«Lo que ocurrió en León en 1188 no fue una noticia impactante, pero fueron las primeras Cortes que alteraron la vida política». Mismo escenario, distinto milenio y muy diferente la relevancia mediática e histórica de un acto que cambió la forma de entender la ... política.
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El estudioso más importante de las Cortes de 1188 que dieron inicio al Parlamentarismo en todo el mundo se ha subido al atril para explicar, desde el mismo claustro en el que Alfonso IX convocó en 1188 por primera vez a los tres estamentos de la sociedad medieval, nobleza, clero y ciudadanos, la relevancia de este hito histórico que «cambió el lenguaje de la política»
«En ese triángulo medieval de nobles, obispos y ciudadanos, de armas, almas y dinero, nació la monarquía parlamentaria. Ahora tocaba negociar en presencia del monarca», explicaba Keane.
Y se hizo precisamente en ese claustro que hoy acogía a parlamentarios de toda Europa y al rey actual, Felipe VI. Un claustro de San Isidoro «donde se elaboraron hasta 15 decretos que todos juntos equivalen a una carta constitucional» en la que el rey prometía que en asuntos de guerra y paz consultaría a las Cortes, declaraban inviolables los bienes y los lugares de residencia y cambiaba para siempre el funcionamiento de las ciudades «que habían sido ignoradas».
Daba así inicio la historia a «una larga lucha social y política por la representación, lucha que no ha concluído todavía». Y es que en esa asamblea en la que se prometía una nueva forma de gobernar basada en «la existencia de intereses contrapuestos que por el bien común sedebatían para llegar a acuerdos» se perfilaba la democracia tal y como la conocemos hoy día.
«Las Cortes de 1188 anticiparon a Cervantes, mostraron que las cosas tienen siempre al menos dos caras, que los molinos son diferentes para cada uno» y demostraron la importancia del debate para crear «una sociedad con espina dorsal, vertebrada y unida por las leyes consensuadas».
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Tras profundizar en la importancia de estas primeras Cortes parlamentarias, que se extendieron primero a otros reinos de la península, más tarde por Europa y el mundo, el profesor concluía analizando el actual problema de descrédito que atraviesan las instituciones parlamentarias.
Preocupado por la «decadencia desde entro de los parlamentos corrompidos por los lobbies» pedía Keane que los representantes estén a la altura de los principios de representación porque su primera función es «representar los intereses de los ciudadanos de manera libre y justa».
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