Un viaje que se fraguó en Riaño y acabó al otro lado del mundo, en un recóndito pueblo de Arkansas llamado Danville.
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Los fotógrafos leoneses Yezrael Pérez, Gabriel Santos y Néstor Rodríguez, acompañados por Sonia Ferreras, no dudaron en volar a Estados Unidos para perseguir ... uno de los fenómenos naturales más espectaculares que se pueden vivir: un eclipse total de sol.
La fecha clave era el 8 de abril, aunque ellos salieron el día 5 de la mano de Wildwatching Spain, una empresa de viajes fotográficos ubicada en la montaña leonesa. Regresarán el próximo día 13 tras completar un tour que también les ha llevado al Centro Espacial de Houston.
Un total de 22 personas participaban en esta expedición que partía de España y que se dividieron en cuatro vehículos para buscar la mejor ubicación y capturar ese momento que duró algo más de cuatro minutos. Acudían guiados por Óscar Blanco, director del Centro Astronómico de Trevinca, en Galicia.
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Lucía Gutiérrez
La «odisea», como ha calificado el propio Yezrael, tuvo en el mal tiempo a su peor enemigo. El objetivo era Dallas, de allí viajar a Austin y, finalmente, a San Antonio para ubicarse en «el lugar idóneo» de Kerville. Sin embargo, una borrasca muy fuerte lo trastocó todo y tuvieron que regresar a Houston y recorrer casi 1.000 kilómetros -más de 600 millas al norte- para alcanzar Danville, en Arkansas, un pequeño pueblo de la América profunda donde el mismísimo alcalde recibió a la expedición leonesa al encontrar tanto extranjero en su localidad.
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Una vez allí, solo tuvieron que preparar sus equipos y esperar para inmortalizar espectaculares imágenes y llevarse un recuerdo que no olvidarán. «Había bastante vidilla, a pesar de que es un sitio que no está al lado de la autopista».
Los fotógrafos leoneses contaban con la previsión de por dónde iba a ocurrir y solo debían seguir al sol. Con ello prepararon los equipos, y Yezrael lo hizo con su cámara, un objetivo largo y a manos para hacer «lo que pude». Y el resultado fue espectacular.
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Ajustes de cámaras, parámetros filtros especiales y nivelar la exposición para conjugar una configuración específica que permitiera grabar cómo el sol se escondía tras la luna. Una vez llegó el eclipse total, los filtros se eliminaron porque se podía mirar directamente. «No solo fue sacar fotos, también era disfrutarlo y vivirlo».
La celebración fue total en ese momento donde se vivió «un jolgorio» entre alegría, aplausos y gritos de emoción, con algunos asistentes llegando a llorar. También los había supersticiosos, especialmente los americanos, que avanzaban un cambio de paradigma en el mundo tras este fenómeno. «Fue algo bastante increíble que no se vive todos los días».
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El objetivo central del viaje se había cumplido. Había cielo despejado tras la odisea y una «kilometrada curiosa» que permitió a este grupo de leoneses inmortalizar un momento tan especial.
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