetros en completar la vuelta al mundo. «No he parado de rodar: estuve 2 años y medio en África, luego fui a Oriente Medio donde me impresionó su hospitalidad, su curiosidad al mundo occidental y su cultura que merece mucho la pena conocer. Visité más de 30 países en Europa, llegué a lugares lejanos en Asía como Japón, Mongolia o el Tibet y luego volé desde Oceanía a Alaska, donde tardé 5 años más en recorrer los 55.000 kilómetros que me separaban de Buenos Aires».
Tras volver a su país, Pablo dedicó los años siguientes a la producción de su documental, con el que financió parte de su viaje. Sin embargo, este año Jacobeo no ha querido dejar de pasar la oportunidad de realizar una de sus asignaturas pendientes: «Me había quedado un trozo pendiente de pedalear que era el Camino de Santiago, este es un lugar mítico, un lugar de peregrinaje muy importante en el mundo», explica el argentino que inició sus etapas en Roncesvalles. «También es una forma de rendir homenaje a la tierra de mis abuelos, que eran gallegos».
Su paso por León está siendo agradable, pues tras tantos kilómetros montado en su medio de transporte, ha aprendido a apreciar recorridos de estas características: El paso del Camino por León es fácil. Tienes poblaciones cada poco, siempre hay gente para abastecerte y la zona es llana», explica. «A mi me gustan las zonas planas y bastas de paisaje como esta provincia, me gusta pedalear mientras puedo apreciar visuales amplias
Ahora, las aventuras de este argentino son montado en su bicileta, la cual ha cambiado hasta en tres ocasiones a lo largo de su recorrido. «Esta me la dieron en Israel y tiene más de 110 mil kilómetros. Pesa 73 kilos en total», detalla Pablo sobre su compañera de viaje. «Lo más importante que llevo es la tienda de campaña; llevo una hornalla para cocinar; también llevo herramientas y repuestos; un poco de ropa, y alguna cosa de promoción de mi viaje».
De hecho, asegura que tiene el equipo necesario para cruzar grandes distancias sin necesidad de parar a abastecerse: «Por ejemplo, en Australia hay sitios con más de 700 kilómetros sin supermercados, entonces cargaba hasta 10 kilos de comida conmigo».
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