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Para Anastasiia (con dos ies por un error en su pasaporte español) Oleinyk la guerra en Ucrania comenzó en 2014. Ella y su marido, que actualmente residen en León, son naturales del territorio ocupado de Lugansk, en Ucrania. Fue en 2017 cuando intentaron buscar una vida mejor dejando atrás a su abuelo, a los padres de su marido, sus amigos y los años de miedo.
Primero trataron de instalarse en Kiev donde solo estuvieron medio año. La razón es que, en ese momento y hasta que Rusia ha invadido el resto de Ucrania, el resto de compatriotas los consideraban prorrusos mientras que los rusos los consideraban ucranianos. «Pegaron a mi marido, me llamana puta por Putin. Así que pedimos protección internacional en España«. Una protección que le negaron hace cuatro años aunque se pudieron instalar en León. »Y queremos seguir viviendo aquí, teniendo una vida segura«, destaca.
No es para menos, atrás quedo su titulación de enfermera, «he estado en Subdelegación de Gobierno intentando homologarla», resalta pero también su familia, su gato y el miedo. «Cuando viviamos en la zona ocupada, retuvieron a mi marido durante cuatro días en un sótano donde le dieron una paliza, tan solo por intentar ayudar a los vecinos», destaca Anastasiia quien asegura que quienes viven en la zona ocupada no cuentan con pasaporte. «Nos los rompieron y solo tenemos un documento para vivir allí. Vivimos como en una lata», asevera.
Una zona en la que no ha sido facil la vida puesto que hay falta de alimentos y medicinas. Si algo bueno ha traído que los tanques rusos se hayan instalado en el resto de Ucrania es que sus compatriotas se han dado cuenta del error y la solidaridad se ha extendido entre todos los civiles ucranianos, independientemente de dónde vivan.
Anastasiia no puede pedir reagrupación familiar pues no lleva el tiempo suficiente en España y no viaja a Ucrania desde que salió del país, «si pides la protección internacional no puedes volver». Además, hace dos días que no habla con su abuelo, «le cortaron la luz ayer por la noche», pero habla con un amigo que le narra qué esta sucediendo.
«No puedo hablar con mi abuelo porque ayer le cortaron la luz. Un amigo me dijo que intentaron entrar en las casas para llevarse a los hombres pero él ha tenido un bebé por lo que con una lavadora y una mesa bloquearon la puerta», destaca . «No sé cómo ayudarles», relata.
Vivir la guerra en primera persona: ucranianos en León
Amigos durmiendo en el metro, ventanas tapiadas y civiles armados son algunas de las noticias que le llegan a Anastasiia. «Lo que pasa es por culpa de Putin, de Biden y de nuestro presidente porque llevamos ocho años sin que proteja Ucrania. Es un cáncer que se extiende desde Donbás por toda Ucrania», destaca. «Da igual qué idioma hables, sea ruso o ucraniano. Ninguno queremos la guerra», exclama.
Respecto a las medidas que está tomando Europa, ella duda de que sean efectivas. «Yo entiendo que la Unión Europea tiene miedo de ayudar a Ucrania porque si vas contra Rusia, te hace lo mismo», asevera.
La única buena noticia que le ha llegado estos días es contar con más compatriotas en León y es que Anastasiia se sorprendió en la tarde del jueves cuando en Botines conoció a sus 'paisanos'. «Me llegó la convocatoria y tenía miedo pero cuando los ví estaba un poco feliz, no esperaba que hubiera tanta gente y el domingo vamos a ser más», destaca refiriéndose a la convocatoria de manifestación que a las 13.00 horas partirá desde la plaza de Guzmán para recorrer Ordoño II en apoyo de Ucrania.
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
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