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Fue en un día normal, en uno de esos que abundan hasta el aburrimiento en el calendario, cuando Rut Campanario cayó en que algo no iba como debía.
Esta leonesa nacida en Sevilla («uno es de donde pace y no de donde nace, ... y yo llevo aquí diez años», defiende con esa gracia que no sobra por aquí arriba) conducía su coche con su perra en la parte trasera. El objetivo no era otro que llevarla al veterinario. En el pasado comenzaban a quedar aquellos quince días en los que Rut e Iván, su pareja, pasaron el coronavirus en casa.
Todo era normal hasta que en la rotonda de Villaobispo, Rut optó por dar una vuelta más a la glorieta sin tomar salida alguna. «No es que no supiera lo que tenía que hacer, es que directamente no sabía quién era», confiesa con una incredulidad que aún sigue presente en su relato. Rut se quedó en blanco durante varios segundos sin saber qué hacía allí, a dónde iba ni quién era. «En aquel momento paré el coche y pensé. Me di cuenta otra vez de todo porque la perra ladró y pude atar cabos. Iba al veterinario».
Las pérdidas temporales de memoria son parte de las secuelas que deja la enfermedad provocada por la infección por el SARS-CoV-2, el virus causante del coronavirus Covid-19. Según defendió una publicación en la revista científica The Lancet en agosto del pasado año, existen pacientes que, una vez curados, presentan cambios microestructurales a nivel cerebral, culpables de estos breves episodios de amnesia.
Rut se cruzó con la enfermedad en el puente del Pilar. Una excursión al monte para ver la berrea del ciervo con sus contactos más cercanos era una buena alternativa a otras prácticas que podrían entrañar más peligro. Pero como dice, «siempre hemos hecho las cosas tal cual nos han dicho pero da igual, porque si está para ti, está para ti». La salida a la naturaleza se saldó con un primer positivo.
Fue al cabo de una semana cuando saltaron las alarmas en casa de Rut e Iván. «Nos despertamos con una sensación rara, levantar la cabeza de la almohada era imposible. Pensamos que nos estaría afectando el otoño, como otras veces, no pensábamos en que pudiéramos habernos contagiado porque hicimos todo como mandan las recomendaciones», recuerda.
Tras medio mes con un cuadro leve de coronavirus (que incluía tos, ahogo, quemazón en los ojos y calambres en las articulaciones), llegaron las consecuencias inesperadas en forma de agotamiento y pérdidas de memoria. «Di dos veces positivo y tuve todos los síntomas salvo la fiebre; un día te levantabas y te quemaban los ojos, al siguiente notabas la nariz atascada pero sin tener mucosidad... Cada día una cosa, perdiendo el olfato y el gusto».
Pero llegó el fatídico día en el que Rut perdió por primera vez la memoria. «No le di mucha importancia, pero a los dos días, antes de ir a la cama, me quedé en el baño sentada sin saber ni quién era ni qué hacía. Cada dos o tres días me pasa, era menos y ahora me pasa más», lamenta tras reconocer que es una sensación difícil de explicar.
«Un día en el centro salía de una tienda y tuve que preguntar a una persona que dónde estaba, y en ese momento me hice la composición de lugar. Lo que me ocurre es que no entiendo lo que me rodea ni qué hago allí».
Aunque esta secuela de la Covid-19 se repite en otros pacientes, aún no se conoce mucho sobre este fenómeno. De hecho ella desconoce cuánto durarán en el tiempo estos episodios de amnesia breve ni qué hacer para remediarlos. Toca esperar ahora los resultados de un TAC con la esperanza de que puedan arrojar algo de luz.
«Hablo mucho con mi médica de cabecera y eso me ayuda, pero ahora no hay remedio ni medicación, es una sensación rara y no sé si esto puede hacerme más propensa a padecer otras enfermedades relacionadas en el futuro», asegura.
Tras pasar el coronavirus y sufrir sus consecuencias, Rut Campanario lamenta lo que ocurre a diario. «Te da rabia ver lo que ves en la tele, que siempre hablan de la juventud pero se está viendo de todo. Me pregunto, ¿tienes que sentir en tus carnes ésto para dejar de ser egoísta? No creo que haya necesidad por ejemplo de celebrar la Navidad a toda costa, ya lo haremos en agosto».
Las dudas sobre esta nueva realidad rondan a Rut, que anima a que su historia sirva para que todos nos cuidemos más. «Ahora apunto todo en notas por si acaso, pero me ocurren cosas hasta el punto de ir hablando por teléfono y quedarme en blanco».
Toca seguir cuidándose. Eso no debería olvidarse. Rut es prueba de ello.
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