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Son cientos de negocios los que cierran cada año sus puertas. Lugares que ya pertenecen a la historia de la ciudad y de la vida de muchos leoneses que deposita su confianza en ellos. El vacío en el relevo generacional y, sobre todo, en negocios que van perdiendo fuerza con el paso del tiempo, genera que cada vez sean más locales los que cuelgan el cartel de «se alquila».
La mercería Acerico llegó a la capital en 1998. Un año en el que María Ángeles decidió apostar por un futuro que conocía desde niña. A los 14 años consiguió su primer trabajo en una peletería, un taller donde empezó a coser a mano, a máquina y a dominar los conocimientos básicos de las telas.
Su sueño se embarcó, en un primer momento, en la calle Brianda de Olivera, en la capital leonesa. Un local «muy pequeño» que pronto se dió cuenta que no llegaba para todo lo que hacía. Paquetería, lencería, corsetería, venta de pijamas… Un sinfín de actividades que rápidamente le hicieron coger notoriedad en el barrio y reunir cada vez más clientes.
En 1999, tan solo un año después de su apertura, se desplazó hacia la calle Maestro Nicolás, un lugar en el que permaneció durante siete años y del que se fue con el paso del tiempo por su «inquietud» y sus ganas de «querer más».
En el año 2007 llegó a la calle Cantareros donde estuvo hasta 2012 para luego desplazar a la calle Covadonga donde sumó otros siete años.
Su lugar final, donde ya lleva cinco años y donde echa el cierre definitivo, es la calle Alcalde Miguel Castaño. Un lugar en el que sin duda ha encontrado «gente maravillosa» y a la que se lleva más allá del mostrador.
Para la leonesa la falta del relevo generacional es una «gran problemática». Un «riesgo» asumible para cualquiera que decida apostar por un nuevo negocio con el que, según explica, es «difícil» hacerse de oro pero con el que ha vivido toda su vida.
Con el paso de los años los hilos se convirtieron en una pasión similar a la de las telas. Personalización de mochilas, baberos, servilletas… Cualquier cosa que estuviese a su alcance. «Tengo mucho tiempo para hacerlo y si no lo termino en casa», asegura la costurera que, orgullosa con los resultados de sus obras, plasma todo el cariño en cada una de ellas.
El cierre de otras mercerías cercanas le ha sumado además una larga lista de clientes que ha podido conservar con el paso de los años.
Pero las tendencias vuelven y con ellas, las ganas de aprender a coser y customizar la ropa por lo que sus clientas comienzan a ser de nuevo jóvenes en busca de cremalleras o algún hilo para coser.
Una clientela renovada que ahora también busca dejar que Maria Ángeles disfrute y llegue un relevo al interior de Acerico.
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Clara Alba y José A. González
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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