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Celebración del Día de Castilla y León en Villalar el pasado año. Miriam Chacón
¿Qué pasó en Villalar y por qué se celebra el 23 de abril el Día de Castilla y León?

¿Qué pasó en Villalar y por qué se celebra el 23 de abril el Día de Castilla y León?

En 1986 la Junta estableció el carácter festivo de esta efeméride como «homenaje a los antepasados» y «promesa ante quienes sigan en el afán de mejora de las condiciones de vida de los castellanos y leoneses». ¿Qué papel tuvo León?

Domingo, 21 de abril 2024, 09:21

23 de abril, Día de Castilla y León y jornada festiva para los leoneses. Día de 'San Ikea' para muchos, por eso de cruzar el Negrón para pasar la jornada en la famosa tienda en Asturias; Día del Libro para otros, que aprovechan para escaparse y regalar al estilo catalán una rosa y un libro por San Jordi. Lo cierto es que en León, El Bierzo y el resto de comarcas, se cuenta con los dedos de una mano los que celebran un día de la comunidad que muchos no sienten suyo.

Fue el 17 de abril de 1986 cuando la Junta de Castilla y León aprobaba la Ley 3/1986 estableciendo como fiesta «a todos los efectos en el territorio de la comunidad de Castilla y León el día 23 de abril de cada año». Ya en 1983 el Estatuto de Autonomía establecía en su artículo 6.3 sobre símbolos de la comunidad el 23 de abril como «fiesta oficial». Y así ha sido hasta hoy, celebrando una efeméride que este 2024 volvía a levantar polémica ante la decisión de 'exportar' la llamada Fiesta de Villalar al resto de capitales y principales ciudades de las nueve provincias.

Pero, ¿por qué el 23 de abril y por qué la localidad de Villalar de los Comuneros centran la atención? Se conmemora el aniversario de la batalla de Villalar, día en el que, en 1521, se capturó y condenó a muerte a los tres líderes comuneros que encabezaron la guerra de las Comunidades de Castilla, Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, nombres claves para entender esta efeméride pero que en León poco se estudian en los colegios.

Levantamiento de las Comunidades contra el emperador

Hay que viajar a principios del siglo XVI para ponernos en situación. Llegaba al trono un jovencísimo Carlos I de España y V de Alemania en un momento en el que era considerado poco menos que un extranjero, por haber vivido toda su vida en Flandes, donde fue educado. Su llegada, acompañado de cortesanos flamencos que recibieron importantes cargos, unido a su título como emperador que auguraba su escasa presencia en el territorio peninsular comenzó a levantar ampollas.

Fue la meseta castellana la zona donde se concentró este rechazo al monarca, a sus políticas y a su figura. Comenzaba así a fraguarse una revuelta que corría por todos los estamentos sociales, desde la alta nobleza, temerosa de perder sus privilegios, hasta los grupos más bajos acuciados por la subida de impuestos.

Desde Toledo pasando por Tordesillas, Torrelobatón, Valladolid, Salamanca, Zamora, Toro, Segovia o Medina del Campo entre otras muchas otras localidades, el movimiento comunero comenzó a despertar. Con Adriano de Ultrecht como regente en ausencia del emperador mientras estaba en el Sacro Imperio, el pueblo se levanta contra el sistema e intenta pedir ayuda a Juana, madre del rey, recluida en Tordesillas, apoyo que rechaza otorgar.

Los comuneros de Castilla... y el caso de León

Unidas las ciudades sublevadas en Ávila, donde formaron la 'Junta Santa', enviaron al rey un memorial con sus reclamaciones. La batalla se desató en la localidad vallisoletana de Villalar, donde, el 23 de abril de 1521, el rey derrotó a los comuneros. Tras la batalla y siendo prisioneros del monarca, los cabecillas del movimiento, el toledano Juan de Padilla, el segoviano Juan Bravo y el salmantino Francisco Maldonado, fueron ejecutados al día siguiente.

En el caso de León -que en aquel momento era un reino propio dentro de la Corona de Castilla-, estas revueltas comuneras no fueron tan sonadas aunque sí hubo figuras importantes que se opusieron al papel del emperador Carlos I. En la ciudad se establecieron dos bandos: el llamado realista, con el Conde de Luna, Francisco Fernández de Quiñones, y el canónigo Diego de Valderas como representantes y que apoyaban al rey; y el comunero, encabezado por Ramiro Núñez de Guzmán y sus hijos, Antonio de Quiñones y el prior del convento de Santo Domingo, Pablo de León, todos ellos condenados a muerte.

En el resto de la provincia el movimiento comunero no tuvo representación ni caló, de ahí esa falta de cercanía e identificación con la fiesta que, sumado a las diferencias históricas, sociales y económicas entre León y Castilla, hacen más grande la brecha entre ambas regiones.

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