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Todo son nervios y carreras en los pasillos de la segunda planta de la residencia Altollano. Allí, los 75 refugiados procedentes de Ucrania (así como una familia de Georgia, otra de Venezuela y otra de Colombia) preparan todo lo necesario para celebrar las fechas ... navideñas lejos de su casa.
A través de Accem, han preparado todo lo necesario para que los más pequeños (más de la mitad de los refugiados que conviven en Altollano) pueden disfrutar de unos días un poco más mágicos y especiales. Con adornos realizados por ellos mismos, un árbol de navidad y mucha imaginación, los ucranianos se han «puesto guapos» para dar un pequeño concierto coral, celebrar una cena y disfrutar de una noche de bingo y karaoke.
Pero no dejan de pensar en su patria. Por eso, las mujeres refugiadas confeccionan muñecas ucranianas así como adornos de Navidad que venden a través del Centro de Información y Asesoramiento a la Mujer, Ciami, en Navatejera con el fin de obtener dinero para poder enviar a sus casas. «Estamos ayudando a una mujer que está en el Hospital a otra que confecciona uniformes militares y a otra que hace velas para quienes están en el frente», ha explicado Tania una de las refugiadas ucranianas quien admite que lo más necesario son los generadores de electricidad. «No hay luz y no pueden tener frigorífico, ni teléfono, ni calefacción y la temperatura allí está en negativo», recuerda mientras agradece a los españoles que han donado generadores.
Accem ha acogido, desde que dio comienzo la guerra de Ucrania a cientos de refugiados, muchos de los cuales han sido acogidos en Altollano, donde la asociación cuenta con una segunda planta donde refugiados y trabajadores conviven creando una gran familia. «El máximo es de 76 plazas pero vienen algunos, otros vuelven a su país, otros se independizan...», destaca una de las trabajadoras sociales quien añade que mientras que los niños están escolarizados, los adultos aprenden español y trabajan, en el mejor de los casos.
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«Querían adaptar las fechas de su celebración a la nuestra, no hacerla como las rusas», puntualiza la trabajadora quien destaca que celebran una cena de navidad con platos ucranianos aunque también habrá gastronomía procedente de Georgia, Venezuela y Colombia. «La idea es compartir las diferentes culturas y sabores», puntualiza.
Eso sí, los refugiados ya se han involucrado en las actividades leonesas como contemplar la Cabalgaza o las luces navideñas. Mientras que el día 19 celebraron a San Nicolae, su Papá Noel. «Ellos no hacen regalos, toman una copa de champán y se entregan dulces», explica la trabajadora. Una celebración que la han hecho integrados en su zona de residencia acudiendo a la parroquia de San Claudio.
Tanto desde Accem como ellos mismos tratan de integrarse en el barrio y se muestran muy agradecidas a las mujeres con las que comparten tiempo y actividades en Ciami. «Nos ayudan mucho, también en la venta de muñecas y con todo», explican.
Y aunque son días de alegría y para disfrutar, no pueden dejar de añorar su país y a quienes permanece allí pero la resiliencia es la palabra que mejor les define. «Aquí hay familias de Mariupol que no tienen casa, no tienen donde volver y están muy enteros. Son muy fuertes», puntualiza.
En la misma línea se pronuncia Tania, una de las refugiadas que llego a León el pasado mes de septiembre y para quien su mayor interés es poder ayudar a su familia. «Mi familia, mis padres y mi suegra, no va a celebrar la Navidad porque no tienen luz, no tienen agua, no tienen nada» explica mientras recuerda que hace tan solo un año se reunían con su familia para compartir las celebraciones. «El día 23 de noviembre mi ciudad voló, mi familia está bien porque me comunico con ellos a través del teléfono pero no tienen nada, ni calefacción y no quieren gastar nada en la Navidad, guardan todo el dinero para seguir sobreviviendo», añade.
Y esta es su realidad. Se sienten protegidos y muy agradecidos a todos los españoles y leoneses que les ayudan pero su cabeza vuela con sus familias donde Debido a la invasión rusa en curso y los constantes bombardeos de la infraestructura civil, millones de ucranianos carecen de calefacción, agua o electricidad. Además, muchos han perdido recursos financieros porque perdieron sus trabajos y viviendas debido a la guerra pero lo que tienen claro es que no van a rendirse. «En Mykolaiv, han instalado un árbol de Navidad decorado con redes de camuflaje y adornos de inspiración militar. El árbol es un recordatorio de las dificultades que los soldados y los civiles tienen que soportar», concluyen mientras animan a los niños a abrir sus regalos.
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