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José Carlos Rojo
Santander
Martes, 18 de mayo 2021, 09:01
La fotografía de Mario Fuentes, vestido con la camiseta del equipo de fútbol de Colindres, dio la vuelta a España el domingo. Y con ella, cientos de mensajes de pésame, de dolor, de condolencia. «Es que Mario se dejaba querer», relatan en el ... claustro de profesores del instituto Valentín Turienzo, donde el joven había estudiado. La foto la colgó en las redes sociales el propio club deportivo con su pésame: «Siempre estarás con la familia del Colindres». Un mensaje de solo siete palabras pero que refleja a la perfección cómo describen sus profesores, sus amigos, sus compañeros al universitario asesinado en León: «Era afable, enérgico, extrovertido, sincero, amigo leal, seguro de sí mismo... se dejaba querer».
Es curiosa esa imagen. Los colores del Club Deportivo Colindres son los mismos que los del Racing –verde, blanco y negro–, su gran pasión. El deporte, el fútbol. «Él jugaba con el equipo de aquí, pero era del Racing. De toda la vida. Lo tenía muy claro. ¡Del Racing!», evoca Mario, uno de sus amigos en el instituto.
«Estuvo con nosotros desde muy pequeño. Desde benjamines, porque comenzó a jugar la temporada 2010/11», recuerda emocionado el presidente de la entidad, José Miranda. No lo hacía mal y llegó a convertirse en una de las piezas habituales del equipo juvenil. «Estuvo con nosotros hasta los 18 años, precisamente hasta que decidió marcharse a estudiar a León. Lo recuerdo como una excelente persona. Nunca tuvo un mal gesto con ninguno de sus compañeros, oponentes o entrenadores. Tenía ojo para el gol», deja caer apesadumbrado el presidente. El club prepara estos días varios actos en su memoria.
Mario llevaba pocos meses en León. Terminados sus estudios de Bachillerato en Colindres optó por proseguir formándose en la Universidad leonesa. Eligió lo que todo el mundo cercano a él sabía: la Facultad de Ciencias del Deporte. «Era muy inteligente, por encima de la media. Capaz de rendir a buen nivel y de tener tiempo para practicar deporte de manera intensa», describen sus profesores del Valentín Turienzo, desolados con la noticia: «Es que era un chaval extraordinario», resumen.
«No quiso estudiar en la universidad privada de Santander y se marchó a la pública de León», cuentan sus amigos. «Tenía ganas de tener la experiencia de vivir fuera de casa».
Con los ojos vidriosos, sus amigos más cercanos se reunieron ayer para recordarlo frente al instituto donde hasta este curso lo habían tenido de compañero. «Salíamos con él mucho por ahí, sobre todo a hacer deporte. Le encantaba ir de ruta los fines de semana porque le gustaba la montaña y estar con más gente», relata Manuela. «Era muy, muy extrovertido y hablador. Se apuntaba a todos los viajes porque lo pasaba muy bien compartiendo».
El curso pasado, un grupo de alumnos viajó a Lituania dentro de un programa de Erasmus. Mario se apuntó el primer día. «Teníamos que hacer un baile especial de presentación al llegar allí. Cada centro venía de un lugar del continente», recuerda una profesora. «Nosotros preguntamos a ver quién quería bailar. Las chicas tienen menos problemas pero los chicos son más tímidos. El único que se ofreció para eso fue Mario. Eso te da una imagen de cómo era».
En la conserjería del centro, donde se tiene la perspectiva clara de todo lo que acontece en el edificio, ayer no daban crédito a lo sucedido. «Este chico no tenía ningún enemigo, era estupendo. ¿Cómo alguien puede terminar así con la vida de una persona como Mario?».
Nadie hallará esa respuesta jamás, pero en la memoria de todos sus amigos, sus profesores y familia, Mario será querido siempre.
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