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El monitor de las escuelas deportivas del Ayuntamiento de León acusado de abuso sexual ha culpado este lunes, en la primera sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial,a sus propios hijos de los hechos.
El acusado explica en la primera jornada ... del juicio que, para él, el niño y la niña que tenía en acogida «son mis hijos». Un amor que mostró hacia ellos durante gran parte de su declaración, incluso con lágrimas asegurando que «he dado mi vida por estos niños y llevo cuatro años sin saber qué ha pasado».
Los dos niños tienen ahora trato con la hermana y madre del acusado, pero no con él. El monitor ha dado un giro en la parte final de su declaración llegando a decir que su hija «tenía problemas y era promiscua», así como su hijo «vino con fobias nocturnas».
Y tras estas declaraciones, el acusado niega haber pedido fotos de «índole sexual» a los seis menores y mantiene que no envió esos mensajes asegurando que «en casa solo vivíamos tres personas».
En este sentido, el acusado ha declarado que sus hijos pudieron coger el teléfono y pedir esos mensajes. Al ser preguntado por las acusaciones de tocamientos y abusos de otros menores el monitor las niega y alega que «nunca he tenido un problema y ahora todas las denuncias son del mismo año y todos conocen a mis hijos».
Varios de los denunciantes, menores de edad en el momento de los hechos, han relatado situaciones de abusos sexuales por parte del monitor de baloncesto. Durante la primera sesión del juicio, el acusado ha negado con rotundidad los hechos de los que se le acusan.
En este sentido, el entrenador de baloncesto niega las acusaciones de tocamientos y felaciones de algunos menores, así como de su propio hijo en acogida, y asegura que «tengo varias fobias de higiene que me lo impiden».
Unas declaraciones que se han extendido a lo largo de la mañana y en las que incluso ha llegado a decir «tuve permiso de su madre para tocarle el pene y no lo hice».
El acusado reconoce que uno de los denunciantes durmió en varias ocasiones en su casa «siempre en un sofá», y en una de ellas vino con una pomada médica que debía ser aplicada en el pene «y yo nunca le toque».
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