Mejor una demolición controlada, una voladura programada, que comprobar el efecto de la dinamina en estado puro.
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Solo Alfonso Fernández Mañueco podía llamar a las urnas y solo él tenía la capacidad de activar un mecamino en esta ocasión de efectos realmente previsibles.
El presidente ... ha resuelto la legislatura por el 'decreto 2/2021' lanzando a los castellanos y a los leoneses a una frenética carrera electoral que parece resulta antes de comenzar.
Se podrá discutir la oportunidad, pero no las motivaciones (que superan la unidad) en una cita con las urnas que toma protagonismo al mismo tiempo que la pandemia rebrota con indudable virulencia.
Por orden, la capacidad para el acto político resulta incuestionable. El presidente de la Junta, y solo él, tiene la potestad de llamar a los ciudadanos a las urnas. Y bajo esa capacidad, lo ocurrido este lunes.
La oportunidad, la social y la política, es otra cosa. En plena pandemia, alterar todo el órgano ejecutivo de la comunidad se aleja de cualquier posición de prudencia. Sin embargo la acción política supera cualquier calendario.
A Mañueco le apretaba el zapato de Ciudadanos desde hace tiempo. Tanto, que finalmente ha decidido deshacer el nudo del cordón. Se acabaron las concesiones, la templanza y la cautela en una acción de gobierno que siempre ha tenido tiranteces más o menos disimuladas.
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Insiste el entorno del presidente en advertir de la deslealtad de la formación naranja, a quien acusa -con pruebas más o menos elaboradas- de mullirse en el mismo colchón que PSOE y Por Ávila para elaborar enmiendas a los presupuestos. «Había un riesgo cierto de moción de censura», se ha remarcado.
Fuera o no posible ese escenario los tiempos obligaban a una convotaria electorial por algunos 'extras' que no conviene olvidar. En apenas unos meses la 'Perla negra' y algún otro caso caso de corrupción asociado a la gestión del PP en la Junta asomarán la cabeza. Llegar a la urna con el barro rebrotando en una campaña electoral era mucha ventaja para la oposición socialista.
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El último argumento a favor de la cita electoral llega por un efecto derivado de la propia calle. Pocos presidentes autonómicos han tenido el viento tan favorable, y Mañueco lo sabe. Desde hace tiempo las encuestas (las propias y las de sus rivales políticos) le encumbran como el líder que no fue en las últimas elecciones autonómicas.
Ha recuperado terreno con tanta rapidez que ahora mira al resto de formaciones a través del espejo retrovisor. La fortaleza del Partido Popular en la comunidad es directamente proporcional a las serias dificultades del PSOE. Tudanca no es un líder al alza y le toca remar tirando del enorme lastre que supone el gobierno a nivel nacional.
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Claro que mucho peor está Ciudadanos, una formación en perfecto estado de descomposición, sin presente, sin futuro y con muy poco pasado. Lo previsible hoy es que de la marca naranja no quede ni rastro en la próxima cita electoral, si acaso un bonito recuerdo.
En la baraja política autonómica Vox ha dejado de contar en términos absolutos, aunque su papel pueda ser relevante en la matemática resultadista, y a Podemos le han dado cartas irrelevantes para la partida. Solo los leonesistas se sienten animados con la llamada al voto convencidos de que el deprimente estado de la provincia de León, extendido a Zamora y Salamanca, catapulte un segundo procurador.
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Salvo por este último matiz en el juego electoral iniciado este lunes todos pierden. Todos, menos Mañueco, que ya puede considerarse ganador.
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